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Llama a invadir Nicaragua por la fuerza de las armas

  • Columnista de diarios colombianos demanda además que su país “recobre” la soberanía sobre costas nicaragüenses del Caribe, que según él, van de Cabo Gracias a Dios a frontera con Costa Rica.

 

Jaime García Chadid

 

Somos buenos los colombianos para darnos en la «jeta» y tenemos bastantes años de estar haciéndolo, pero cuando de defender nuestra integridad territorial se trata, posamos de mansas ovejas.

 

No hay que ser experto historiador ni versado conocedor del derecho internacional para que al efectuar una mirada a nuestra historia verifiquemos que nos han hecho falta pantalones, porque al mapa de Colombia le han dado varias dentelladas y por allí anda otro lobo suelto y hambriento.

 

Los Monjes, que le regalamos a Venezuela; Panamá, que partió casi sin darnos cuenta; el sur, cercenado por el Perú y ahora Nicaragua, que desde hace unos años movidos quién sabe por qué clase de intereses –parece que petroleros– se le ha dado por reclamar soberanía sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, alegando que el tratado internacional que en su momento se firmó y ratificó no es válido.

 

Quiere quedarse con la mitad de Nicaragua

 

Pero les falla la memoria gravemente porque parte de su territorio, todo su litoral Caribe (Costa de los Mosquitos) del Cabo Gracias a Dios, en límites con Honduras, hasta la frontera con Costa Rica, fue colombiano y nunca debió dejar de serlo. Colombia, con base en la misma argumentación de las pretensiones extranjeras, debe intentar readquirir soberanía sobre las costas nicaragüenses y entonces Zelaya, el departamento que nació espuriamente en nuestro territorio, retornaría a nuestro dominio, de donde jamás debió salir.

 

Nicaragua no tiene fundamento lícito para reclamar y Colombia ha manejado con demasiada tolerancia esta pataleta nica. Los conocedores del tema como el abogado Juan Manuel Charry Urueña afirman que hemos ido demasiado lejos cuando aceptamos que algo que no tenía discusión, se ventilara en un tribunal internacional. ¿Pero por qué eso es así?

 

La respuesta es sencilla: la Corona Española segregó en 1803 la costa de Mosquitos de la Capitanía de Guatemala y se añadió al virreinato de la Nueva Granada, lo que representó que al momento de la Independencia, en 1810, nuestros límites como república independiente correspondían a la división establecida por los españoles.

 

Pide utilizar las armas y la “unidad nacional”

 

Es decir, que la posición de Colombia debiera concretarse a que sí hay que replantear el asunto, sea para definir el término y las formas de la reocupación de Zelaya por parte de Colombia –lo que no tiene por qué sonar tan estrambótico– pues esa y ninguna otra debería ser una de las la consecuencias del desconocimiento del tratado Bárcenas-Meneses-Esguerra de 1928.

 

Nos encontramos en medio de un conflicto que de ningún modo debió crearse, ya que entre Colombia y Nicaragua nada hay que discutir en ese aspecto.

 

Pero estamos ante una situación complicada que podría significar teóricamente incluso enfrentamiento armado a menos que tengamos que volver a agachar la cabeza y a aceptar otro despojo.

 

La opinión pública debe ser sensibilizada por la Administración nacional, pues como bien está demostrado, una actitud firme de la ciudadanía puede operar como factor disuasivo frente a este disparate. Además, llegado el momento, el Gobierno tiene que verse respaldado monolíticamente. Nicaragua debe entender el mensaje con claridad.

 

 

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