En Nicaragua hay pueblos que purifican a sus muertos con naranja agria
La purificación de los muertos con naranja agria es, quizás, uno de los ritos funerarios más peculiares de los pueblos originarios de Nicaragua y el mundo. Su práctica se remonta a hace más de un siglo y sus vestigios permanecen en comunidades del Caribe.
Esta costumbre tiene arraigo cultural en algunas comunidades de la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur (RACCS), donde cohabitan pueblos indígenas y afrodescendientes como los miskitos, sumos, ramas, creoles, mayangnas, garífunas, sumos y ulwas, que hacen del país centroamericano una nación multicultural y multilingüe, con costumbres y creencias que les diferencian de las poblaciones del Pacífico y el centro del territorio.
La cosmovisión de los garífunas está enraizada en la comunidad de Orinoco, bañada por aguas del mar Caribe, que forman la laguna natural más grande de Nicaragua: Laguna de Perlas, situada en la cuenca de la RACCS, de gran belleza paisajística y clima tropical.
La necesidad y la creencia en el poder curativo de las plantas, llevó a los garífunas de Orinoco a preservar el cuerpo de sus difuntos hasta por 15 días «embalsamándolos» con el jugo de naranja agria y aceite de almendras, prácticas que datan del Siglo XX, de acuerdo a la escritora originaria del Caribe Sur, Lesbia Marina González en declaraciones a la Agencia Sputnik.
«Entre las tradiciones [está] la purificación de los cuerpos de los seres humanos cuando hacemos el tránsito de este plano a otro plano, los deudos cortan naranjas agrias del árbol de naranjagrias, exprimen ese jugo y con toallitas muy limpias agarran el jugo, empapan la gasa y comienzan a bañar el cuerpo para [su] purificación, y así lo van a tener [al cadáver] más tiempo independientemente que lo preparen [con morfina], porque eso mucho se da», en pueblos originarios.
Embarcados
La pesca artesanal e industrial ha sido históricamente la principal actividad económica y laboral de los habitantes de la costa Caribe de Nicaragua, que se hacen a la mar hasta por 15 días o más, de allí la necesidad de conservar los cuerpos de los difuntos, a la espera de los marineros.
«Mientras que vienen los familiares que andan embarcados, se está velando [el cuerpo] 15 días, entonces en ese tiempo ellos [la familia] están ungiendo con aceite de almendras y jugo de naranjagria el cadáver para que no se deshidrate, para que esté fresco, para que no tenga mal aroma; en sí ese es el sentido, purificar para que esté nítido, fresquecito, no importa que haya muerto hoy, pasado mañana hay que volverlo a ungir, a refrescarle la piel, y ahí está aquel cuerpo [velándose] y abajo le ponen hielo», reseñó la escritora.
El ritual es acompañado de la quema de inciensos, albahaca, salvia, resina de pino, orégano, romero, entre otras hierbas aromáticas.
González subraya que las prácticas culturales de los pueblos del Caribe establecen una relación de armonía con la naturaleza, el universo y lo espiritual, que adversan las creencias de los pueblos mestizos del Pacífico y los habitantes del norte y centro de Nicaragua.
«Cada etnia [caribeña] tiene su propia cultura, y son hermosas, la creencia en el cosmos es parte de su esencia, la cultura del Caribe es tan rica, es enriquecedora, es una cultura ancestral, llena de tanta sabiduría. Ahí en la cuenca de Laguna de Perlas estaba el famoso Florentino, «el chamán de Kakabila», experto en preparar cadáveres», comentó.
La conservación de la materia sin vida para las comunidades del Orinoco, se explica como el adobo que se prepara para conservar las carnes que sirven para el alimento humano y que son preservadas por muchos días o semanas.
«Si nosotros analizamos fríamente, vos agarrás una libra de carne, la picás y le exprimís jugo de naranjagria, ella pasa tres días y no se descompone, está en perfecto estado y no necesita refrigeración, eso significa que ella tiene preservantes naturales, no olvidemos que todos los negros que hay en el Caribe [de Nicaragua], fueron desarraigados de su tierra que es el África, por todos ellos corre en las venas la sangre africana, ahora es indoafricana y conservan su cultura ancestral».
Afirma que la costumbre de embalsamar los cadáveres con el agrio de la naranja también es una experiencia documentada en la vida de los creoles, pueblo originario de Bluefields, capital del Caribe Sur.
«Es parte de su cultura, de su diario vivir, de los que heredaron de los padres, de sus abuelos, de sus tatarabuelos, tabúes, creencias, como lo queramos llamar, culturas ancestrales, a veces se da [la purificación de los difuntos] porque quizá tienen un familiar embarcado, fuera de Bluefields, anda lejos; entonces lo velan varios días y hoy se enterró», explicó González.
Juzgar desde otro plano cultural una práctica que se remonta hace más de un siglo es parte del «atraso» de quienes califican de ocultismo el proceder de los comunitarios garífunas o los creoles, esas vivencias deben leerse en clave cultural-espiritual de las unidades caribeñas.
«Son métodos espirituales, porque eso se hace con reverencia, con amor, con un respeto increíble porque es su familiar, todos creen que en la Costa somos brujos, tal vez en este país hay gente ‘culta’, que salió de la universidad, pero leyó en vertical y no en horizontal», cuestionó.
Otras comunidades donde se realizaba el método de ungir a sus muertos con el jugo de naranjagria son Marshall Point, La Fe, San Vicente, Kakabila, Raitipura, Laguna de Perlas, Haulover, Tasbapauni, barra de Río Grande, Karawala y Sandy Bay Sirpi.