Cascadas, playas y cocaína
La diversificación del narcotráfico en Centroamérica los ha llevado a incursionar en áreas que parecían imposibles para sus propósitos. Hoy sabemos que todo lo que tenemos les interesa y la amarga experiencia que vive Costa Rica, debe servirnos como alerta.
Los exuberantes parques nacionales de Costa Rica atraen a turistas de todo el mundo por sus selvas tropicales, blancas playas y manantiales de aguas termales, pero recientemente han recibido visitantes no tan deseables: narcotraficantes, señala un reportaje de Reuter.
Los cárteles han puesto la mirada en las preciadas reservas naturales de Costa Rica, en momentos en que se enfrentan a ofensivas militares por parte de México y algunos países de Centroamérica.
Los narcotraficantes han encontrado un paraíso vasto en los manglares y junglas, con pocos pobladores y escasa vigilancia policial, que pueden usar como paradero para la cocaína que trasiegan desde Sudamérica hacia Estados Unidos.
También han comenzado a aprovechar cada vez más la fértil tierra para sembrar marihuana entre los almendros y cedros del lugar.
Costa Rica no tiene un ejército, y esta incursión en su territorio ha puesto a los guardias forestales, ligeramente armados, al frente de la guerra contra el narcotráfico al mismo tiempo que deben evitar que los excursionistas se topen con alguna sorpresa desagradable.
En enero, la Guardia Costera fue llamada para incautar casi una tonelada de cocaína encontrada en una zona pantanosa del parque Palo Seco, que hubiese alcanzado un valor de unos 100 millones de dólares en las calles de Estados Unidos.
Las autoridades costarricenses confiscaron en la primera mitad del año más de 6.6 toneladas de cocaína dentro y fuera de los parques, lo que se compara con 3 toneladas en el mismo lapso del 2011.
En todo el 2011, las incautaciones de cocaína alcanzaron 8.9 toneladas.
Los guardias forestales también han encontrado docenas de campamentos, completamente equipados, de los narcotraficantes.
«Ellos llegan, abren trochas (senderos) nuevas en el parque para sus vehículos y hacen sus campamentos, esperando a que lleguen cargamentos en botes», dijo Carlos Martínez, jefe de la policía del poblado de Quepos, cercano al parque «Manuel Antonio», el más popular del país, a unos 130 kilómetros de la capital San José.
«Encontramos pichingas (bidones) para combustible, contenedores para agua y comida, y restos del manteado que utilizan para cubrir los cargamentos, hasta se hicieron aquí unas bancas para sentarse a platicar o planear», relató.
Efecto globo
La mayor actividad de los cárteles de la droga en los parques de Costa Rica se explica por el llamado efecto «globo» que desplaza el narcotráfico desde las zonas donde está siendo combatido por militares como en México, Colombia, Honduras y Guatemala.
«Apretaste el globo en el sur y apretaste el globo en el norte, y sencillamente las organizaciones criminales, aunque no sean los capos, se desplazan y lo articulan en Centroamérica», dijo Mauricio Boraschi, jefe de la Comisión Nacional Antidrogas de Costa Rica.
La policía señala que el trasiego de drogas es ejecutado principalmente por los cárteles mexicanos, incluyendo los de Sinaloa, La Familia y el del Golfo.
El mes pasado, la policía costarricense arrestó en San José a Juan Manuel García, presunto jefe de las operaciones del Cártel del Golfo en Centroamérica.
Los narcotraficantes embarcan grandes cantidades de cocaína desde el puerto colombiano de Buenaventura -en aguas del Pacífico-, desde donde pueden navegar directamente hacia parques como Manuel Antonio, que cuenta con largos tramos de playas, dijo Boraschi.
De ahí pueden continuar su camino al norte en la autopista Panamericana, u organizar más trayectos en bote por la costa del Pacífico.
Costa Rica abolió a su Ejército en 1948, una medida que se celebra anualmente, así que el país centroamericano no puede enfrentar el problema con un enfoque militar como se hace en México o Colombia.
Sin embargo, el Gobierno de Costa Rica ha fortalecido la cooperación con la Marina de Estados Unidos para golpear a los narcotraficantes en el Pacífico Sur.
Además, recientemente recaudó un impuesto especial a negocios para reunir 70 millones de dólares para el combate al narcotráfico, incluyendo unidades policiales especiales.
Michael Rothermund, un portavoz de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés), dijo que agentes de la organización han trabajado de cerca con las autoridades judiciales y policiales costarricenses.
«Costa Rica ha sido un buen compañero en esta lucha», dijo Eric Nelson, ministro consejero de la embajada de Estados Unidos en San José.
«Creo que están tomando buenas decisiones, como aumentar su presupuesto en seguridad y el combate a la corrupción», agregó.
La incursión del narcotráfico aún no se ha traducido en un incremento en la violencia, porque los criminales optan por mantenerse fuera del radar de las autoridades, sin ataques contra las fuerzas de seguridad como en México.
En 2011, la tasa de homicidios de Costa Rica bajó por primera vez en seis años a 11.5 por cada 100,000 habitantes, rompiendo la tendencia creciente de violencia en Centroamérica.
Honduras, que registra el mayor número de asesinatos del mundo, tuvo una tasa de 86 por cada 100,000 habitantes el año pasado.
Guardianes solitarios
Los cárteles aún no han atacado a los guardabosques pero existe una creciente preocupación por la seguridad al viajar a zonas apartadas en las reservas.
«Sus tareas tenían que ver con temas como la atención al visitante, educación ambiental, y control y protección», dijo Rafael Gutiérrez, jefe de los guardaparques del Sistema Nacional de Areas de Conservación de Costa Rica.
«Pero ahora la complejidad de su trabajo ha cambiado», dijo.
Los 28 parques de Costa Rica abarcan una cuarta parte del territorio, lo que significa que los narcotraficantes tienen más que suficientes pantanos, montañas y junglas para esconderse.
Para poder retirar la tonelada de cocaína que se encontró en Palo Seco en enero, los oficiales pasaron un día entero batallando con raíces y manglares en aguas pantanosas que les llegaban hasta el cuello.
Costa Rica está particularmente ávida por frenar las incursiones de los cárteles en los parques, que son un importante sitio turístico con unos 300,000 visitantes anuales.
El turismo genera para el país unos 2,100 millones de dólares, cerca del 5 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
«Es una lástima que esto suceda», dijo James Kaiser, un estadounidense que se encuentra escribiendo una guía de viajes sobre Costa Rica.
«Pero como visitantes de los parques nacionales, no tengo reserva alguna al visitar las zonas más populares, porque creo que esas no son las áreas que los narcotraficantes van a usar», explicó.
El jefe policial Martínez coincide en que es muy poco probable que los turistas se topen con algún traficante de cocaína, sin embargo, dijo que están especialmente atentos a visitantes aventureros para evitar que eso suceda.
«El peligro más grande es que haya un enfrentamiento entre los narcotraficantes y algún turista», dijo Martínez. «Siempre estamos buscando algún surfer que anda de aventurero o que se pudiera perder por ahí, buscando la ola más grande», agregó.
(Traducción de Armando Tovar; Editado en español por Javier López de Lérida)