Con los muertos más solitarios del mundo

No todos dejan abandonados a sus muertos. Hay personas que les rinden constante culto como lo evidencia la tumba de la fotografía.
* En el cementerio Oriental el 50% de los sepulcros está abandonado y hay gente que no los llega a ver desde hace 40 años
“Hay muertos que no hacen ruido, y es más grande su penar”. Es una estrofa de una de las tantas versiones de la canción “La Llorona” que le puede caer al pelo a la mitad de los difuntos del cementerio Oriental, olvidados para siempre por sus deudos.
Un empleado de ese camposanto contó que al menos al 50 por ciento de los muertos, sus familiares vivos lo abandonaron desde el mismo momento en que los sepultaron. “El que menos tiempo lleva solo tiene 13 años, y los que más, hasta 30 y 40 años”, indicó.
Sus palabras nos hicieron recordar aquella vieja rima de Bécquer, de la que ponemos aquí una estrofa: “La piqueta al hombro, el sepulturero, cantando entre dientes, se perdió a lo lejos. La noche se entraba, reinaba el silencio: perdido en las sombras, medité un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”.
Y es que así como nos lo cuenta el trabajador, los muertos del cementerio Oriental podrían contarse entre los más solitarios del mundo. ¿Se acordará alguien de una tumba a la que no llega desde hace casi medio siglo?
“Algunos familiares también fallecieron y de seguro los llevaron a enterrar a otra parte, otros se fueron del país y no volvieron”, dijo nuestro informante. Pero existe el prejuicio del respeto a los muertos, lo que en la mayoría de casos impide que los restos en abandono sean enviados a un osario común.
Quizás a eso se atienen aquéllos que ponen a su muerto bajo tierra y se alejan para siempre, sin volver la espalda, a lo mejor pensando: ¡Al diablo la muerte, mientras la vida nos dure!
No habría problemas con lo anterior si acaso hubiera espacio, no obstante, es lo contrario. No hay lugar para ni un muerto más que no haya comprado de previo su terreno.
En la otra acera, están un montón de vivos –previsores- que rascan porque les vendan el pedazo de terreno donde descansarán -¿eternamente?-, los suyos y ellos mismos.
El cementerio Oriental fue fundado en 1959 y en menos de cincuenta años se vio saturado. Los cadáveres que ahí yacen, fueron “víctimas” del huracán Mitch en 1998, lo que aceleró la decisión de cerrarlo para nuevos fallecidos.
“A la gente no le gusta pensar en la muerte. Yo, estoy convencido de que es inevitable que nos vayamos de este mundo, y mi familia está creciendo aceleradamente. Lo confieso: no alcanzaremos todos en el único terreno que tenemos”, dijo un señor que andaba visitando la tumba de un hermano fallecido.
Es por ese temor que generan los cadáveres insepultos, que este parroquiano aconsejó a la Alcaldía de Managua que ponga un límite de tiempo a quienes han dejado solos a sus muertos, olvidándose de paso de pagar sus impuestos.
“La muerte, obviamente, no es parte de los pensamientos de los vivos, pero hay que estar preparados”, dijo nuestra fuente. Y queda claro que no piensa igual que aquéllos que al poco enfermar, expresan asustados: ¡Ay muerte, no te me acerques, que estoy temblando de miedo!