40 años del “Chavo del Ocho”
El 20 de junio de 1971 se transmitió por primera vez el sketch “El Chavo del Ocho”, con el guion de Roberto Gómez Bolaños y un elenco de talentosos actores mexicanos. Gracias a su acogida y éxito, en 1973, logró convertirse en serie semanal. ¿Quién iba a imaginar en ese entonces que, cuarenta años después, esta historia seguiría provocando risas a televidentes de todo el mundo como si fuese la primera vez? A continuación, un recuerdo de los personajes que formaron parte de este magnífico programa que nos generó carcajadas, gran cariño y mucha ternura con cada capítulo emitido. ¡Sale y vale!
1. El Chavo (Roberto Gómez Bolaños): El protagonista de la serie. Nadie sabe cómo llegó a la vecindad ni su verdadero nombre –cuando lo iba a decir, lo interrumpían-. Lo cierto es que creció refugiado en un barril pese a que todos los vecinos le decían ‘Chavo del 8’ porque -en teoría- vivía en el departamento del mismo número (que jamás se mostró). El Chavo no tenía padres porque “nunca se los presentaron” y era pobre, con necesidades como el hambre y la falta de protección. A pesar de todo, el niño se las ingeniaba para conseguir de vez en cuando una “torta de jamón o una de pollo” (sus favoritas) o recibir la caridad de los vecinos. Cubierto con un gorro de orejeras y ropa vieja y desteñida, coreando un ¡zas! el “chavo” solía reunir a otros niños de la vecindad (Quico, la Chilindrina o Ñoño) para dar rienda suelta a su imaginación, aunque a menudo producía estragos con sus torpezas e ingenuidades. Siempre se le ‘chispoteaba’.
2. Don Ramón (Ramón Valdez): De lejos, el personaje preferido de muchos ‘chavomaníacos’ y ‘chavólogos’ siempre será Ron Damón (perdón, Don Ramón). Alojado en el #72, el apodado ‘Patas de chichicuilote’ también era muy pobre. No trabajaba, debía eternos 14 meses de renta al Sr. Barriga y sufría para educar a su díscola y pequeña hija, la Chilindrina. Pese a su escasa educación, era un hombre de buen corazón y, acaso por ser demasiado bien intencionado, se llevaba siempre la peor parte en cualquier alboroto relacionado con Quico: Doña Florinda lo premiaba con una sonora cachetada, fuese o no el culpable. Y empezaba el berrinche (que más parecía un rito, o más bien un mecanismo catártico) donde Don Ramón tiraba su gorro y lo pisaba con gracioso estilo, no sin poner cara de ‘chimpancé rabioso’. Además, solía evadir con cualidades de torero los acosadores embistes de la “Bruja del 71”. Ídolo.
3. Quico (Carlos Villagrán): Su nombre verdadero es Federico, pero su madre solo lo llamaba así cuando estaba molesta con él. Presumido y algo envidioso, Quico era otro de los pilares de la serie. Sus constantes berrinches expresados en su rostro con ‘cachetes de marrana flaca’ hacían del niño de traje de marinerito uno de los que provocaban más risa. Era muy mimado por su madre. Le gustaba sacar ‘cachita’ con sus juguetes nuevos a los otros niños y vivía ilusionado con que el profesor Jirafales le regalase una pelota cuadrada. Impertinente como pocos, Quico se ganaba la antipatía de los adultos que le respondían con un grito o con un pellizco. ¡No me simpatizas!, respondía. Eso sí, era tan ingenuo como el Chavo. Tal para cual.
4. La Chilindrina (María Antonieta de las Nieves): Si bien pobre, la petisa y pecosa Chilindrina era astuta, sagaz, díscola, ladina y atrevida. Además, la niña de las chompas al revés y las colitas desiguales era muy belicosa. Defendía a su padre gritándole “vieja chancluda” a Doña Florinda (la agresora cotidiana), pero quien finalmente ponía la cara era Don Ramón. También le ayudaba a esconderse del Sr. Barriga. En escasos capítulos manifestó su amor escondido por el Chavo, aunque nada pasó de simples coqueteos. Le hacía falta un diente, carencia que mostraba con cada sonrisa. Su principal característica (por lo sonora) acaso fue el escándalo que armaba con cada sollozo y la historia de fantasía que contaba cada vez que se iba a “acusar con su papá”. Una pequeña gigante.
5. Doña Florinda (Florinda Meza): Le decían ‘Vieja del 14’, ‘Vieja chancluda’ o ‘Cara de vela derretida’ pero era simplemente Doña Florinda. Perteneció a la alta sociedad, pero al morir su esposo Federico (marino que “murió en pez”), sobrevivía de la pensión. Sobreprotegía a su hijo, Quico, y cada vez que este se metía en problemas, le pegaba duro a Don Ramón. Sus típicas poses se reducían a su condición de mujer frustrada que anhelaba pertenecer a un entorno de mejor abolengo (que algún día fue) y dejar a la chusma. Florinda siempre andaba con un delantal y casi nunca se soltaba los ruleros.
6. Doña Clotilde (Angelines Fernández): La recordada ‘bruja del 71’ era una mujer anciana muy anticuada (portaba un vestido azul y un sombrero en forma de flor de los 50), pero una buena persona al fin y al cabo. Se ponía de mal humor, con razón, porque le decían bruja, cuando ella solo era ‘la señorita Cleotilde’. Era una soltera de avanzada edad y acosaba sin tregua –y con mucha gracia- al buen Don Ramón (que tragaba saliva cada vez que Cleo le dedicaba un piropo). Inolvidable es el capítulo en el que los niños entran a su tenebrosa casa, o cuando asusta a todos vociferando el nombre de su travieso perrito, a quien le puso Satanás. Y después te quejas, brujita.
7. El señor Barriga (Edgard Vivar): Su verdadero nombre es Zenón Barriga y Pesado y es papá de ‘Ñoño’. Él sí era verdaderamente ricachón y asistía puntualmente a cobrar a sus inquilinos la renta. Los niños se burlaban de su peso, poniéndole ‘Tinaco desparramado’ o ‘Albóndiga con patas’. Cada vez que aparecía en escena, el Chavo lo recibía con un golpe “sin querer queriendo” y Don Ramón se hacía humo para no pagar los 14 meses de renta que debía. Pese a las trabas, el Sr. Barriga participaba de las fiestas de la buena vecindad, organizándolas y llevando regalos para todos. Es que tenía una gran barriga el Sr. Corazón. (Don Ramón Dixit)
8. El profesor Jirafales (Rubén Aguirre): Era el cultivado profesor de la escuela que pretendía eternamente a Doña Florinda. Siempre llegaba a la vecindad con un ramo de rosas para su amada, que lo invitaba a pasar a tomar “una tacita de café”. Vanidoso y a la vez distraído, el ‘Maistro Longaniza’ no cesaba en su labor educativa de formar y corregir a los niños, aunque a menudo perdía la paciencia. ¡Tá, tá, tá, tá, tá!, decía al fastidiarse, y fumando con ansiedad ese enorme puro que no soltaba nunca.
9. Jaimito el Cartero (Raúl Padilla): Hizo su primera aparición en el espacio en 1979, tras la salida de Don Ramón y de Quico, y pronto se hizo un querido personaje de la serie. Jaimito era un tierno ancianito que trabajaba de cartero (o al menos se vestía como uno). Su pueblo natal es Tangamandapio, “un hermoso pueblecito con crepúsculos arrebolados” al que siempre añoraba en sus diálogos. Llevaba una bicicleta y sufría con las torpezas y travesuras del Chavo. Con el paso del tiempo, empezó a ‘ramonizarse’. Era pretendido por la ‘bruja’, le daba coscorrones al Chavo y se llevaba la peor parte en los desórdenes. Nunca repartía la correspondencia que traía argumentando que quería “evitar la fatiga”.
10. Godínez (Horacio Gómez Bolaños): Con su camiseta amarilla, overol azul y gorro de beisbolista, Godinez es uno de los personajes más curiosos del elenco. Aparecía en la escuelita sentándose en el último lugar del salón. Distraído, siempre que le hacían alguna pregunta de historia respondía automáticamente con un “yo no fui”. Y cada vez que estaban en examen, resolvía sus respuestas del “verdadero o falso” con una moneda, echándolo a la suerte. Poquísimas veces se le vio en la vecindad (tuvo algunas apariciones en las fiestas), aunque participó de algunos musicales como el “Si tu eres joven aún”.
DANIEL MEZA
Redacción Online
El Comercio de Lima