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Suiza mira hacia Latinoamérica, pero le preocupa la pobreza

Sao Paulo Brasil.

En 1998, Latinoamérica dio un giro de 180 grados: Venezuela miró a la izquierda y detrás de ella, toda una estela de países. Las expropiaciones han sido parte de sus polémicas decisiones.

Casi tres lustros después, América Latina goza de una solidez económica envidiable, pero en el terreno humano, su deuda aún es importante: 3 de cada 10 habitantes viven en la pobreza.

Para Suiza, esta región sigue siendo una veta por explorar. En 2011, las exportaciones suizas a esta zona representaron solo 2,9% de las ventas totales al extranjero, confirma la Secretaría de Estado de Economía (Seco).

El modelo estatalizador

Detrás de Venezuela, también Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Perú, Nicaragua y Paraguay miraron a la izquierda. Cada uno con su propia estrategia de fortalecimiento del Estado.

México y Colombia se mantuvieron como las únicas economías grandes que apostaron por el neoliberalismo con pinceladas de programas sociales.

Venezuela y Bolivia, en tanto, se erigieron como defensoras de una política de expropiaciones que privilegia los intereses nacionales sobre los foráneos.

“Latinoamérica tiene un rasgo común: posee una gran riqueza de materias primas, que ha sido una tentación frecuente para aplicar modelos que no están orientados hacia el exterior. Pero cada país es distinto y no se puede hablar de la izquierda de forma generalizada”, dice a swissinfo.ch Christopher Humphrey, académico de la Universidad de Zúrich.

Su optimismo se modera cuando vislumbra el futuro del país que opera como pilar de esta corriente política: “Al principio, Venezuela apoyó a Chávez votando contra la corrupción que había en el país, no contra las políticas neoliberales previas. Ahora, considero que la situación es más compleja, porque en este país hay tipos de cambio múltiples, mercado cambiario negro, inflación y desincentivos para la producción. No obstante, creo que mientras haya petróleo, la economía podrá salir adelante”.

Sobre Bolivia su percepción es matizada: El presidente “Morales estatizó los hidrocarburos y otros sectores, pero sus políticas monetarias y fiscal han sido austeras; tiene el apoyo del FMI y se ha manejado con una deuda pública baja”.

En su opinión, Chile es un ejemplo exitoso: “Aunque esto se deba esencialmente al cobre y al pescado, el país ha sabido manejar muy bien su política económica y sus ingresos”. Y Brasil es una sólida potencia emergente “que está incluso manufacturando aviones al mundo”.

Ventajas y desventajas

La lista de las expropiaciones latinoamericanas ha sido generosa durante los últimos años, pero solo han afectado a dos grandes grupos suizos: Glencore, en Bolivia, vía la estatización de tres de sus empresas (2006, 2010 y 2012), y Holcim en Venezuela (2008).

Sobre las nacionalizaciones, la visión de los observadores suizos es mixta.

Karl Frei, ex director del UBS en México, señala a swissinfo.ch que las expropiaciones parten de un principio equivocado: “Cuando existen contratos que no son justos, deben revisarse. Pero nacionalizar por razones políticas o populistas, es algo que no puede permitirse”.

Bruno Rütsche, creador de la ONG Grupo de Trabajo Suiza-Colombia, da importancia al trasfondo social de las mismas: “No se trata de nacionalizar por nacionalizar, sino de exigir que la economía opere en beneficio de la gente”.

Sobre el bienestar latinoamericano, las cifras ofrecen su propio discurso.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) afirma que en 1980 la pobreza afectaba al 40,5% de la población. En 1990, tras la llamada década perdida, alcanzó el 48,4%. El paso de gobiernos neoliberales redujo la pobreza al 43,8% en 2000; y una gestión preponderantemente de izquierda la ha llevado al 31,4% en 2010.

Una región rentable

Desde la perspectiva comercial, Latinoamérica es un mercado rentable, pero poco explorado por Suiza.

El estudio Suiza-Latinoamérica-Informe de las Relaciones Económicas 2012, publicado por la Secretaría de Estado de Economía (Seco) afirma que la región creció un 4,5% en 2011.

Las economías más destacadas fueron Argentina (+8,9%) y Chile (+6%). Brasil, el gigante de la zona, avanzó un 2,7%. Como dato de referencia, Suiza -alumna modelo de Europa- creció un 1,9% en 2011.

Sobre la importancia de Latinoamérica para Suiza, el ministro Philippe Nell, jefe de la Unidad de las Américas de Seco dice a swissinfo.ch:

“Las exportaciones suizas a Latinoamérica crecieron un 154% en 20 años. Pero es más indicativo señalar que pasaron del 2,7 al 2,9% de las exportaciones suizas totales. Esto significa que, en general, las firmas suizas han mejorado ligeramente en Latinoamérica”.

Nell destaca la importancia de Brasil (37,4%) y México (22,1%), que concentran el 59,5% de las exportaciones helvéticas a la región, por lo que los ciclos económicos de estas dos economías impactan de forma importante el desempeño general de las ventas suizas rumbo a esta zona.

Una mayor responsabilidad

Algunas voces afirman que como contraparte a los beneficios económicos que obtiene, Suiza también debe asumir responsabilidades con respecto a Latinoamérica y critican que conceda cada vez más importancia a lo económico, en detrimento de temas como los derechos humanos o la paz.

El gobierno suizo opina distinto.

Pietro Piffaretti, coordinador regional para Sudamérica en el Ministerio suizo de Asuntos Exteriores, declara a swissinfo.ch que “los intereses económicos siempre han sido un componente importante de la política suiza en Latinoamérica”.

Pero destaca que Suiza mantiene firme su compromiso de coadyuvar al desarrollo de la cooperación y la seguridad humana en Latinoamérica, y asegura que Berna ha ido diversificando sus relaciones con los distintos países según los avances y la transformación de la región.

Piffaretti cita también los retos que América Latina tiene consigo misma, como la desigualdad social, la corrupción o el crimen organizado.

Pero al final del día, en medio de su alegría perenne, la región tiene un reto más básico por cumplir: que cada ciudadano tenga lo necesario para comer y vivir cada 24 horas. Y el camino aún es largo.

A. Ornelas, M. Águila y S. Ferrari, swissinfo.ch

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