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Divagaciones pre navideñas…

Dr. Enrique Rimbaud.

Hay días que uno se levanta más curioso que otros o será que tras haber pasado cuatro días con una gripe y una tos espantosa esto me ha dejado casi loco, que no es lo mismo que medio loco.

La cuestión es que hoy amanecí con una serie de interrogantes profundas, por ejemplo, nunca leí nada de la Real Academia Española acerca de las onomatopeyas usadas en los diarios y vulgares coloquios de nuestra prensa cotidiana y ciudadana… pero, por mi parte, me niego a aceptar estas onomatopeyas como algo real, trabajo con animales desde toda mi vida y nunca escuché un perro decir GUAU, ni a un gato decir MIAU, ni a una vaca decir MU o un chancho decir OINC! ¿A quién se le ocurre? Ni decir que jamás oí disparar a alguien una pistola o revolver que dijera BANG o reventar un cohete que se escuchara ¡BUM!

Como agenda 2013, le pediría a la Real Academia Española que revisara las onomatopeyas, que fueran más creíbles.

Los idiomas me tienen loco, si digo JAMÁS en español, estoy diciendo nunca. Pero si lo digo en inglés, hablo de un grupo terrorista horrible que anda por el mundo echando bombas y otras pelotudeces.

Ni qué hablar cuando el idioma incluye palabras vernáculas de origen indígena. Por ejemplo, la palabra PUPUSA, que viene del náhuatl según los entendidos, en El Salvador, le pusieron PUPUSA a una tortillita rellena quien sabe de qué, la que cuentan ellos que es maravillosa, para mí, es como un taco para haraganes, pero bien, en Nicaragua a defecar le pusieron ¡PUPUSEAR! ¿O es que “pupusear” es el acto de eliminar la “pupusa”?, entonces, si vamos al baño luego de desayunar, tendríamos que decir que vamos a ¡GALLOPINTEAR!

Ni siquiera hay seriedad con las revisiones históricas, desde hace años que estamos atrás del famoso fin del mundo maya, afirmado y reafirmado por Nostradamus y otros farsantes épicos, la cuestión, es que nunca terminamos de terminar. Suelo hacer “fiestas del fin del mundo”, pero ya renuncié, son tan seguidas las fechas que no damos abasto. Decídanse de una vez por todas, porque la incertidumbre nos mata.

Me preocupa Papa Noel o Santa Claus, pues tendría que venirse del fresquito del norte a este calorón con esas vestiduras térmicas, con esos renos que no sabemos si han sido desparasitados o no, y van a sufrir, hay que ver si traen los certificados correspondientes para pasar por la Aduana y que el MAGFOR les permita la entrada, sino, sería una Navidad muy triste, pero por las dudas, tengan a mano unas bichas bien heladas para Santa y sus renos, que no creo que sepan del calorón que hace en Nicaragua.

¡Por todo y todo, que tengan una muy feliz Navidad!

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