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¡Cuidado!, ancianos al volante

anciano-conductor* Evitar que personas mayores con capacidades disminuidas expongan su vida y las de otros, es una responsabilidad que hay que asumir

Dr. Vicente Maltez Montiel (*)

En Florida, Estados Unidos, se produjo un triste y lamentable suceso cuando una anciana de 79 años colisionó a siete personas, tres de las cuales fallecieron. Esta noticia reactiva un viejo debate sobre la potencial peligrosidad de un automóvil en las manos de una persona senil.

El debate tiene un fondo jurídico-social y médico ya que nuestro país no está ni estará exento de estas situaciones. Conviene aclarar que el presente artículo no pretende discriminar ni indisponer a nadie contra los adultos mayores, en los cuales tenemos nuestras raíces y deudas eternas impagables.

La capacidad es la posibilidad de adquirir derechos y contraer obligaciones, pero cuando surge un evento como el descrito en Florida, nos encontramos a un sujeto “inimputable”, es decir, que la ley lo declara sin responsabilidad penal y seguramente del efecto económico de daños.

Recordemos el caso de un presidente de nuestro país acusado de graves delitos de corrupción y que se defendió alegando ser “valetudinario” o incapaz.

El privilegio de poder conducir que nos otorga la “licencia” se basa en el presupuesto de que podemos hacerlo con seguridad y responsabilidad, pero es sabido que los conductores de más de 70 años son más propensos a las infracciones y accidentes.

El envejecimiento en sí, las enfermedades que se acumulan en una sola persona, que suelen ser cuatro o más (co-morbilidad) y las medicaciones habituales o circunstanciales, pueden comprometer la seguridad del manejo automotor y se expresa en:

• Lo más común, no ceder el paso.
• Dificultad para incorporarse al tráfico en los cruces de vías y en giros a la izquierda.
• Mayor posibilidad de lesiones y muertes de los conductores.

La experiencia en Estados Unidos, país de rutas asfálticas y vehículos por doquier, señala que los adultos mayores pueden ser en ocasiones más prudentes que los jóvenes por qué no gustan de manejar cuando hay mal tiempo y consumen menos alcohol, pero los accidentes en que se ven involucrados son de múltiples vehículos.

¿Por qué surgen los problemas?

Conducir conlleva un especial estado de alerta física y mental, la ejecución de acciones simultáneas como frenar, “enclochar” y maniobrar el timón.

El envejecimiento produce un “síndrome general de pérdida o disminución” de la fuerza, coordinación, tiempo de respuesta y la capacidad de concentración. La visión, en especial nocturna y la audición, menguan con el paso de los años.

Entre los trastornos médicos más frecuentes asociados con la accidentalidad de tránsito se encuentra la diabetes mellitus o “azúcar en la sangre” con sus variaciones de elevaciones de la glicemia (hiperglicemia) ó bajones de la misma, (hipoglicemia), ambas situaciones afectan el funcionamiento cerebral y hacen perder el control del vehículo.

Recuerdo que encontrándome en un turno de la emergencia del Hospital Manolo Morales en 1988, atendí a un anciano diabético que andaba con el azúcar elevado y manejando un microbús cargado de pasajeros, el cual colisionó por su deterioro de salud. Dichosamente no hubo fallecidos, pero si varios con traumas diversos.

Pacientes con demencia no pueden analizar y tener juicios correctos mientras manejan, los que sobreviven a un derrame cerebral tienen disminuidos el tiempo de reacción/respuesta y la coordinación.

Las artritis con sus secuelas de dolor y rigidez de las articulaciones de los miembros superiores e inferiores y del cuello, el glaucoma, cataratas y la degeneración macular limitan la visión, al tiempo que algunos fármacos son otros de los factores negativos que afectan a los conductores.

Tampoco hay que perder de vista que las limitaciones al momento de manejar pueden provenir de la impericia irresponsable, es decir, del simple hecho que no hay dominio en base al conocimiento.

El médico internista de cabecera puede y debe ser uno de las primeras personas en detectar las alteraciones del estado de salud que limitan la conducción automotor, y por ética profesional informar al paciente y familiares que ha llegado la hora de entregar las llaves del auto.

Algunas legislaciones con vistas a adoptar medidas preventivas con el posible papel negativo de los gerontes en las vías, les autorizan licencias de corto vencimiento, exigen que el trámite de la misma sea personal, así como examen visual y examen práctico.

Otras medidas preventivas son la prohibición de conducir vehículos por seis meses a quienes hayan sufrido un derrame cerebral, infarto cardíaco, cirugía de by pass cardiovascular o convulsiones, lo cual debiera ser válido no solo para adultos mayores sino también en personas jóvenes.

La idea principal es que los adultos mayores puedan llevar una buena calidad de vida gozando de los derechos, protección y admiración social. Las autoridades y la medicina en general tendrán que asumir el reto de que nuestros abuelos y abuelas no sean un peligro en las calles y carreteras.

(*) Especialista en Medicina Interna y Químico-Farmacéutico.
Clínica en Calle Principal de Altamira, Ferretería Sinsa 75 vrs. Al sur frente a la CECA teléfonos: 22780830 y 22670251.
Maltezvic@hotmail.com

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