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Nicas en turismo sexual de Panamá

* Migración a nación canalera y otros países esconde un acertijo que no todas descifran antes de dejar su hogar en nuestro país, y la experiencia puede resultar aterradora

Hay varias fotos donde enseñan el rostro con descaro y hasta sonriendo. ¿Sabrían que estarían en la portada de un sitio web dedicado a promocionar la prostitución en Panamá?

En la medida en que los nicaragüenses han saturado el mercado laboral que les han designado en Costa Rica, Panamá se convirtió de repente en el nuevo destino de miles de compatriotas que buscan desesperados una opción de vida que no les ofrece la tierra que los vio nacer.

Entre los migrantes que poco a poco despueblan Nicaragua, hay muchas mujeres jóvenes con incierto destino. Algunas van dispuestas a todo, pero la mayoría son engañadas y caen en poder de redes de trata de personas que las explotan en trabajos domésticos o las vuelven esclavas sexuales.

Un “cronista” de la desventura

Alguien que firma como “Saint Germaine”, es el “cronista” de las desventuras de estas chavalas pinoleras que salen de nuestro país cargadas de esperanzas y sueños que en un tris pueden convertírseles en horrendas pesadillas.

“Germaine”, quien tiene vena de periodista turístico, describe a Nicaragua como “un hermoso país. Un país de lagos y volcanes, con paisajes maravillosos, dignos de competir con los principales objetivos turísticos de la región. He tenido la oportunidad de visitar este país y la belleza de sus paisajes contrasta con su realidad económica y social”.

Luego va al grano: “Desde Nicaragua se ha acentuado la llegada de personas a Panamá, especialmente de mujeres que vienen muchas veces a realizar una vida en el país canalero, y otras pocas que anhelan regresar a su Nicaragua con buen dinero; tanto unas como otras suelen decepcionarse al llegar al país: Sin estudios universitarios, sin experiencia y sin siquiera un permiso de trabajo, tienen que ganarse la vida como meseras en bares de baja categoría como los de la Avenida Central, Calidonia y El Antiguo Terraplén”, señala.

Trabajan por su cuenta

Brinda importantes destalles: las prostitutas nicas no están organizadas como las colombianas, en “casas” bajo la tutela de “madames”. Por lo general trabajan por su cuenta y su tarifa es bastante baja en comparación con la media (alrededor de 40 dólares americanos, incluso menos).

“Podría suceder que el vacío dejado por las sudamericanas en los burdeles podría ser rápidamente ocupados por las pinoleras”, advierte.

La terrible experiencia de “Dayana”

Panamá es un peligroso lugar para ejercer la prostitución y de esto pueden dar fe las miles de colombianas que han sufrido explotación y abusos inenarrables en territorio canalero. Hasta el momento, su porte europeo las hace las preferidas de los clientes panameños y son muchas las que llegan a hacer dinero para luego regresar a Colombia a poner un negocio o estudiar.

Pero los costos pueden ser demasiado altos. Como le ocurrió el mes pasado a “Dayana”, de 19 años, una colombiana oriunda de Santa Rosa Cabal, quien junto a otras tres muchachas de la misma nacionalidad, fueron llevadas a Colón, Panamá, donde ancló un crucero con 80 griegos a bordo, todos ávidos de mujeres.

Los griegos habían hecho negocio con un español propietario de tres prostíbulos en Panamá y había llegado la hora de finiquitar el “negocio”. Los marineros tiraron cuatro colchonetas sobre la proa e hicieron fila. Desde abajo, el “chulo” español gritaba a las colombianitas que subieran rápido, que solo tenían cuatro horas para “brindar el servicio”.

Se desmayó

Dayana recuerda que frente a su colchoneta había 19 hombres enfilados e impacientes, mientras el primero, de casi 2 metros, estaba sobre ella. Les habían asignado a veinte griegos a cada una y aquello apenas empezaba.

“Cuando el tercero se acostó conmigo empecé a sangrar, porque era más grande que el anterior y parecía un loco”, contó Dayana, un año después, a la Fiscalía 15 Especializada en Derechos Humanos.

Antes de desmayarse y quedar inconsciente durante dos horas, 11 griegos la habían penetrado. La joven fue llevada a un hotel y, dos días después, le informaron que tenía una deuda de 1.000 dólares por no atender el servicio completo.

¿Cómo defenderlas?

Dayana se había mudado a Panamá un año antes, luego de establecer contacto, por medio de sus vecinos, con un tal Rubén, que le ofreció trabajo de recepcionista en Colón. Cuando llegó, él mismo le quitó el pasaporte y le informó que ejercería la prostitución y que le adeudaba 1.800 dólares por el viaje.

Quien tenga oídos para oír, que oiga. A muchas de las chavalas que salen de nuestros barrios y poblados, les espera en México, Panamá, Guatemala, Honduras, Costa Rica y otros países, un destino tan duro como el de Dayana y sus amigas de infortunio. Sus familiares y las autoridades de Nicaragua deben intervenir para detener el sacrificio de estas jovencitas, algunas de las cuales encuentran la muerte.

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