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Basura espacial peligrosa y amenazante

Modelo computacional de la basura espacial en órbita.

Diversos especialistas han manifestado su preocupación por el aumento de la basura espacial y los potenciales peligros que enfrentaremos si no tomamos medidas inmediatas.

La basura o chatarra espacial, es cualquier objeto artificial sin utilidad que orbite la Tierra, comprendiendo desde grandes restos de cohetes, satélites inactivos y fragmentos resultantes de explosiones en el espacio, hasta pequeñas partículas de metal, polvo y pintura, todos ellos, objetos creados por el hombre.

La gran concentración de basura espacial y su continuo aumento, podría ser realmente perjudicial para astronautas, satélites, naves espaciales e incluso la Estación Espacial Internacional (EEI). Un asunto que las agencias y gobiernos deben tomar realmente en serio.

Incluso, Chile dio a conocer su preocupación por el problema ante el Comité de las Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre en febrero de 2012, luego que en enero, a 1.250 kilómetros de la isla chilena de Wellington, se precipitaran los restos de la fallida sonda espacial rusa Phobos-Grunt (destinada al planeta Marte).

Algunos datos alarmantes

Sofisticados modelos computacionales, señalan que la cantidad de basura espacial superó el límite crítico, transformándose en una avalancha de pequeños fragmentos que colisionan constantemente entre sí, multiplicándose rápidamente.

En febrero de 2009, dando la razón a las predicciones de los expertos, colisionaron en el espacio un antiguo satélite militar ruso denominado Kosmos-2251 y un satélite de comunicaciones estadounidense activo, clasificado como Iridium- 33. La colisión de ambos aparatos, produjo unos 2000 fragmentos (verdaderos proyectiles en órbita).

La estadounidense Space Surveillance Network, sigue la pista a miles de objetos, mediante radares, sensores y telescopios ópticos. Actualmente, se calcula que hay en órbita unos 16.000 escombros rastreados desde la Tierra con tamaños superiores a 10 centímetros y a lo menos, de medio millón de piezas cuyo tamaño varía entre uno y diez centímetros. Ni mencionar la cantidad de partículas menores, que podrían ser varios millones.

Todas estas estructuras, fragmentos y partículas, viajan a velocidades superiores a los 26.000 o 28.000 kilómetros por hora, por lo que su potencial destructivo es altísimo. Pequeños choques, han dejado huellas debidamente documentadas en naves y estaciones espaciales, revelando la extraordinaria fuerza destructiva de micro-impactos.

Según el consultor de la NASA, Donald J. Kessler, en el futuro cercano el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre (LEO) aumentará de forma considerable, y por ello, nuevos ingenios espaciales tendrán una mayor probabilidad de ser impactados por escombros. Tras cada colisión, se producirán más escombros, lo que aumentará el riesgo de nuevos choques, desarrollándose un verdadero círculo vicioso, “un efecto dominó”, proceso bautizado como “Síndrome de Kessler”.

En consecuencia, el volumen de basura espacial en la órbita baja terrestre será tan alto que, se producirán colisiones frecuentes, creándose más basura y aumentando el número de impactos sobre otros objetos, produciéndose una cascada de colisiones.

Por ello, es imprescindible desarrollar un sistema viable que permita disminuir la presencia de escombros que giran alrededor de la Tierra, priorizando el desarrollo de un plan que entregue recursos para la gestión y la eliminación de los desechos.

Recientemente, científicos suizos lanzaron el programa CleanSpace One encaminado a retirar la basura espacial desde la órbita terrestre, cuyo presupuesto asciende a 11 millones de dólares, para desarrollar una serie de “satélites limpiadores”, pequeños aparatos capaces de detectar los objetos peligrosos en la órbita y destruirlos. También la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en colaboración con la compañía española Tecnalia, dirige una iniciativa europea para enfrentar el problema de la basura espacial. El proyecto Bare Electrodynamic Tether (BETs), estudiará como desviar (sacar de órbita) satélites en órbita baja a un costo aceptable. El proyecto sería financiado por el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea.

No enfrentar el problema a la brevedad, significa poner en riesgo la mayoría de los satélites en órbitas bajas, las misiones robóticas y tripuladas en el espacio, incluso, hacer el acceso al espacio imposible durante un prolongado periodo de tiempo, quedando prisioneros en una celda de escombros, que es fruto de nuestra impericia e irresponsabilidad.

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