México y Carolina Herrera reavivan el debate sobre la apropiación cultural
La diseñadora Carolina Herrera ha sido el detonante de un arduo debate en México, después de que la Secretaría de Cultura de esa nación la acusara de apropiación cultural.
La colección Resort 2020, que según Wes Gordon, director creativo de la firma de Herrera, es un homenaje a la «riqueza cultural mexicana» y producto de su «admiración por el trabajo artesanal», ha sido puesta en tela de juicio por la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto.
En una carta dirigida a la empresa, la funcionaria pidió explicaciones sobre por qué «decidieron hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado», además de solicitar información sobre cómo piensa Carolina Herrera retribuir «beneficios a las comunidades» que son las legítimas dueñas de tales diseños.
Herrera emitió un comunicado tildando su colección como «un homenaje a México», mientras que el gobierno de ese país organiza encuentros y prepara una «iniciativa de ley para proteger la creatividad de artesanos y detener el plagio del arte popular».
El debate no acaba sino de comenzar.
No es la primera vez que ocurren situaciones similares. Recientemente Kim Kardashian registró en Estados Unidos la palabra «Kimono» como marca comercial para identificar su colección de ropa interior íntima.
Miles de japoneses reaccionaron en la red social Twitter, en lo que consideraron un ataque a uno de sus símbolos nacionales.
A través de una campaña viral con la etiqueta #KimOhNo, lograron que la celebridad estadounidense pidiera excusas y considerara cambiar el nombre de su producto.
La lista de apropiaciones culturales por parte de personalidades y empresas dedicadas al sector de manufactura de ropa es larga. Recientemente se le ha agregado Louis Vuitton, acusado también por el gobierno mexicano de apropiación cultural y la trasnacional del calzado Nike, quien tuvo que retirar sus zapatillas Air Force 1 ‘Puerto Rico’ 2019, debido a que la comunidad Guna de Panamá denunció que plagiaron el diseño ‘Mola’ que según alegan, les pertenece.
Más allá de la superficie
El antropólogo y etnohistoriador Emmanuel Amodio, en diálogo con Sputnik, escucha atentamente la enumeración de los múltiples casos de apropiación cultural y matiza que lo primero es pensar que «no existen, ni han existido culturas aisladas».
«El caso de Carolina Herrera, además es complicado por el hecho que sobre esos diseños no ha sido depositado ningún copyright [derechos de autor], como se usa en el mundo occidental; y además, se trata de motivos que circulan ampliamente en México. ¿Hay que poner para copyright todas las producciones culturales indígenas, en modo que cualquier utilización no autorizada [por quién?] pueda ser perseguida. Pero está el caso, que he vivido personalmente como asesor de declaraciones de patrimonio, cuando quienes usan los dibujos indígenas son los campesinos colindantes a comunidades indígenas, como en el caso de las arpilleras de los Kuna de Panamá que ya no es posible saber bien si los que las producen son indígenas o no», reflexiona.
Para el académico, la dinámica entre culturas no se trata de solo imposiciones o apropiaciones, sino que deben incluirse los «intercambios espontáneos o comerciales, relaciones de saberes e historia» siempre en contextos que pueden ser «equilibrados e igualitarios o desiguales» apunta.
Al hacer consideraciones sobre la necesidad de iniciativas gubernamentales para la defensa y preservación del patrimonio cultural, Amodio destaca que «eso de preservar no tiene mucho sentido, ya que las culturas no son un bien tipo patrimonio que pones a salvaguardar en una caja o detrás de una vitrina. Las culturas o están vivas y actuales o están muertas» resalta. A su juicio, estamos viviendo un periodo de la historia en que ya las comunidades no se «pueden dar el lujo de vivir aisladas», y más allá de los gobiernos deben ser «los mismos pueblos indígenas que, una vez conscientes del problema, se organicen para defender su cultura».
«La pregunta más interesante sería: ¿Cómo mantener vivas las culturas y las identidades en un mundo cada vez más veloz y fragmentado? Esto tiene que ver también con la socialización e inculturación de los niñas y niñas. Si tienen uso de celular y ven televisión desde temprana edad, evidentemente no se puede después pretender que tengan identidad fuertes y dinámicas y que su cultura sea homogénea» concluye.
Una cuestión de poder
Para el poeta y ensayista Héctor Padrón, experto en literatura indígena de la Universidad Nacional de las Artes, el debate sobre la apropiación cultural no puede desligarse de las relaciones de poder que tienen lugar entre las naciones del mundo.
Los países occidentales, en especial Estados Unidos, «han construido un campo semántico invasivo de los imaginarios de cada pueblo, donde se apropian y resignifican los motivos y elementos originarios de cada cultura, mostrándolos ante el mundo como creación propia, o peor, envueltos en una nube de exotismo vistoso, casi autoproclamándose como el vehículo que hace posible que el mundo conozca tal o cual historia o elemento cultural, cuando lo cierto es que lo han convertido en mercancía para explotarlo comercialmente» resalta.
— ¿Qué aspectos de la apropiación cultural no estamos viendo?
Parece haber emergido en los últimos tiempos una especie de «turismo espiritual»: viajes y hasta campamentos donde se ofrece a los turistas la participación en rituales ancestrales para disfrutar de sus posibles propiedades de sanación. Pero en realidad, en la mayoría de los casos quienes organizan este tipo de empresas deforman el significado y praxis real que originalmente posee para los pueblos indígenas; en el fondo parecen inescrupulosamente perseguir el lucro por medio de la falsa espiritualidad. También debemos referirnos al saqueo cultural sistémico de los bienes culturales de los pueblos; esto ha sucedido durante siglos y uno de los más recientes y conocidos es el robo de la piedra Abuela Kueka del pueblo Pemón.
— ¿Qué consecuencias y significados trae este proceso de apropiación tanto para los pueblos cuyos saberes son apropiados, así como para la cultura dominante?
Está demostrado en la historia que quienes han pretendido dominar a los pueblos, antes han intentado disolver su tejido cultural, desvalorizar su relato como nación, aquello que los cohesiona, esas imágenes y seres que convocan a los hombres y mujeres de un territorio a sentirse partícipes de una comunidad. Es por ello que al no percibir un pasado al cual asirse y sentirse heredero del mismo, e identificarse con un legado espiritual propio, no existe a su vez, o existirá cada vez con menor fuerza, un destino común como nación con especificidades culturales que den fisonomía propia a una identidad, es decir, poco a poco se transforma en una cultura enajenada.
Ahora bien, en el caso de la cultura dominante es común que, en el proceso de apropiación y deformación de los elementos culturales ajenos, se creen estereotipos y versiones erradas de las historias y saberes expresados en estos elementos tangibles o intangibles.
— Muchos de los debates sobre apropiación cultural, solo parecen abarcar el punto de vista estético, que a su vez es simbólico y también identitario, pero qué hay con otro tipo de saberes como lo que respecta a la oralidad, la escritura, pensemos por ejemplo en las historias que son parte del patrimonio cultural de los pueblos y que Disney convierte en productos comerciales. Por ejemplo en la película UP se hace una apropiación de los tepuyes venezolanos y ni siquiera se hace mención al país ¿Podría ahondar al respecto?
Pones por caso el cine producido por Disney, multinacional que, desde hace décadas, y en los últimos años con mayor fuerza dada su expansión comercial, ha sido y es de las principales productoras de contenidos en diversos formatos, a escala global y con un nivel de penetración como nunca antes ninguna corporación lo tuvo, con contenidos pensados para cada tipo de población y con la apropiación simbólica que le asegura el alcance de los potenciales consumidores en cualquier punto del planeta. El caso del cine de Disney, y específicamente en el de la muestra de tepuyes en esa película es solo uno. Pero han hecho uso deformante de la cultura griega, china, indígena americana, africana, nórdica… creo que no hay acervo del cual no se hayan aprovechado lanzando al mundo una falsa versión de las historias de los pueblos.
Desde los centros de poder mundial la intención parece ser la misma, solo que ahora con estrategias diferentes. Ya no es necesario el exterminio de las imágenes del otro que se desea dominar, ya no más quemar sus ídolos, o desprestigiar su religión, ni siquiera cuestionar abiertamente su condición de humano apto para el “progreso” -esto último queda inmerso en el discurso construido en los productos culturales, listo para la asimilación y aceptación incluso del oprimido-, ahora se apuesta por la absorción de las culturas populares, y en una resignificación uniformadora lograr penetrar los imaginarios nacionales y regionales desde la más temprana edad. Todo esto adornado por la ganancia inmediata de cantidades asombrosas de dinero: negocio redondo que consolida un mercado seguro para los contenidos que produzca la empresa desde la actualidad hasta las próximas décadas. El colonialismo y la colonialidad pensados para perpetuarse de forma eficaz y masiva.
– ¿Por qué es tan importante este debate de la apropiación cultural para los pueblos de todo el mundo?
La escasa presencia de la cultura originaria de los pueblos en el imaginario colectivo, e incluso político, obedece a un mecanismo sistemático de ocultamiento que sirve a los intereses del sistema-mundo, a sus centros de poder y a la clase dominante en cada uno de los países periféricos, clases subsidiarias de la ideología neocolonial. Así funciona en parte la colonialidad, que inferioriza lo no europeo o estadounidense, negando la diversidad y penetrando el imaginario de los dominados, sembrando y reforzando los principios culturales de “occidente”, como parte de la universalización de una visión etnocéntrica de la humanidad, pero al mismo tiempo acelerando procesos de desnacionalización que hacen más fácil la asimilación cultural por parte de los pueblos colonizados.
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