Eva agita el paraíso
* Petición de reformas a polémica Ley 779 no debe poner a hombres y mujeres en aceras opuestas, tal vez sería más sabio asumir que “ni yo soy tan malo, ni vos sos tan buena”
Oscar Merlo
Una especie de “guerra de los sexos” se ha desatado en Nicaragua con la Ley 779, Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres, con partidarios, detractores y sectores que exigen cambios en dicha estructura jurídica.
Hay quienes expusieron antes de que la cuestionada ley fuera una realidad, que si las leyes se aplicaran debidamente, no haría falta una legislación específica que ahondara las disputas sexistas que abundan en todas partes del mundo.
¿Violó, golpeó o mató un hombre a una mujer, niña o niño? Pues mándenlo a la cárcel sin estúpidos atenuantes de que lo hizo acicateado por los celos o en un momento de arrebato.
Incidencia religiosa
En una sociedad machista como la nuestra, vale más la educación iniciada desde la infancia, que el intentar corregir por la fuerza a sujetos que crecieron creyendo que la mujer que se acuesta con ellos les pertenece y les debe obediencia.
Es algo, que si lo vemos con calma, no es siquiera culpa de los hombres. El 80 por ciento de la población de Nicaragua dice profesar alguna religión, siendo la católica y la protestante las que jalan más prosélitos.
Ambos cultos son similares y pregonan el patriarcado como disciplina social y familiar, haciendo énfasis en que la mujer, es decir, la singular Eva que fue hecha de una costilla de Adán, debe ser sumisa ante el poderoso varón que la ama y de paso la sojuzga.
Amores peligrosos
Hay mujeres que alientan comportamientos violentos en sus machos, viendo con recelo al señor que las trata con ternura. “El que no quiere, no pega”, es una frase que se escucha con más frecuencia de la deseada.
Hace algunos años fuimos testigos en un barrio de Managua, de la acción heroica de un vecino que se lanzó a defender con las manos limpias a una dama que era agredida con un garrote por su marido.
Al final, la mujer y su amado verdugo terminaron vapuleando al héroe improvisado que tuvo que huir para salvar su vida, jurando que no volvería a meterse en problemas de parejas.
No demonizar
Hay hombres diabólicos y existen también mujeres perversas. Pero la mayoría son buenos. Nuestros jueces y juristas no han demostrado suficiente sapiencia cuando son puestos a dilucidar quién tiene la razón en un diferendo doméstico.
Muchas veces ponen en libertad a un agresor que pocas horas después va a asesinar a la esposa o amante que lo había mandado preso. ¿Y qué de cosas no hemos visto con los violadores?
En otras ocasiones han mandado a la cárcel o puesto en situación difícil a hombres que han sido víctimas de sus compañeras o esposas.
Hay azuzadores
Un ex compañero de trabajo que se partió la vida para conseguirle hogar y comida a su pareja más joven, tras más de una décadas de convivencia se vio de pronto acorralado por la justicia después de que la dama de sus sueños se enamoró de otro hombre y no encontró mejor excusa para dejarlo y quedarse con la vivienda, que decir que era maltratada.
Un par de amigas se prestaron a acudir como testigos de un maltrato que jamás existió. Por supuesto que un par de cuernos tienen que doler menos que las cuchilladas, machetazos, balazos, pedradas, estrangulamiento y otras salvajadas utilizadas por los “machos” para dirimir sus diferencias con sus mujeres.
Pero no debe perder de vista nuestra justicia que si bien la misoginia tiene que ver mucho con el maltrato a las mujeres, también existe una corriente misándrica que se distrae cultivando el odio hacia los hombres.
Feminismo colérico
Con un panorama tan polarizado, hay que reconocer la labor del Poder Judicial de Nicaragua al impulsar seminarios dirigidos a explicar a la Policía Nacional el alcance de la Ley 779, que ha encontrado rivales hasta en la misma Corte Suprema de Justicia.
No hay que dejar desprotegidas a las mujeres, pero tampoco hay por qué acorralar a los hombres. En Costa Rica, donde la aplicación de las leyes es más equitativa que en Nicaragua, existe una organización regentada por féminas que auxilia a los varones cuando estos presentan indefensión ante sus parejas. Es una especie de contracorriente al feminismo exacerbado.
No se trata de ir en contra de aquello que afecta a los cobardes que golpean, mutilan o matan mujeres, sino de ayudar en aquellos casos de injusticia notoria, donde se hace pagar a justos por pecadores bajo el peso de una moda con amplísimos recursos aportados por naciones europeas.
Iguales ante la ley
Tampoco se trata de dar pábulo a posiciones extremistas como las de algunos sacerdotes y pastores.
Si alguna posición religiosa hay que tomar en cuenta, tiene que ser una parecida a la del pastor Saturnino Serrato, del grupo Asambleas de Dios, quien señala que la Ley 779 conculca el derecho de igualdad absoluta entre el hombre y la mujer establecido en el artículo 48 de nuestra Constitución.