Nicaragua: conflicto o negociación

Ernesto Samper Pizano
(Expresidente de Colombia)

* “El camino del escalamiento del conflicto con Nicaragua a los únicos que beneficia es a quienes no han querido asumir sus responsabilidades por la precaria defensa de los intereses colombianos (—) y han estado, por el contrario, tratando de distraer la atención de la opinión engolosinándola con cuentos chinos, fragatas en pie de guerra y otros discos rayados”

En días pasados, las diferencias con Nicaragua subieron en su nivel de enfrentamiento. El gobierno del presidente Santos anunció una cruzada nacionalista contra las pretensiones sandinistas de obtener en La Haya el reconocimiento de una mayor área de plataforma más allá de las 200 millas. Esta pretensión nica ya había sido planteada y rechazada por la Corte en la denuncia que presentó el belicoso vecino para obtener el reconocimiento del pedazo de mar que perdimos.

En su sentencia, el alto tribunal desestimó la petición porque Nicaragua no había presentado las coordenadas de proyección de su costa sobre la plataforma pretendida. Dichas evidencias debían venir avaladas por un Comité Técnico de Plataforma Extendida, creado por el Derecho del Mar en el seno de Naciones Unidas, ante el cual no podemos hacer nada porque desde hace varios años nos autoexcluimos de la normativa internacional del mar para quedar con las manos libres frente a eventuales reclamaciones oceánicas.

De nada nos sirvió este autoaislamiento porque la Corte, por homologación de la costumbre internacional, nos aplicó el contenido de las normas de las cuales nos sentíamos librados. El gobierno de Santos, separándose del concepto de algunos de los abogados que contrató para encontrar salidas del problema en que nos metió la Corte, tomó la decisión legítima hace varios meses de no acatar la decisión del tribunal internacional y buscar otras salidas para defender nuestros derechos.

El presidente Uribe celebró con bombos y platillos esta nueva política, que se acercaba a su propuesta del no acatamiento de la sentencia, que nos puede colocar a las puertas de un conflicto bélico con Nicaragua. Tal vez haya llegado el momento de hacer un alto en el camino del escalamiento mediático, de las acusaciones recíprocas y de los desplantes soberanistas.

Nada le impide al presidente Santos, a partir del reconocimiento del fallo, utilizar todos los recursos a su disposición para aclararlo, interpretarlo y aplicarlo, inclusive para esperar que la Corte Constitucional señale sus alcances. Todo sin salirse de la legalidad internacional ni sacrificar nuestra larga tradición de país respetuoso de la solución pacífica de las controversias, principio de cuya aplicación regional fuimos pioneros al promover en los años 40 el Pacto de Bogotá, que ahora está en la picota pública

La mejor manera de conseguir esta transición es a través de la negociación diplomática, como lo pedimos con el expresidente López Michelsen cuando expresamos nuestras dudas sobre la naturaleza jurídica del meridiano 82 como frontera marítima entre los dos países y planteamos la necesidad de avanzar en una negociación bilateral, que considerábamos podía ser más benéfica –como quedó demostrado– para los intereses del país que el sometimiento del diferendo a los jueces.

Los partidarios de la interpretación dogmática del Tratado Esguerra-Bárcenas (1928), según la cual este había definido todos los límites entre Colombia y Nicaragua, inclusive los marítimos, impidieron que Colombia defendiera por la vía de la concertación diplomática lo que perdió por el camino del enfrentamiento jurídico. El camino del escalamiento del conflicto con Nicaragua a los únicos que beneficia es a quienes no han querido asumir sus responsabilidades por la precaria defensa de los intereses colombianos en La Haya y han estado, por el contrario, tratando de distraer la atención de la opinión engolosinándola con cuentos chinos, fragatas en pie de guerra y otros discos rayados. Lo mismo que hicimos cuando perdimos Panamá.

Expresidente de Colombia