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«Madera del siglo XXI” se produce en Nicaragua

* El bambú crece en campos donde antiguamente se le despreciaba y se le miraba como un estorbo que había que arrancar para dar espacio a otros cultivos

Mike Wooldridge

La imagen del bambú está sufriendo una transformación. Tal es así que algunos lo llaman la madera del siglo XXI.

Hoy día, uno puede comprar un par de medias de bambú o usarlo para construir las paredes de una casa.

Cada vez más se reconoce el valor de este material, no sólo porque puede ser utilizado de numerosas formas -dicen que tiene hasta 1.500 usos- sino también por sus beneficios ambientales: tiene una capacidad inigualable de capturar dióxido de carbono.

Reconocido por todos

«Desde el campo hasta el bosque, desde los estudios de diseño hasta los laboratorios, desde los científicos hasta aquellos con poder político, la gente reconoce cada vez más el potencial de este recurso renovable», dice Michael Abadie, presidente de la Organización Mundial del Bambú.

Las nuevas tecnologías para procesarlo industrialmente han marcado una diferencia, y ahora el bambú puede competir efectivamente en los mercados occidentales con otros productos madereros.

Se estima que el mercado mundial de este producto mueve unos US$10.000 millones y la Organización Mundial del Bambú cree que esta cifra podría duplicarse en cinco años.

«Joven con espinillas»

En el este de Nicaragua la población local consideraba al bambú como un producto de poco valor. Es más, representaba un problema -en el sentido de que había que cortar las cañas para despejar un terreno y dejarlo listo para el cultivo- y no una oportunidad.

Pero en las mismas tierras que fueron deforestadas para hacer espacio a la agricultura y la ganadería, ahora están creciendo plantas de bambú.

«Puedes ver los huequitos donde se plantaron. En este momento el bambú es como una joven llena de espinillas que aún no ha llegado a la pubertad», dice John Vogel, un nicaragüense que coordina las operaciones de una empresa británica que invierte en bambú.

Ésta es la planta que más rápido crece en el mundo. Está lista para cosechar en un año y es sostenible incluso después de cuatro o cinco años, en contraste con las maderas tropicales duras típicas que tardan más en madurar y que pueden cosecharse solo una vez.

Vecino cercano

Vogel es un apasionado del bambú y las oportunidades que esta planta le puede traer a su país, que busca dejar atrás un pasado marcado por la guerra civil y las turbulencias políticas y un presente donde reina la pobreza.

Desde hace años China es el mayor productor de bambú y recientemente se ha beneficiado con su creciente demanda.

Pero desde esta región de Nicaragua, resulta más fácil acceder al mercado potencialmente enorme que es Estados Unidos.

La inversión en bambú está teniendo un efecto positivo en los trabajadores de las plantaciones locales. Ahora hay más trabajo, sobre todo para muchas mujeres que estaban desempleadas y también para los hombres que antes tenían que viajar a Costa Rica en busca de oportunidades.

¿Riesgos políticos?

Pese a los beneficios obvios, es importante no perder de vista los riegos de apostar por este material.

Desde el punto de vista práctico existe el riesgo de inundaciones en la región y de pestes.

Y para los inversores, hay un riesgo político asociado con la inestabilidad de los países productores.

Los locales dicen que hay demasiados prejuicios en torno a Nicaragua. Insisten en que se han tomado las medidas necesarias para proteger los intereses de los inversores.

Y aunque todavía queda mucho camino para que podamos referirnos con propiedad a esta planta como la madera del siglo XXI, al menos las plantaciones de bambú están poco a poco ganando terreno.

BBC, Nicaragua

 

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