Colombia tiene que salir de nuestras aguas
Se la jugaron y perdieron. Debe dolerles y conocemos ese dolor. Lo hemos sufrido un par de siglos desde la ocupación de que fue objeto nuestro archipiélago. La Corte Internacional de La Haya no hizo más que devolver a Nicaragua parte de su territorio, el resto, por decisión de la misma Corte, es irrecuperable.
Un acto de justicia completo habría sido que reivindicaran a favor nuestro todo el archipiélago de San Andrés y Providencia e islotes adyacentes, que nunca debieron pertenecer a la nación sudamericana a no ser por sus pretensiones expansionistas.
Ojalá que el presidente Juan Manuel Santos haya hablado al peso de la lengua al decir que hay aspectos errados de la Corte que Colombia no reconocerá, pese a que él mismo había adelantado que lo fallado por la CIJ, es de ineludible cumplimiento.
Esperamos que más bien se acerque a Nicaragua en busca de recomponer las deterioradas relaciones y a ver cómo es que harán sus embarcaciones de pesca para poder acceder a los enclaves de Quitasueño y Serrana.
La reacción de Santos fue típica de los emperadores que no aceptan ser contrariados bajo ningún punto de vista. “Esta parte sí me gusta porque me conviene, pero la otra no, porque afecta a Colombia”. En eso se resume lo dicho por el mandatario colombiano.
Como decíamos antes, ojalá que no hable mucho y se apreste más bien a cumplir la decisión de la Corte Internacional, de lo contrario le será más difícil tragarse después sus palabras.
Lo más peligroso, sin embargo, es que Santos ha dado falsas esperanzas a sectores que se han develado como ultranacionalistas desde hace rato y que venían proponiendo precisamente eso: que Colombia aceptara el fallo solo si le convenía, de lo contrario debía rechazarlo.
Puede llegar a ser traumático el que le den a uno a probar una “sopa de su propio chocolate”, y lamentablemente eso es lo que la Corte le dio a Colombia al regresar sus aguas territoriales a Nicaragua.
La soberbia no da lugar a la sensatez y por el momento Colombia se aferra a sus fragatas de guerra, que como decíamos el lunes, ya debería ir sacando de nuestro territorio para darle cumplimiento al mandato de la Corte y brindarle una oportunidad al desarrollo y a la paz.
“Uno de los problemas que le quedaron a Colombia luego del fallo de la Corte de La Haya es que ahora le toca entrar a negociar con Nicaragua la forma en que podrá transitar hacia los cayos Quitasueño y Serrana, sobre los que se ratificó la soberanía del país, pero que quedaron enclavados en aguas territoriales nicaragüenses”, reconoce el diario El Tiempo.
El inconveniente de dar este paso, según expertos, es la relación «complicada» que Bogotá y Managua han tenido en los últimos meses por cuenta del litigio limítrofe.
Enclavado es un territorio de un Estado que queda ubicado, esta vez por un fallo de la justicia internacional, en territorio de otro. La decisión de La Haya es que a Colombia le pertenecen Quitasueño y Serrana, con 12 millas náuticas de mar a sus alrededores, pero para llegar a ellos necesariamente se debe pasar por aguas de Nicaragua.
«Es un lío delicado, porque a Colombia le toca llegar forzosamente a un tratado de movilidad y comunicación con Nicaragua, y este país siempre ha sido problemático con sus vecinos», aseguró Carlos Patiño, internacionalista de la U. Nacional.
La Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, a la cual Colombia no se ha suscrito, establece un marco normativo que habla del «derecho de paso inocente», que consiste en que «con sujeción a esta Convención, los buques de todos los Estados, sean ribereños o sin litoral, gozan del derecho de paso inocente a través del mar territorial».
Eduardo Velosa, internacionalista de la Javeriana, dijo que para aplicar eso «toca entrar a negociar con Nicaragua una zona de paso».
No obstante, el presidente Juan Manuel Santos dijo, durante su alocución, que «la Corte también resaltó que esta nueva línea ‘no afecta los derechos de navegación’ de los colombianos», lo que significa, a su juicio, que «los habitantes de San Andrés tienen derecho de transitar libremente hacia Quitasueño, Serrana, Serranilla y Bajo Nuevo y viceversa, y a derivar sustento de la pesca».
Los analistas coincidieron en que la Corte pidió facilitar el paso por esa zona, tal como lo indicó el jefe de Estado, pero advirtieron que es difícil llegar a un acuerdo de ese tipo con Managua.
«Lo que tiene que ver con el actual gobierno nicaragüense lleva más a complicaciones que a claridades», precisó Ricardo Abello, profesor de la U. del Rosario.
La figura de los enclaves es algo nuevo para Colombia y no está claramente regulada legalmente. Seguramente temas como el tránsito de naves militares y la administración de esos territorios serán espinosos en un eventual diálogo bilateral.
“Se rompió unidad”
En materia de soberanía quedó otro problema con el fallo, según Juan Ramón Martínez, del Rosario. «Se rompió la unidad del archipiélago de San Andrés y Providencia», precisó.