Imagen de Santos en picada
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.
El presidente de Colombia. Juan Manuel Santos, atraviesa su peor momento político con dos encuestas que evidencian el rechazo de los colombianos hacia su gestión, la primera de Datexco que dejó claro que la ciudadanía rechaza su reelección y la segunda de Gallup, que le da una imagen negativa del 47%.
Curiosamente, en ninguna de las encuestas se menciona el fallo de La Haya como un factor que incida en el brusco descenso de la figura del mandatario, pese al impacto que tuvo en esa nación andina el hecho de que la Corte Internacional de Justicia devolviera a Nicaragua gran parte del mar territorial que le había sido arrebatado.
Las razones esgrimidas por la caída de Santos, son entre otras: falta de comunicación y de confianza; poca ejecución de obras y problemas de fondo en la administración, según expertos.
La imagen de Santos cayó nueve puntos y varios puntos en casi todos los indicadores que miden su gestión, según la más reciente medición de la encuesta Gallup.
Es la primera vez, en su mandato, que más personas tienen una imagen negativa del presidente Santos, un 47 por ciento, frente a un 44 por ciento.
Para los analistas, no es un secreto que temas sensibles como la negociación con las Farc, el desempleo, la salud, la lucha contra la pobreza, los líos ambientales y los anuncios de obras de infraestructura vial que no cumplen las expectativas de grandes proyectos, así como la inseguridad en las ciudades le pasaron factura y lo dejaron en una caída libre que, aunque remediable, es «delicada».
Según Luis Guillermo Patiño, director de Ciencias Políticas de UPB, la situación es delicada para la democracia porque quiere decir que «las personas no ven ni los logros ni hacen un reconocimiento a la labor del presidente».
Patiño señaló que esto se evidencia en que muchas de las grandes propuestas de Santos no se han logrado materializar y aunque hay una cantidad de buenas intenciones «no llegan a un feliz término».
En ese mismo sentido, el experto en marketing político Carlos Andrés Pérez, dijo que los ciudadanos no se están dando cuenta de la gestión de Santos ya que «no hay una estrategia clara en comunicación y a esto se le suma que deberá pasar del discurso a las acciones».
El consultor y analista político, Andrés Mejía Vergnaud, va más allá y sostiene que más que problemas de comunicación, se requieren cambios sustanciales en el Gobierno y que lo urgente es que el presidente muestre interés por los temas del país.
«Hay focos de inconformidad y de agitación por todo el país y el Gobierno se ve indiferente, ausente, pasivo. Lo peor es que Santos no se muestra sinceramente preocupado y angustiado por los problemas nacionales. De ahí que se requieren cambios serios».
Al evaluar el tema económico, Javier Díaz Molina, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), explicó que se esperaba que el crecimiento económico el año pasado fuera cercano al 4,5 por ciento y terminó por debajo de 4 y por eso «se esperaban una situación mejor y no resultó. A ello se suma la constante en la percepción del desempleo ya que no se percibe mejoría, a pesar de que los datos del Dane digan lo contrario».
Para Ramón Javier Mesa, decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, entre otras razones, la desaceleración de la economía le pasó cuenta de cobro a Santos y, para completar, «el desempeño industrial del país muestra que no está creciendo y en general la desaceleración del comercio y la construcción, están influenciando mucho». Agregó que el debate de la reforma tributaria dejó, además, algunos sinsabores en el sector.
Patiño recapituló indicando que la percepción que hay es que las cosas no van a mejorar. «Es muy complejo revertir esta situación de mala imagen y de percepción en poco tiempo, tendría que haber un timonazo, un golpe grande de opinión muy fuerte para que la imagen del presidente mejore».
Frente al derrumbe de su imagen, Santos se ha aferrado al desconocimiento del fallo de La Haya que favoreció a Nicaragua, como la única tabla de salvación que tiene hasta el momento para recobrar su maltratada popularidad, ya que las pláticas con las Farc van de traspiés en traspiés.