Risa sigue siendo remedio infalible
«¡Buenos días, señoras y señores!», grita el hombre de sombrero verde y zapatones rayados, que irrumpe en la sala de Hemato-Oncología donde media docena de niños conectados a botellas de suero lo miran sorprendidos.
La bata blanca apenas cubre el disfraz multicolor que el psicólogo Roberto Aguirre se puso un rato antes, cuando bajó apurado del autobús frente al hospital infantil «La Mascota» de Managua, convertido en el doctor «Kelo-Kura».
De su maletín saca un globo rosa y lo infla hasta convertirlo en un corazón que le regala a la mayor de las niñas, que lo observa desde su cama, las piernas apenas cubiertas por sábanas descoloridas.
María Mercedes Gaitán tiene 17 años y está agotada por la sesión de quimioterapia. Llegó al hospital hace cinco meses con un sarcoma en el pie. El payaso le besa la mano, la abraza y le cuenta un chiste que la hace reír.
«Un minuto de risa equivale a 45 minutos de relajación y a 70 minutos de ejercicio», dice Aguirre en entrevista con dpa, citando estudios médicos que revelan que la risa moviliza el sistema cardiovascular, la piel, los músculos, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea.
Director de teatro, bailarín y formador de payasos de circo, este médico es un personaje en el hospital infantil de la capital de Nicaragua, donde desde hace siete años lleva alegría a los niños con cáncer.
Siguiendo los pasos del estadounidense Hunter «Patch» Adams, el médico creador de la risoterapia, Aguirre aceptó el reto y se disfrazó de payaso cuando el director de «La Mascota» se lo pidió en 2005.
«Siento que esta labor la puso Dios en mi corazón», dice al comentar su pertenencia a una iglesia cristiana (protestante). Quizás por eso está seguro de que su nombre de batalla, divertido y sanador, se lo susurró un ángel al oído mientras dormía: «Qué-locura… Que-lo-cura… ¡Kelo-Kura…!»
Y al igual que «Patch» Adams, cuya historia llegó al cine con Robin Williams en 1998, este psicólogo de 57 años utiliza la risa «como una técnica para liberar las tensiones del cuerpo y cargarlo de energía y actitudes positivas».
Tratamiento milenario, la risoterapia. El antiguo Imperio Chino construyó templos donde las personas solían reunirse para reír, y en las culturas indígenas existía la figura del «doctor payaso» o «payaso sagrado», hechicero que curaba a los guerreros provocándoles la risa.
«Los bufones en la Edad Media también hacían reír al rey para que tuviera una buena digestión, y en la India aún hoy existen templos sagrados donde se puede practicar la risa», dice muy serio el doctor «Kelo-Kura».
La explicación «científica» radica, según expertos alópatas, en que la risa reduce el nivel de las hormonas del estrés (cortisol, epinefrina y dopamina) y aumenta el de las hormonas que fomentan la salud (endorfinas y neurotransmisores).
«En otras palabras, se trata de curar dando alegría, dando amor», señala Aguirre mientras le acaricia la cabecita a Velkis Juárez, una niña campesina de 4 años que llegó a «La Mascota» con un tumor abdominal.
La pequeña estira sus bracitos para alcanzar el globo azul que le ofrece ese loco escondido detrás de la cama. “Mi niña sólo se alegra cuando viene el doctor ‘Kelo-Kura’”, dice su mamá, que también celebra las muecas del payaso.
En la cama de al lado, Wilmer Ríos no sabe de chistes urbanos y se muestra hostil frente a esa ruidosa figura. Al psicólogo le cuesta más acercarse al pequeño que ya comenzó a recibir quimioterapia por un linfoma en el cuello.
Aunque no hay estadísticas exactas sobre el poder curativo de la risa, una tesis reciente realizada por alumnos de la Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, reveló que más del 80 por ciento de los niños con cáncer mejoraron su estado de ánimo frente al dolor después de jugar con el payaso.
Un 70 por ciento de los padres de familia calificaron de excelente el trabajo de «Kelo-Kura», y el 100 por ciento consideró que su terapia ayuda a sobrellevar los tratamientos médicos convencionales, de acuerdo al estudio.
«Ahora, en la medicina moderna se dice que cualquier método o terapia que sirva para la salud de los niños es válida. Y yo estoy seguro de que la risa puede, incluso, mitigar los efectos brutales de la quimio o el dolor que deja una cirugía», subraya Aguirre.
«La quimio es un veneno directo al torrente sanguíneo, que barre con las defensas y con todo, y en muchos casos mata antes que el mismo cáncer. Yo pienso que la risa puede contrarrestar esos efectos», insiste el psicólogo.
En «La Mascota» atienden a 1.200 niños con cáncer derivados de todo el país. Cada año ingresan 250 nuevos casos de cáncer y 250 de enfermedades hematológicas, según datos de la Comisión Nicaragüense de Ayuda a Niños con Cáncer (CONANCA).
Pese a los escasos recursos del país, Nicaragua ocupa hoy el tercer lugar de sobrevivencia de niños y niñas con cáncer en Centroamérica y el Caribe.
En medio día, Aguirre puede visitar todas las áreas de los niños con cáncer: Hematología, Oncología 1 y 2, Albergue y Consulta externa, donde se atienden diariamente entre 50 y 60 casos ambulatorios.
«Es tan terrible esta enfermedad que muchas veces me toca atender también a las madres y padres de los pacientes. Ellos no sólo cargan con la angustia de la enfermedad de su hijo, sino que vienen del campo y no tienen a nadie en la ciudad, ni lugar dónde ir ni dinero para comer», se lamenta.
Y cuando la sesión termina, los niños lo saludan sonrientes desde sus camitas. «No se vaya, doctor, vuelva pronto», le dicen.
Para el doctor «Kelo-Kura», la clave de la terapia es saber conjugar la alegría con el afecto y el amor. Y subraya: «Cada día me convenzo más de que se cura más rápido el paciente que recibe amor que el que lucha solo contra su enfermedad, aunque tenga toda la ciencia médica en sus manos». (DPA).