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Bogotá intenta sacar carretones de caballos de calles

Un carretón halado por caballos circula en una calle de Bogotá.

The Washington Post

Bogotá.- Es una sorprendente imagen en una de las ciudades más grandes de Latinoamérica: una destartalada carreta de madera jalada por un escuálido caballo en medio de las más congestionadas calles y avenidas. Y si el alcalde Gustavo Petro se sale con la suya, los 2 mil 890 propietarios de las carretas con caballos de Bogotá pronto tendrán que dejar de circular, ya que su gobierno está trabajando para modernizar esta ciudad de 7.5 millones de habitantes.

Uno de los más inventivos programas para remodelar una gran ciudad, consiste que a los propietarios de las carretas, que circulan por Bogotá recolectando basura que luego venden en los centros de reciclaje, se les ofrezca un subsidio de 11 mil dólares que podrán utilizar para comprar una pequeña camioneta, comenzar un pequeño negocio o asegurar una vivienda.

Por décadas, los recicladores que viajan en las carretas jaladas por caballos, conocidos como zorreros, trabajaban sin ser una molestia. Pero en una ciudad que se ve a sí misma como un modelo de la movilidad urbana, con vías rápidas para el tránsito de autobuses y ciclovías, los residentes se han mostrado impacientes con los zorreros y sus carretas. Los conductores se quejan que congestionan el tráfico. Los grupos por los derechos de los animales dicen que el forzar a los caballos a jalar hasta 600 libras de basura por las calles de la ciudad —y a veces sin contar con estos— es más que nada un abuso.

Petro, un ex guerrillero izquierdista, es el alcalde de una ciudad en la que existe un marcado abismo entre los ricos y los pobres. Petro dice que el plan es una manera para darle a los zorreros y a sus caballos un poco de dignidad.

“El problema no es solamente la pobreza, es sobre la igualdad social, la cual ha estado creciendo por muchas décadas”, Petro les dijo a los reporteros este año. “Hemos estado intentando encontrar una solución en la que todos salgan ganando: los animales, los trabajadores pobres, nuestra creciente ciudad, nuestra sociedad”.

Las carretas con caballos son ya una parte indisoluble de los vecindarios más acaudalados de Bogotá, donde circulan por las angostas calles al lado de Audi sedans y BMWs. Los recicladores, que por lo regular trabajan con sus familias enteras, se paran frente a edificios de apartamentos para buscar entre la basura y llevarse lo que puedan vender. En un día de trabajo pueden jalar hasta mil 500 libras de materiales reciclables, ganando —en un día bueno— quizás unos 40 dólares.

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