Cambios en el Vaticano
Rubén Aguilar Valenzuela
El Papa Francisco avanza en la reforma de la curia romana y de la iglesia toda. Como parte de ese proceso, mañana asume el cargo de Secretario de Estado del Vaticano, el arzobispo italiano Pietro Parolin (58), que sustituye al arzobispo salesiano Tarcisio Bertrone (79), quien en el 2006 había sido nombrado por Benedicto XVI.
La gestión de Bertrone, mano derecha del cardenal Joseph Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue cuestionada por los problemas del banco vaticano, la filtración de información, el caso Vatileaks y el centralismo con que manejó la curia. Se sabe que trataba de evitar que cardenales y obispos se vieran directamente con el Papa. El cambio había sido anunciado el 31 de agosto pasado y ahora se hace realidad.
Parolin fue ordenado sacerdote en 1980. Se inició en el servicio exterior del Vaticano en 1986. Su primer cargo fue en Nigeria, donde estuvo de 1986 a 1989, y luego en México, de 1989 a 1992.
Fue Viceministro de Relaciones Exterioresdel Vaticano del 2002-2009. Antes de su nuevo cargo, se desempeñaba como Nuncio Apostólico en Venezuela. Se le conoce como conciliador y negociador.
Es normal que cada Papa nombre al Secretario de Estado, que debe ser una persona de su entera confianza y también alguien capaz de hacer frente a los problemas cotidianos de una estructura dos veces milenaria. El Papa ha elegido a un hombre de carrera dentro del servicio diplomático.
La decisión se propone tener un mayor control de las estructuras de la Santa Sede y mantener como aliados a los diplomáticos vaticanos que son un grupo muy pequeño, pero con un gran poder.
El cambio viene junto con la ratificación del secretario de Relaciones, Dominique Mambertri, y el del Interior, Giovanni Angelo Becciu, que también proceden del servicio diplomático. Que los tres personajes más importantes de la actual curia sean diplomáticos no es casualidad y revela una intención del Papa. Hay vaticanistas que interpretan esta decisión como la clara voluntad del Papa de abrir a la iglesia y relacionarla con el mundo, para que asuma responsabilidades de carácter mundial y deje de mirarse sólo hacia adentro. Con Benedicto XVI la diplomacia vaticana vivió tiempos difíciles.
En principio, las dos grandes tareas del nuevo Secretario de Estado, el segundo hombre del Vaticano después del Papa, son limpiar y adelgazar la estructura de la curia y devolver a la Santa Sede su protagonismo en la comunidad internacional. La intervención de la iglesia en el caso de Siria es un buen ejemplo de la línea que se va a seguir en el mandato del Papa Francisco.
La guía de ruta con la que contará monseñor Parolin para realizar su tarea es el informe en el que trabajan la comisión de nueve cardenales de todos los continentes nombrada por el Papa Francisco, para revisar la Constitución Apostólica Pastor Bonus, que fue promulgada por Juan Pablo II en 1988, y ofrecer ideas para reformar a la curia romana.