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El dolor crónico daña el cerebro

asEl dolor no es una experiencia únicamente física. Cuando sentimos dolor es difícil pensar en otra cosa. La zona adolorida reclama continuamente nuestra atención. No nos deja descansar. Dormir. Pensar. Ser…

Cuando una persona sufre dolor, un día tras otro, es comprensible que su estado de ánimo también se afecte. No es fácil lidiar con un malestar que no da tregua. Como resultado, estas personas a menudo sufren depresión y/o ansiedad. También pueden tener dificultades para tomar decisiones, incluso las más sencillas.

Además del dolor y el malestar emocional, estas personas a menudo tienen que lidiar con la incomprensión de los demás, que achacan sus problemas psicológicos a la debilidad o la falta de fuerza de voluntad. Sin embargo, el dolor cambia el funcionamiento cerebral. Y eso podría explicar muchas de las dificultades emocionales y cognitivas que terminan sufriendo estas personas.

El cerebro de las personas con dolor crónico no descansa

En un cerebro sano, las diferentes zonas mantienen una homeostasis, están en un estado de equilibrio. Cuando una región se activa, las otras se calman. Pero neurocientíficos de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, descubrieron que el cerebro de las personas con dolor crónico funciona de manera diferente.

Estos neurocientíficos utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear el cerebro de personas con dolor lumbar crónico y un grupo de voluntarios que no padecían dolor mientras ambos grupos miraban una barra en movimiento en la pantalla de un ordenador.

Los pacientes con dolor crónico realizaron bien la tarea, pero su cerebro funcionó de manera diferente al de las personas que no tenían dolor. Cuando ciertas zonas de la corteza se activaron en el grupo sin dolor, otras se desactivaron, manteniendo un equilibrio colaborativo entre las diferentes áreas cerebrales. Ese equilibrio también se conoce como “redes en estado de reposo del cerebro”.

Sin embargo, en las personas que tenían dolor crónico, uno de los nodos de esta red no se calmó. La región frontal de la corteza, asociada principalmente al control de las emociones y la toma de decisiones, nunca se calma.

Esas áreas no se desactivan cuando deberían. Es como si estuvieran atrapadas funcionando a una gran velocidad, alterando las conexiones neuronales y desgastando a las neuronas sometidas a un trabajo continuo. Y este disparo constante de neuronas podría llegar a provocar daños permanentes que den pie a trastornos psicológicos o déficits cognitivos.

La estela de daños que deja el dolor crónico

“Si eres un paciente con dolor crónico, tienes dolor las 24 horas del día, los siete días de la semana, cada minuto de tu vida, esa percepción permanente de dolor en tu cerebro hace que esas áreas estén continuamente activas. Esta disfunción continua en el equilibrio del cerebro puede cambiar el cableado para siempre y podría dañar el cerebro.

“Cuando las neuronas se disparan demasiado, pueden cambiar sus conexiones con otras neuronas o incluso morir porque no pueden mantener una actividad elevada durante tanto tiempo”, explicaron los neurocientíficos.

Es probable que los cambios posteriores en el cableado del cerebro puedan terminar provocando los problemas psicológicos que padecen muchas personas con dolor crónico. De hecho, podrían estar en la base de trastornos como la depresión y la ansiedad ya que el equilibrio del cerebro se perturba en su conjunto.

La depresión, por ejemplo, afecta al 5% de la población general, pero su incidencia aumenta entre un 30 y 45% entre los pacientes con dolor crónico. La relación entre la depresión y el dolor es bidireccional: la depresión predice el desarrollo de dolor crónico, y el dolor crónico aumenta el riesgo de padecer depresión. No es casual que ambos problemas, la depresión y el dolor, compartan una desregulación de las vías noradrenérgicas y serotoninérgicas a nivel cerebral.

En las personas con dolor crónico la depresión suele coexistir con la ansiedad, como comprobó un estudio realizado en el St Thomas Hospital de Londres. De hecho, en el ámbito de la psiquiatría existe un término para hacer referencia a este estado: depresión agitada. En ese caso, la persona padece depresión, pero también sufre inquietud, insomnio y una sensación de aprensión difusa típica de la ansiedad.

El dolor crónico también afecta nuestros recursos cognitivos y la capacidad para tomar decisiones. Tampoco es casual ya que los sistemas neuronales involucrados en la cognición y el dolor se superponen y modulan recíprocamente.

De hecho, diferentes estudios han comprobado que los pacientes con dolor crónico a menudo no logran implementar una estrategia ventajosa a la hora de tomar decisiones, sobre todo en situaciones de riesgo y carga emocional.

La ciencia, por tanto, indica que los problemas emocionales e incluso cognitivos que llegan a sufrir las personas con dolor crónico no están solo “en su mente”, sino que tienen una base neurobiológica.

Fuentes:

Vadivelu, N. et. Al. (2017) Pain and Psychology—A Reciprocal Relationship. Ochsner J; 17(2): 173–180.

Walteros, C. et. Al. (2011) Altered Associative Learning and Emotional Decision Making in Fibromyalgia. J Psychosom Res; 70(3):294-301.

Woo, A. (2010) Depression and Anxiety in Pain. Rev Pain; 4(1): 8–12.

Baliki, M. et. A. (2008) Beyond Feeling: Chronic Pain Hurts the Brain, Disrupting the Default-Mode Network Dynamics. J Neurosci; 28(6): 1398–1403.

Apkarian, A. V. et. Al. (2004) Chronic Pain Patients Are Impaired on an Emotional Decision-Making Task. Pain; 108(1-2):129-36.

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