Riesgo de VIH/Sida empata a prostitutas de América Latina y África
Las trabajadoras sexuales de algunos países de bajos y medianos ingresos, tienen hasta 29 veces más riesgo de contagiarse con VIH que las mujeres de la población general, revela un estudio.
Aunque se sabe que los individuos que se dedican al comercio sexual son un grupo de alto riesgo de VIH en todo el mundo, ésta es la primera investigación que documenta el riesgo y prevalencia de esta infección entre las mujeres de este grupo.
El estudio, publicado en The Lancet Infectious Diseases, analizó los datos de 102 estudios publicados previamente que incluyeron a casi 100.000 trabajadoras sexuales en 50 países del mundo.
Se encontró que en los países de bajos y medianos ingresos la prevalencia general de VIH entre estas mujeres es de 12%.
Esto quiere decir que las trabajadoras sexuales en estos países tienen, en promedio, hasta 14 veces más riesgo de contagiarse de VIH que el resto de las mujeres de la población.
Pero el riesgo de las prostitutas en Asia se incrementa a 29%.
Mientras, en América Latina, las trabajadoras sexuales tienen 12 veces más probabilidad de contagio de VIH. El mismo riesgo que las trabajadoras sexuales de África.
Han pasado décadas desde que se aisló el virus VIH y los esfuerzos de salud en todo el mundo han logrado reducir o estabilizar las tasas de infección de este virus en la población general de muchos países del mundo.
Sorprendentemente, uno de los grupos más en riesgo de contagio, el de las trabajadores sexuales, ha sido uno de los menos estudiados y donde menos alcance han tenido los programas de prevención.
Sin acceso a la prevención
Según la Organización de Naciones Unidas para SIDA, ONUSIDA, menos de 50% de los trabajadores sexuales tienen acceso a programas de prevención de VIH, principalmente en los países de bajos y medianos ingresos.
El nuevo estudio, llevado a cabo en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, refleja esas carencias.
Los científicos encontraron que en los 26 países estudiados de bajos o medianos ingresos considerados con un alta prevalencia de VIH, 31% de las trabajadoras sexuales eran VIH positivas.
Esto, señalan los autores, es «evidencia consistente de los niveles sustancialmente altos de VIH entre este grupo», comparados con todas las mujeres en edad reproductiva de los países de bajos y medianos ingresos.
«Aunque las trabajadoras sexuales durante mucho tiempo han sido consideradas una de las poblaciones más afectadas, el alcance y extensión de su riesgo desproporcionado de contagiarse con VIH no ha sido sistemáticamente documentado» afirma el doctor Stefan Baral, quien dirigió el estudio.
Según el investigador, encontrar una solución para la alta prevalencia de esta infección no será fácil.
No sólo por lo heterogéneo de este grupo aún dentro de una misma región y comunidad, sino por los múltiples factores que influyen en la epidemia de VIH entre los trabajadores sexuales, como el riesgo de otras infecciones de transmisión sexual, el alto número de parejas sexuales, y la falta de tratamientos antirretrovirales para quienes ya están contagiados.
Según los investigadores, este estudio demuestra la «necesidad urgente» de incrementar el acceso a programas de calidad para la prevención de VIH en estos países.
«Además del tratamiento antirretroviral y de la continua prevención de VIH entre los trabajadores sexuales, se deben considerar los ambientes legales y políticos en los que operan, y el importante papel del estigma, la discriminación y la violencia».
«Todo esto deberá tenerse en cuenta para reducir la desproporcionada carga de enfermedad entre estas mujeres» agrega el científico.
En un comentario sobre el estudio, los doctores Kate Shannon y Julio Montaner, del Centro de Columbia Británica para la Excelencia en VIH/SIDA en Canadá afirman que con las altas tasas de esta epidemia de VIH entre trabajadores sexuales, que en algunos países alcanzan hasta 50%, será necesario llevar a cabo una estrategia de iniciativas múltiples.
«Ésta deberá estar dirigida simultáneamente a la prevención de VIH, el acceso a antirretrovirales y la asistencia a la salud», señalan.
Y agregan que «tal como lo demostró un informe reciente de ONUSIDA, el retiro de las barreras estructurales (como las políticas y leyes penalizadoras y la violencia) siguen siendo una precondición necesaria para lograr una respuesta efectiva en el VIH de los trabajadores sexuales en todo el mundo».