Colombia nos tenía puesta la bota
Oscar Merlo
Crecimos sabiendo que Colombia había cercenado parte de nuestro territorio en el mar Caribe al apropiarse hace un par de siglos del archipiélago de San Andrés y Providencia. Las veces que se puso de moda el tema, sentimos la punzada nacionalista y el dolor por el patriotismo impotente ante una nación que nos supera en todo.
Lo que ignorábamos por completo era la magnitud del despojo. Nos quedamos perplejos recientemente al ver los mapas elaborados por las Fuerzas Armadas de Colombia. Al trazar su frontera con Nicaragua en el meridiano 82, nos habían arrinconado a nuestras propias costas en el Caribe.
Sus barcos de guerra se han encargado de humillarnos sacando a nuestros pescadores y científicos de las áreas que volvieron a ser nuestras al hacer La Haya el más grande acto de justicia de los últimos tiempos.
No pudo el tribunal de justicia internacional en Holanda dar respuesta a la petición completa de Nicaragua de recuperar en su totalidad el archipiélago de San Andrés, sin embargo, parte de las aguas que estuvieron también usurpadas volvieron a ser nuestras.
El argumento de la CIJ fue que Colombia había demostrado haber ejercido “soberanía” en las islas en disputa, algo que nuestro país no pudo definir.
Fue en realidad una soberanía impuesta debido a la desproporción entre los dos países. Nicaragua tiene apenas 5 millones 465 mil 100 habitantes, contra 46 millones 586 mil de Colombia, disparidad que se ve reflejada en la cantidad de efectivos de nuestro Ejército, que no llega a los 10 mil hombres, contra 240 mil del país sudamericano, sin incluir a los 2 millones 140 mil efectivos del servicio militar obligatorio.
Con semejante diferencia fue fácil para los sucesivos gobiernos de Bogotá enseñarnos sus largos dientes cada vez que protestamos por el archipiélago que consideramos pertenece a Nicaragua, entre otras razones por estar a escasa distancia de nuestro territorio continental y por ser parte de nuestra plataforma marítima.
Las cifras económicas colombianas son también aplastantes en relación a nuestra realidad. Nicaragua es un país que ha actuado con el corazón y eso podría justificar el triunfo en La Haya, pese a que muchos colombianos y su gobierno subestimaron a los “indios” que se alzaron con una victoria inobjetable.
Colombia debe ahora buscar el acercamiento con Nicaragua a fin de que el área del Caribe redefinida por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, se convierta en una zona de desarrollo y paz para ambas naciones, respetando por supuesto las decisiones del máximo organismo jurídico del planeta.
Los amigos sudamericanos tienen que entender que vivimos otros tiempos y que los estados modernos basan sus acciones en el respeto a las leyes internacionales.
A la par de los llamados a la barbarie como el del ex presidente Álvaro Uribe, que ha exigido a Santos no acepte el fallo de la CIJ, hay voces sensatas que están claras de que será difícil para Colombia no acatar la decisión de la Corte y lo más a lo que puede aspirar es a solicitar una interpretación o revisión, lo que no provocará ningún cambio.
Según el excanciller colombiano Camilo Reyes, “no hay otra instancia jurídica, no hay otra instancia por medio de la cual se pudiera tomar una decisión distinta, lo que sí se puede hacer es pedir una interpretación de ese fallo y una interpretación si Colombia considerara que hubo circunstancias especiales que cambiaron algo en el proceso para una toma de decisión”.
Reyes agregó que “el fallo está lleno de errores y de errores graves, es curioso que la Corte haya tomado tal decisión. El campo que hay para cambiar lo que ya hay es remoto”. Sin embargo, dijo lo que hay que pensar ahora es en lo que se puede hacer con lo que se tiene.
Precisamente, una de las preocupaciones que han surgido se relaciona con las repercusiones del fallo para Colombia a nivel internacional, por el hecho de que Colombia firmó tratados limítrofes marítimos con Costa Rica, Honduras, y Jamaica.
Sin embargo, según el presidente de la CIJ, Peter Tomka, el fallo solo relaciona a Colombia y Nicaragua, sin perjuicio de los derechos de terceros países, pero en caso de que la decisión llegue a tocar otro Estado, las negociaciones ahora también involucrarían a Nicaragua.
Medios de comunicación del país sudamericano citan al profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, Ricardo Abello, quien considera que con la decisión no se afectará otra frontera.
“Con Costa Rica ya no tenemos frontera marítima en el Caribe, con Panamá tenemos un tratado que está ratificado, pero que quedó hasta mitad de camino porque de ahí en adelante son aguas nicaragüense. Con Honduras desde el 2007 no tenemos fronteras marítimas”, explicó.
Finalmente y aunque han surgido dudas sobre si es necesario o no realizar una reforma constitucional para delimitar el nuevo mapa de Colombia, el expresidente de la Corte Constitucional, Juan Manuel Charry, advirtió que no es necesario.