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¡Por fin!

Rubén Aguilar Valenzuela.

Rubén Aguilar Valenzuela.

Rubén Aguilar Valenzuela

La figura de Guzmán Loera, después de haberse escapado del penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco, en el 2001, se convirtió en figura emblemática del crimen organizado en México y a nivel internacional.

Me tocó estar presente cuando el general secretario de la Defensa, Clemente Vega, frustrado y molesto, le planteó al presidente Vicente Fox, en dos ocasiones, en sesiones del gabinete de seguridad, que habían estado a minutos de capturar a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, pero éste se había escapado.

Le dijo que fueron integrantes de las policías estatales las que advirtieron al líder del Cártel del Pacífico y esto le permitió salir del operativo que se había tendido. Sé que en el gobierno del presidente Felipe Calderón las fuerzas armadas estuvieron también al borde de la captura, en cuatro o cinco ocasiones, pero al final Guzmán Loera logró escapar.

Ahora, el 22 de febrero, un operativo conjunto de las fuerzas de seguridad, según explicó el procurador de la República, Jesús Murillo Karam, en el que también colaboró el gobierno de Estados Unidos con información de inteligencia, permitió la recaptura, 13 años después, del más conocido de los narcotraficantes mexicanos.

El nuevo encarcelamiento de Guzmán Loera es un triunfo indiscutible, para el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y lo es también para las Fuerzas Armadas, en particular la Marina de México. Ella ha sido la que ha dado los más importantes golpes al narcotráfico en los últimos años.

Las fuerzas de seguridad que ahora han capturado a El Chapo están integradas por los mismos elementos y mandos que en los gobiernos de Fox y Calderón, pero ha sido la suerte, un más eficiente apoyo de Estados Unidos o un trabajo mejor planeado lo que en esta ocasión logró, por fin, la captura del narcotraficante más buscado.

La figura de Guzmán Loera, después de haberse escapado del penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco, en el 2001, se convirtió en figura emblemática del crimen organizado en México y a nivel internacional. La revista Forbes lo incluye en su lista anual de los hombres más ricos del mundo.

El tratamiento mediático del gobierno, para anunciar la detención fue el correcto y hay que reconocerlo. Ahora no hubo presentación del detenido a diferencia de los espectáculos montados en el gobierno del presidente Calderón, que violaban flagrantemente el debido proceso.

En esta ocasión, el procurador leyó un texto corto arropado por los secretarios de la Defensa y la Marina, el comisionado nacional de seguridad y del director del CISEN. Para “enseñar” al detenido las cámaras de la Presidencia (Cepropie), que fue la señal que se emitió, lo grabaron en el traslado al helicóptero que lo lleva al penal de alta seguridad del Altiplano. Fue una buena solución.

La captura ha tenido repercusión a nivel internacional y se convierte en una nueva medalla para el gobierno del presidente Peña. La buena imagen exterior del mandatario y su gobierno se consolida. La captura de El Chapo es también una victoria política. La imagen que se proyecta es que un gobierno del PRI sí pudo hacer lo que no lograron los dos gobiernos del PAN.

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