Así nos alimentaríamos en caso de un invierno nuclear
Mucho se ha especulado acerca del destino de la humanidad en caso de que una de las potencias nucleares decida usar parte de su arsenal para atacar a un enemigo. Entre opiniones, miedos y teorías, hay un grupo de científicos que se dedica a estudiar cuál sería la opción más viable para el mundo de desatarse un invierno nuclear.
Los investigadores se han valido de precedentes en la historia que han generado condiciones similares a las que se viviría en una situación de guerra nuclear para entender mejor las opciones alimentarias que tendría la humanidad, y su costo.
Problemas con los cultivos
En un escenario de guerra nuclear, una nube de hollín negro podría envolver el cielo y bloquear la luz solar, haciendo que las temperaturas caigan dramáticamente. Los principales puntos críticos agrícolas podrían perder la capacidad de producir cultivos, lo que desencadenaría una hambruna mundial.
La Alianza sin fines de lucro para Alimentar la Tierra en Desastres (ALLFED, por sus siglas en inglés) se encarga de investigar cómo se puede proteger el suministro de alimentos del mundo durante una catástrofe global.
De acuerdo con un estudio publicado en 2008, los hongos podrían sobrevivir tanto a un holocausto termonuclear como a un invierno nuclear posterior, por lo que incluso si la tierra se quema y desciende el frío intenso, todavía la humanidad tiene una oportunidad de salvarse.
«La conclusión del documento fue, tal vez cuando los humanos se extingan, el mundo volverá a ser gobernado por hongos. Dije: ‘Espera un minuto. ¿Por qué no comemos los hongos y no nos extinguimos?'», afirmó David Denkenberger, el ingeniero mecánico de la Universidad de Alaska que dirige el instituto, citado por Business Insider.
La economía de alimentar en pleno desastre
De ocurrir hoy una catástrofe mundial, las tiendas actuales de alimentos secos podrían alimentar a alrededor del 10% de la población mundial durante cinco años, de acuerdo con Denkenberger.
Otro problema es que la alta demanda aumentaría los costos, lo que lo haría inaccesible para la mayoría de la población. Almacenar grandes cantidades de alimentos hoy en día tampoco es factible ya que costaría billones de dólares y tomaría mucho tiempo. Sin embargo, no todo está perdido.
Como los hongos no dependen de la fotosíntesis, pueden sobrevivir sin mucha luz. Lo mismo ocurre con las algas, por lo que podrían producirse a muy bajo costo en grandes cantidades.
La dieta del día del juicio final
Para consumir los nutrientes adecuados para prevenir enfermedades, los humanos deben tener una dieta variada y no basada en una sola fuente de alimento.
La dieta de Denkenberger del día del juicio final cuenta con 2.100 calorías al día e involucra una mezcla de carne, huevos, azúcar y champiñones. También incluye dientes de león y té de agujas de árbol, que contienen vitamina C. Las bacterias de crecimiento natural servirían como fuente de vitamina E, que es importante para la función cerebral.
De acuerdo con el científico, se debe seguir estudiando otras fuentes de alimentos naturales que podrían crecer cerca del ecuador, donde aún habría algo de luz solar después del desastre, aunque con bajas temperaturas.
Empresas como la danesa Unibio o la estadounidense Calysta, ya están estudiando cómo crear proteína de gases como metano y nitrógeno para sustituir a la proteína de origen vegetal o animal. La Nasa también ha contribuido a estudiar opciones para procesar el carbón y obtener proteínas.
Para Denkenberger, es posible extraer azúcar y proteínas de las hojas, alimentos que podrían alimentar a las personas durante una catástrofe local.
Actualmente, su organización sin fines de lucro está buscando formas de cultivar alimentos en invernaderos cerca del ecuador, donde todavía habría algo de luz solar natural, una opción que también ayudaría en caso de otros desastres más inminentes, como terremotos y huracanes.