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Dos nicas muertos por odio tico

  
 

 

 

Uno de los nicas asesinado en Costa Rica es trasladado por el OIJ.

El trasnochado nacionalismo de la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, empieza a dar resultados funestos para los nicaragüenses que laboran en el país vecino, y esta vez el turno les tocó a dos hermanos asesinados salvajemente a garrotazos. 

El diario La Nación publicó en una nota de sucesos, que los nicas tuvieron roces con recolectores de café en una finca de San Juanillo, cantón de Naranjo, en Alajuela. Las autoridades descartan el robo como móvil del doble crimen.

Eran de Bluefields

Dos días antes, policías costarricenses habían apaleado a un jornalero nicaragüense de 23 años y a su esposa de 20, porque se atrevieron a bajarse del bus en que venían deportados, para tomarse un refresco.

Esta vez las víctimas también eran jóvenes, uno de ellos de apenas 22 años. Según otro diario tico, que cita a aterrorizados vecinos de San Juanillo, eran originarios de Bluefields y no tenían más familiares en nuestra vecina del sur.

El terrorífico caso Canda

El 10 de noviembre de 2005, en uno de los casos más espeluznantes de los que se tenga memoria en Centroamérica, guardias privados de Costa Rica dejaron que dos furiosos perros rottweiler devoraran vivo al nicaragüense Natividad Canda, quien fue descrito despectivamente como «indigente» por los medios de comunicación del país vecino.

El suceso transcurrió en medio de ataques xenófobos de los ticos por la presencia de gran cantidad de compatriotas nuestros que supuestamente llegan a arrebatarles sus fuentes de trabajo.

Durante meses, el cuerpo de Canda con los huesos expuestos debido a la carne que le arrancaron a mordiscos los canes, fue exhibido en distintos sitios web de Costa Rica, casi a manera de advertencia para los nicas.

Miles de chistes fueron modificados por nuestros «pacíficos» y «cultos» vecinos para burlarse del espantoso fin de Canda, entre ellos uno que decía que en vez de poner el rótulo de «Perro bravo» en las casas de San José, los ticos deberían poner: «Bravo, perros», aludiendo al acto de «patriotismo» que significó para ellos el ataque de los canes entrenados para matar.

Ahora el arma utilizada fueron garrotes, sin dudas otra muerte horrible para cualquier ser vivo, y amén de lo que hayan utilizado, cabe preguntarse si este es el preludio de una ola de ataques y asesinatos en contra de nuestros humildes conciudadanos que migraron buscando mejores horizontes.

Lo siguiente es parte de lo que publica La Nación.

Por los garrotes ensangrentados que aparecieron dentro del rancho donde vivían, las autoridades consideran que fueron víctimas de una golpiza.

La causa de muerte no está clara; los cuerpos estaban amarrados, cubiertos con una cobija y una vieja hamaca.

Uno de los fallecidos se llamaba Ledy Ortega Torres, de 22 años; el otro no portaba documentos, pero los peones lo llamaban «Santos». En su pantalón llevaba un carné a nombre de Hermida Torres, la madre de Ledy.

Ellos vivían desde hacía algunos días con un costarricense de apellido Molina en la pequeña casa de una finca cafetalera. El terreno pertenece a un hombre apellidado Jiménez, informó el OIJ.

La vivienda dista kilómetro y medio de la calle principal. Molina fue quien descubrió el homicidio.

Incidente. El tico abandonó esa propiedad la noche del viernes, luego de que unos recolectores de Zarcero lo amenazaron de muerte, según afirmó ayer (el lunes a la Policía. Los hombres asesinados también tuvieron roces con esas personas.

Molina encontró ayer abierta la puerta de la casa, así como algunos rastros de sangre. También vio dos garrotes, confirmaron voceros de la Policía Judicial. Eso ocurrió pasadas las 6:30 a. m.

«La casa tenía signos de violencia. Los cuerpos estaban a pocos metros (detrás de la propiedad)», manifestó Gilberto Jiménez, de la Fuerza Pública.

Molina buscó por los alrededores y encontró el suéter de uno de los fallecidos. Unos metros más adelante yacían los cuerpos.

Agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de San Ramón trabajaron ayer en la escena del asesinato. Según trascendió, uno de los sospechosos estaría identificado.

Los hermanos Ortega tenían dos meses de vivir en Costa Rica. Vinieron como trabajadores temporales para recolectar café.

Por eso, aunque el inmueble estaba en completo desorden, las autoridades consideran poco creíble el robo como móvil del doble homicidio. Los cadáveres fueron enviados a la Medicatura Forense.

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