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Consciencia, congruencia, coherencia…

Las madres siempre nos recuerdan que nos parieron con dolor, pero, nadie nos advirtió que íbamos a vivir con dolor, porque crecer duele, vivir duele, y aprender a ser hombre duele también.

Duele la vida misma, duele la sociedad tal y cual la conocemos y duele luchar por llegar a la sociedad tal y cual la imaginamos.

Supongo yo que no debe ser fácil para alguien estar en una disco, con una chica que exhibe un vestido que no se lo hayan visto en otro evento, donde llegó en carro lujoso o camionetona, y gastar los reales en un par de medias, cuando casi cinco millones de compatriotas tienen que pensar que van a comer al otro día.

De cualquier manera, es un país de contrastes, y así hay que pensarlo para quererlo y amarlo, para comprenderlo, un país donde coexisten Montelimar y La Chureca, como partes de un todo y de una realidad incontrastable, un país ganadero donde la gente poco come carne, un país lechero donde la gente bebe sobre todo gaseosa, un país donde el ron se hace con sangre y se paga con dinero.

En este maremandum, desafiando tormentas y temblores, hay que hacer maravillas para generar consciencia, y agarrarse fuerte para mostrar coherencia.

La gente es exitista y exigente, la gente pide, demanda, que hay una plaza de toros, que vi un mono en tal lado, que se instaló un circo en tal otro, que mordieron a quien sabe quién, que,  que voy a hacer o que voy a decir, que como me voy a manifestar… como si todo no debiera o tuviera que emanar del colectivo, de la consciencia global, del patrimonio moral del pueblo, de un acervo cultural que debemos construir, entre todos, no soy yo quien deba premiar o condenar, somos todos, yo soy solamente una herramienta de este pueblo, una voz de los que no tienen voz, pero también habitan esta nuestra tierra.

¿El  mundo es más complicado de lo que nos contaron o imaginamos, como conjugamos un país que dio gente como Andrés Castro o Sandino con aquel que tensa el brazo para arrancarle cabalgando la cabeza a un pobre pato, o ve cómodamente sentado como muere el gallo que crió con tanto esfuerzo?

Hoy los hijos de los caballos que se enmontañaron con Sandino tiran de carretones en condiciones pésimas de salud y de trabajo.

Mucha gente, piensa que poseer un machete le da derecho a machetear, y así arremete contra amigos, familia y animales, adquiriendo el título de hombre arrecho, pobre borracho de alcohol y de alma desvariada.

Pero, la sociedad se debe construir acompasada, es un proceso en el cual de nada valen las hidalguías y los héroes solitarios, lo que importa es el consciente colectivo, y ese es el que debemos construir, entre todos, para todos.

El revanchismo no construye, el afán vengativo de muchos que buscan como denunciar a tal o cual por lo que hacen o dejan de hacer con sus animales no lleva a ningún puerto, lo importante es la educación, predicar con el ejemplo, y que este sea más contagioso que la gripe.

Si el estado firma como país la Declaración Universal de Bienestar Animal, y la Asamblea Nacional vota la Ley de Protección y Bienestar Animal, pero cada día se hacen más carreras de patos, cada día hay más riñas de gallos, cada día hay más maltrato a los caballos de carretones o a las mascotas en general, cada día se venden más animales en carreteras y semáforos, y el tráfico ilegal aumenta, quiere decir que se ha abierto una brecha entre la sociedad civil y el estado y su clase política.

Una brecha que no debemos combatir tirando morterazos desde la vereda de enfrente, sino que tenemos que reducir tendiendo puentes, puentes de educación, de información, que pugnen por una sociedad en la que animales y hombres podamos vivir juntos y en paz sobre el planeta.

La madurez no la logramos por la vía punitiva, sino por la vía de los hechos generados por el consciente colectivo. No es una victoria cerrar o prohibir un circo, la victoria es que el circo deba irse porque el público no aparece.

Aquel que ama a los animales y sufre por los vecinos, que no se deleite pensando en cómo los va a denunciar en cuanto aprueben la ley, si no que gaste el esfuerzo en hablar con sus vecinos y educarlos.

Muchos escépticos, críticos acérrimos de todo lo que se mueva, intelectuales de pacotilla que no se despegan de sus laptops pensando la frase con la que comenzarán el día, siempre nos espetan por qué perder el tiempo con los animales y por qué no gastarlo en los niños, la mujer o la familia.

Pobres almas vacías que no entienden que los animales son parte de nosotros, de nuestra familia, de nuestro hábitat, de nuestra sociedad, y que quien maltrata a un animal, luego maltratará al resto de la sociedad.

Sigamos en la lucha.

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