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1.4 millones urgen alimentos en Centroamérica por eventos climáticos

seco3* 2.2 millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua perdieron sus cosechas por lluvias y sequías, de las cuales 1.4 millones necesitan asistencia alimentaria con urgencia. FAO y WFP solicitan US$ 72 millones a la comunidad internacional para brindar asistencia alimentaria a más de 700 mil personas en el Corredor Seco.

Ciudad de Panamá. – La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), advirtieron hoy que las sequías prolongadas e intensas lluvias destruyeron más de la mitad de las cosechas de maíz y frijoles de los agricultores de subsistencia en el Corredor Seco centroamericano, dejándolos sin reservas de alimentos y afectando su seguridad alimentaria.

Diagnósticos de los gobiernos centroamericanos concluyeron que 2.2 millones de personas habían sufrido pérdidas de cosecha, sobre todo a causa de la sequía. Análisis y evaluaciones de seguridad alimentaria en emergencias realizados en el Corredor Seco por la FAO, WFP y los gobiernos en el último trimestre de 2018 validaron estos resultados y confirmaron que 1.4 millones del total de 2.2 millones de personas afectadas necesitan asistencia alimentaria con urgencia.

Para el 2019, la FAO y el WFP están solicitando a la comunidad internacional US$72 millones para brindar asistencia alimentaria a más de 700 mil personas en el Corredor Seco.

Estos fondos también se utilizarán para crear y rehabilitar activos productivos, diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores, establecer sistemas de protección social y fortalecer su resiliencia ante los efectos del clima.

“Los agricultores de subsistencia están comenzando a sembrar este mes, muchos no tienen reservas de alimentos y están en riesgo de perder sus cosechas nuevamente”, advirtió Miguel Barreto, Director Regional del WFP para América Latina y el Caribe. “Si no les apoyamos ya, el período de escasez de alimentos de los próximos meses podría ser particularmente duro para ellos y especialmente para los más vulnerables, entre ellos niñas y niños, con el consecuente deterioro de su condición nutricional”.

Gobiernos centroamericanos informaron que en el 2018 un retraso en las lluvias en el Corredor Seco arruinó hasta un 70% de la cosecha de Primera de los agricultores de subsistencia, mientras que el exceso de lluvias dañó hasta el 50% de la cosecha de Postrera.

A mediados de febrero de 2019, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos anunció la aparición del fenómeno de El Niño y se pronostica que se prolongue hasta el mes de octubre. Existe una alta probabilidad de que El Niño afecte la siembra de granos básicos de la Primera, lo que empeoraría la ya frágil seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades en el Corredor Seco.

La FAO y el WFP recomiendan informar a los agricultores que tomen en cuenta esta condición para que sus cosechas no sufran los impactos del retraso de la temporada lluviosa, tomando medidas como el reemplazo de cultivos exigentes en agua por sorgo, maicillo y tubérculos o la siembra de variedades precoces de ciclo corto con las primeras lluvias en las zonas más secas.

“Hay que mejorar la resiliencia de los habitantes del Corredor Seco. Para ello se deben reforzar los sistemas de vigilancia y alerta temprana, y mitigar los efectos de eventos como sequías y lluvias a través de buenas prácticas agrícolas que aumentan la resiliencia y adaptación de las familias para fortalecer sus medios de vida, evitando que estos eventos climáticos comprometan su seguridad alimentaria y los fuercen a migrar”, dijo Adoniram Sanches, Coordinador Subregional de la FAO para Mesoamérica y Representante en Panamá.

Se estima que de los 1.9 millones de pequeños productores de granos básicos que hay en Centroamérica, la mitad se encuentran en la zona del Corredor Seco. Estas familias son agricultores de subsistencia, lo que significa que cosechan y consumen los alimentos que siembran, principalmente maíz y frijoles, y apenas cuentan con recursos para hacer frente a los riesgos. Si una cosecha falla, no tienen reservas suficientes para comer o vender, para sobrevivir hasta la próxima cosecha.

Una vez agotan sus reservas de alimentos, las familias recurren a estrategias de sobrevivencia consideradas de crisis o emergencia. Según información de la FAO, WFP y los gobiernos, hasta un 82% de las familias ha vendido sus herramientas de agricultura y sus animales para comprar comida. Incluso se saltan las comidas o comen alimentos menos nutritivos.

Más del 25% de los hogares encuestados no tienen suficientes ingresos para cubrir el costo de la canasta básica. Por otra parte, un 8% de las familias informaron que piensan migrar en respuesta a esa situación.

Según la FAO y el WFP, sólo a través de la revitalización de los territorios del Corredor Seco se podrán garantizar condiciones para que las comunidades mejoren sus medios de vida, sin que tengan que irse de sus países y emprender viajes riesgosos para buscar mejores oportunidades.

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