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Seaflower podría ser atendido por Nicaragua y Colombia

Tras el fallo del Tribunal Internacional de La Haya (19 noviembre), un área del Mar Caribe rica en biodiversidad pasó de manos colombianas a nicaragüenses, dejando a la comunidad científica del país centroamericano el desafío de investigar y proteger los complejos ecosistemas marinos allí presentes, dicen los propios expertos.

Según la resolución, 54 por ciento de la reserva Seaflower —calificada como zona de importancia global por la Unesco— quedó bajo soberanía nicaragüense, según informa el diario El Libre Pensador, de Colombia.

“Es una formidable oportunidad para la investigación científica en diversas áreas, que nos permite conocer la diversidad de especies y su vulnerabilidad al calentamiento global”, dijo a SciDev.Net Jorge Huete, director del Centro de Biología Molecular de la Universidad Centroamericana y presidente de la Academia de Ciencias de Nicaragua.

Pero, agregó, estas oportunidades “vienen acompañadas de una gran responsabilidad por la protección de estas riquezas naturales” y admitió que si bien Nicaragua tiene investigadores con experiencia en biodiversidad, cuenta con pocos especialistas en ciencia marina y estudios taxonómicos, ecológicos, oceanográficos y genómicos.

Por ello, no descartó solicitar la colaboración de expertos colombianos que tienen una larga trayectoria de investigación en el Mar Caribe.

Esta posibilidad tampoco es descartada en Colombia. La directora de Asuntos Marinos y Costeros del Ministerio de Medio Ambiente, Elizabeth Taylor, se pronunció por dialogar con Nicaragua para mantener una política binacional de protección de la reserva Seaflower.

Huete coincide en que “hará falta implementar un programa interdisciplinario y, ojalá binacional o internacional que haga frente al desafío”.

El área ahora bajo soberanía nicaragüense incluye 76 por ciento de la segunda barrera de coral más grande del Caribe, hábitat de 130 especies de peces, 102 de coral y cientos de esponjas, moluscos, crustáceos, tortugas marinas y ballenas, además de 157 especies de aves y vastos manglares.

Su potencial petrolero ha suscitado preocupación en Colombia, ante posibles trabajos de exploración o explotación, pues sin tecnología adecuada estas actividades serían de alto riesgo para la flora y fauna de toda la península de Yucatán y Centroamérica.

Al respecto, William Martínez Bermúdez, secretario de la Asociación Nacional de Geólogos y Profesionales Afines de Nicaragua, dijo a SciDev.Net que la política de su país es realizar estudios de impacto ambiental antes de concesionar algún área para explotación.

Añadió que “todo proyecto deberá tener una distancia considerable (al menos 10 km) de las áreas conocidas de migración, reproducción, alimentación de las especies de flora y fauna marinas”.

Pero aseveró que primero será necesario “fortalecer científica y técnicamente a los profesionales nicaragüenses involucrados en proyectos de exploración petrolera”.

“La exploración de petróleo en el Caribe nicaragüense data de los años 60. Desde entonces no se ha hecho descubrimiento de importancia alguna. Al parecer [dicha zona] no favorece la preservación de hidrocarburo en grandes cantidades”, informó.

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