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Ya no basta con comer, hay que nutrirse y lucir bien

Los consumidores buscan cada vez mayores atributos en los alimentos, que reflejen su personalidad y estilo de vida, situación que ha generado cambios en la cadena alimentaria en su totalidad. Invertir en tecnología se torna esencial para aprovechar esta revolución.


Los alimentos pasaron de ser una simple necesidad humana para la supervivencia para convertirse en un reflejo más de la modernidad. Al adquirir un producto, los consumidores ya no solo buscan saciar el hambre, debe además adaptarse a sus particulares necesidades nutricionales, de salud, de estética y hasta de compromiso con el ambiente.

Las manifestaciones de estos cambios, que empiezan a conformar la llamada revolución alimentaria, así como sus implicaciones en la cadena productiva fueron analizadas en un foro técnico que organizó el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) este 10 de junio, en su sede central ubicada en Costa Rica.
  
 
 
Panelistas en Foro sobre tendencia en la demanda de alimentos y uso de tecnologías agrarias en la región.
 
 
 
 
Para el experto chileno Arturo Barrera, los alimentos reflejan la forma en que viven las sociedades y por ello se transforman cuando cambia el mundo. Es la revolución alimentaria más amplia y profunda que ha conocido la humanidad.

“Antes se producía en serie, ahora se busca la diferenciación. Estamos en el inicio de esta nueva revolución que se manifiesta en la convergencia de diferentes estilos alimentarios, en la expresión de la personalidad a través de la comida, en el boom de los alimentos funcionales y nutritivos”, explicó Barrera.

“Para el 2040 se intensificará la globalización alimentaria, cada vez se buscará más la alimentación a la medida para grupos específicos, como mujeres embarazadas o adultos mayores, la ciudadanía ejercerá más sus derechos y habrán más consumidores socialmente responsables que influirán en la forma de producción”, agregó.

Los cambios de esta revolución, dijo, se traducen en nuevas formas de cosechar, de procesar, de distribuir, de consumir y de gestionar la sustentabilidad y los riesgos.

Mario Montero, vicepresidente de la Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (CACIA), fue enfático al afirmar que la preferencia por alimentos personalizados no es una moda pasajera. “Llegó para quedarse y ha impactado tanto a los productores como a las industrias, que han tenido que ajustarse a la nueva demanda”.

Eduardo Alonso, consultor y asesor de la Cadena AutoMercados, considera que este nuevo tipo de demanda obedece a la creciente concientización sobre la importancia de alimentarse sanamente, aunque de paso, resulta que lo que usted come le puede dar un cierto estatus social.

“Esta demanda es correspondida por una oferta nueva y diferente, donde se abren oportunidades para que los productores puedan tener mayores ganancias, ofreciendo valor agregado a sus productos, como características nutricionales o el empleo de sistemas de producción amigables con el ambiente”, comentó.

Pero los beneficios de esta revolución se han quedado en la industria agroprocesadora y en quienes distribuyen y venden, coincidieron en señalar el Director General del IICA, Víctor M. Villalobos, y el Representante para Costa Rica de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Alan Bojanic.

“Esa gran industria que se está desarrollando está concentrada en los procesos de postcosecha, por lo que debe reflexionarse sobre dónde está el agricultor en esta revolución. En las cadenas de valor aún no está posicionándose el productor” recalcó Villalobos.

Para Bojanic, esta denominada revolución alimentaria no ha logrado solucionar los problemas de desigualdad en el acceso y la distribución.

Precisamente, el desarrollo de tecnologías para producir con mayor calidad y menor riesgo ayudarían a lograr esta igualdad en el acceso a los beneficios de la revolución. Sin embargo, América Latina y el Caribe (ALC) invierten casi nada en investigación y desarrollo.

Usuarios, más no desarrolladores

ALC se ha convertido en el principal usuario de la biotecnología, incluso tres de los cuatro países que más producen transgénicos en el mundo forman parte de la región. El panorama es muy diferente cuando se habla de desarrollar tecnología agrícola.

“En conjunto, la región invierte solo el 5% del total de recursos que invierte Estados Unidos en tecnología e innovación y, de ese presupuesto, el 50% pertenece a Brasil. La región se ha quedado rezagada en el sector primario”, explicó el experto internacional Eduardo Trigo, del Grupo de Consultores CEO de Argentina.

Para Trigo, la región no ha percibido el potencial de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) y, en especial, de la biotecnología para generar nuevos productos e insumos agroindustriales, para tener una mayor capacidad de respuesta a las limitaciones naturales que se imponen a la agricultura y para desarrollar alimentos funcionales, cuya demanda crece considerablemente.

Enrique Alarcón, del Área de Tecnología e Innovación del IICA, concordó en que la región no está lista para aprovechar las oportunidades. “Está comprobado que por cada US$1 que se invierte en investigación y tecnología se genera una ganancia de alrededor de US$120. La pregunta entonces es por qué no invertimos; considero que no se le puede atribuir esta responsabilidad de forma absoluta al gobierno, se deben crear alianzas y hacer ver la importancia de tal inversión”, sostuvo.

Al respecto, la Viceministra de Agricultura de Costa Rica, Tania López, enfatizó que las estrategias deberían estar orientadas hacia la atracción de desarrolladores. “Los países de la región nunca van a alcanzar los niveles de inversión en tecnología que hace el sector privado o las transnacionales. Por ello, se debe atraer a más empresas que vengan a invertir en el agro, que vengan a hacer alianzas con el sector privado y con la institucionalidad pública”, comentó.

Bernardo Mora, de Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA Costa Rica), agregó que se debe continuar fortaleciendo a los institutos de investigación.

“La plataforma biotecnológica de la región se debe impulsar por medio del fortalecimiento de los centros de investigación, ya se cuenta con personal capacitado, pero el ingenio no es suficiente para innovar”, sostuvo.

Comer ya nunca más será lo mismo. Alimentarse será cada vez un fenómeno más complejo y con mayores significados sociales y psicológicos. El mundo, efectivamente, marcha hacia una revolución alimentaria aunque estamos lejos de tener el acta de defunción de los sistemas alimentarios tradicionales, sentenció uno de los presentes.

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