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Se mató por no encontrar trabajo

 

Vicky Harrison se mató por no encontrar trabajo.

La frustración también llega a los 21 años, parece decirnos Vicky Harrison, una joven británica que desde los 19 buscaba trabajo sin éxito. No encontró y se quitó la vida. Ocurrió a finales de marzo pero recién se publicó la historia en los diarios londinenses.

 

“No quiero seguir siendo yo misma”, escribió lacónicamente para su novio, y se tragó una sobredosis de pastillas. Había sido rechazada en más de 200 entrevistas de trabajo. Si esa fuera la actitud de los jóvenes de los países pobres, América Latina -y Nicaragua en particular- estaría despoblada.

Los que le conocieron se niegan a entender semejante desesperanza y se aferran a los valores que conocieron en la muchacha. Su novio Nathan la recuerda como una “chica sobresaliente”, aparte de divertida y guapa. Desde la foto que publica el Daily Mail, ella parece confirmarlo.

Lousie, la madre, contó a la prensa británica que “Vicky era una niña brillante e inteligente que se deprimió al no poder encontrar trabajo. Estar en el paro durante tanto tiempo le parecía humillante y no pudo aguantar más”.

“Por favor, no estén tristes. No es culpa de ustedes. Quiero que todo el mundo sea FELIZ”, dejó dicho en otra misiva dirigida a sus hoy atribulados padres.

¿Qué es lo que no pudo ser Vicky? Ella quería ser productora de televisión y a las citas de trabajo se presentó armada con buenas calificaciones obtenidas en la secundaria, estudió Imagen y Sonido en la Universidad de Londres durante un año, pero abandonó los estudios para ponerse a trabajar y ahí empezó su calvario.

Cuando vio difícil que tomaran en serio sus primeras aspiraciones, se fue por cualquier cosa y así optó a dependienta, camarera, reponedor de estanterías, ayudante de comedores escolares, hamburgueserías. La respuesta fue siempre un rotundo: “No”.

“Sufrió tantos rechazos que su confianza quedó afectada (…) Se sentía humillada por no encontrar trabajo. Sentía que no tenía futuro”, relató su padre, Tony Haworth, de 53 años, al periódico Lancashire Telegraph.

Ahora, su familia quiere crear una fundación con su nombre para ayudar a otros jóvenes desempleados que se encuentren en la misma situación a fin de enseñarles cómo enfrentarse al mercado laboral.

“Un lugar donde la gente pueda hablar y entender que esto no es el fin del mundo”, asegura Haworth. De esta manera, el padre de la joven, que ha roto ahora su silencio después de la trágica pérdida de su hija, busca consuelo: “Para algo tiene que servir la muerte de Vicky”.

En su memoria quedará para siempre el 30 de marzo, el día que encontró el cuerpo sin vida de su hija en el salón. Horas antes, había leído una carta en la que la rechazaban para trabajar en una guardería. Paradójicamente, un día después de su muerte llegó el cheque (65 euros a la semana) del subsidio para solicitantes de empleo. Ahora será otro joven, de los muchos que engrosan las listas del paro, el que reciba ese dinero.

Foto: Cavendish Press (Daily Mail)

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