Onda expansiva venezolana alcanza a Latinoamérica
* Región vuelve a lucir dividida y unos apoyan al régimen de Maduro, mientras otros se inclinan por la oposición y los estudiantes universitarios
Rogelio Núñez
Infolatam
La crisis política por la que atraviesa Venezuela ha provocado una onda expansiva de alcance regional que está de una forma u otra afectando al resto de países latinoamericanos.
En realidad, es otro de los legados de Hugo Chávez quien a lo largo de su gobierno (1999-2013) construyó una agenda internacional muy ambiciosa en la que entraba la aspiración a convertirse en un líder latinoamericano.
Por eso, inevitablemente, lo que ocurre en Venezuela incide, con mucha fuerza, en la región. Sobre todo en los aliados más cercanos al régimen chavista (Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador así como en la Argentina kirchnerista).
Pero también en los países que no comulgan con el “socialismo del siglo XXI” (Colombia y Chile) o en los que tratan, infructuosamente, de mantener un estratégico silencio (Perú y Brasil).
La respuesta del bloque bolivariano
Los aliados más cercanos al régimen de Nicolás Maduro han salido en bloque a apoyar al presidente venezolano acosado por las protestas de la oposición.
El presidente boliviano, Evo Morales, que entre 2007 y 2009 vivió con el país al borde del enfrentamiento civil, ha denunciado que el “imperialismo norteamericano” y la “oligarquía” venezolana financian a los jóvenes que protestan en Venezuela.
Morales sostuvo que “como las Fuerzas Armadas de Venezuela defienden la revolución bolivariana”, el “imperio” ya no puede usarlas para sus fines y por eso “paga a los grupos de jóvenes para crear cierta convulsión, agresión, violencia”.
Rafael Correa, en Ecuador, ha utilizado semejantes planteamientos al transmitir su “total apoyo a alguien en quien confiamos de forma absoluta, nuestro compañero Nicolás Maduro”.
Además, ha relacionado la estrategia opositora venezolana con la de los candidatos opositores al correísmo en los comicios municipales: “Sabemos muy bien lo que está pasando en Venezuela, sabemos muy bien de dónde viene la violencia: de esa derecha fascista que también quiere instalarse en Quito. Es lo que buscan aquí, estructurar esa oposición para de forma violenta boicotear, boicotear como la de Venezuela”.
El Gobierno de Daniel Ortega, en Nicaragua, no tardó en mostrar su solidaridad con Maduro y calificó de “fascista” a la oposición tras las protestas de universitarios que dejaron tres muertos, varios heridos y detenidos.
“Rechazamos la política de odio y destrucción” que promueve la “derecha fascista” de Venezuela “y nos solidarizamos en cariño y hermandad con Nicolás y su pueblo”, señaló el gobierno de Daniel Ortega en un comunicado leído por su portavoz, la primera dama, Rosario Murillo.
Y finalmente en Cuba, Raúl Castro expresó este mismo sábado su apoyo al presidente venezolano: “Hemos expresado y ratificado nuestro pleno apoyo a la revolución bolivariana y chavista, y al compañero Nicolás Maduro, quien con inteligencia y firmeza ha manejado esta compleja crisis”.
La última en salir a la palestra para respaldar incondicionalmente a Maduro ha sido Cristina Kirchner.
Si bien Argentina no pertenece al ALBA sí es parte de Mercosur, foro de integración al que pertenece Venezuela. Además los vínculos y alianzas entre chavismo y kirchnerismo se remontan a la presidencia de Néstor Kirchner y fueron profundizados durante los gobiernos de su esposa.
“Respetar la democracia es respetar la vida. Si ahora no les tocó ganar las elecciones, habrá oportunidad en un próximo turno electivo de presentarse nuevamente. Las elecciones son así: se ganan o se pierden, pero no se puede, por haber perdido una elección, poner en vilo a un país, a una región, que ha sido declarada hace muy poco tiempo como una región de paz”. De esta forma la presidenta argentina salió en defensa de su colega venezolano.
“Extendemos nuestra mano solidaria a todo el pueblo venezolano, recordando que no hay nada más importante para todos que el respeto a la democracia y a la paz”, añadió Cristina Kirchner.
Brasil y Perú, la imposible equidistancia
El gobierno de Dilma Rousseff se ha mantenido en un mutismo absoluto ante lo ocurrido en Venezuela lo cual llama mucho la atención, sobre todo teniendo en cuenta que Brasil aspira a tener un protagonismo y liderazgo regional.
La presidenta recién ha opinado este lunes durante su visita a la Unión Europea.
Fue un cauto respaldo al régimen: “Nosotros creemos que siempre, en cualquier situación, es mucho mejor el diálogo, el consenso y la construcción democrática que cualquier otro tipo de ruptura institucional”.
“Estamos siguiendo [los hechos] con atención, como los seguiríamos en cualquier país vecino. Tenemos la expectativa de que haya una convergencia dentro de un respeto a la institucionalidad, a la democracia”, dijo el canciller Luiz Alberto Figueiredo.
Esa postura ha despertado críticas en el propio país. El analista de Folha de Sao Paulo e Infolatam, Clovis Rossi señalaba que “si el gobierno brasileño quiere ayudar a Maduro, mejor que le diga verdades obvias”.
Algo similar ha ocurrido en Perú. El gobierno del presidente Ollanta Humala hizo un llamamiento al diálogo “franco y transparente” a los diferentes grupos políticos venezolanos, entre ellos al mandatario de ese país Nicolás Maduro y sus opositores.
Finalmente, el Ejecutivo señaló que este diálogo debe darse “en marco del pleno respeto a los principios y libertades democráticas, indispensables para la estabilidad, el desarrollo y la paz a que tienen derecho los pueblos”.
La OEA también se ha mantenido en una posición equidistante que su secretario general, José Miguel Insulza explica así: “Que nadie espere de la OEA que emita condenas, que ahonde la división o que rechace la protesta legítima. Se puede esperar de nosotros una defensa incondicional de los derechos humanos, la libertad de expresión, la defensa de la institucionalidad y el Estado de derecho. Pero no que califiquemos al gobierno de “dictadura” ni a la oposición de “fascista”, porque ese es un lenguaje de odio inútil”.
Los más críticos con el régimen de Maduro
Colombia, Chile y Panamá se han alzado como los países latinoamericanos más críticos con el gobierno de Nicolás Maduro.
Sebastián Piñera fue muy claro y rotundo cuando dijo que “Chile respeta la autodeterminación de los pueblos, sin embargo todos los países que hemos suscrito la convención americana de DD.HH., conocida como el pacto de San José, y que hemos suscrito el protocolo de Unasur sobre el compromiso de la democracia, estamos comprometidos en la promoción, defensa y protección de la democracia, del estado de derecho y de las libertades fundamentales”.
Y reiteró que la “defensa de los derechos humanos en todo tiempo, en todo lugar y en toda circunstancias y de todos los seres humanos, desde su concepción hasta su muerte, son valores que hoy son universales y no reconocen fronteras“.
Nicolás Maduro se ha sentido especialmente herido por estas palabras y ha acusado a estos gobiernos de ser marionetas de la política exterior de EEUU: “Hay un objetivo en esta campaña internacional: dividir a Latinoamérica, y lo están logrando. La derecha de América Latina se ha alineado contra Venezuela. El presidente de Chile, (Sebastián) Piñera, el presidente de Colombia, (Juan Manuel) Santos y el de Panamá, (Ricardo) Martinelli, se han rendido a las condiciones de los Estados Unidos”.
Además, recurriendo al insulto -como tantas veces hiciera Hugo Chávez- tuvo gruesas palabras para cada uno de ellos. Para el colombiano: “Y viene Santos a decir que en Venezuela maltratamos a los colombianos y que el gobierno los deporta. Nuevamente ha cometido un error. Se dejó llevar por su corazoncito fascista. ¿Qué quieren que haga?”.
Y para el chileno: “¿Qué hubiera pasado si yo, en cuatro años del gobierno de Piñera, hubiera emitido juicios de cuántas veces arrestó a miles de estudiantes universitarios?”.
Además, las oposiciones a Cristina Kirchner, Ollanta Humala o Daniel Ortega han aprovechado el apoyo de sus gobiernos a Maduro parta reactivar sus críticas contra el oficialismo.
El Movimiento de Renovación Sandinista (MRS-izquierda) expresó “su pesar” y “repudio por los lamentables acontecimientos que vive el pueblo venezolano” con muertos, heridos y perseguidos por la policía y “fuerzas de choque” del régimen de Maduro.
Por su parte, Keiko Fujimori exigió a Humala que rompa con el régimen de Maduro: “Esperamos que, en esta oportunidad, el señor Ollanta Humala, en su calidad de jefe de Estado Peruano y ex presidente de Unasur, emplace al señor Maduro, deslinde con el chavismo de una vez por todas y llame a nuestro embajador en Venezuela en consulta a Lima”.
Incluso, la coalición que apoya Michelle Bachelet se ha empezado agrietar. La DC es crítica con el régimen de Maduro mientras que el Partido Comunista muestra su apoyo.
El diario La Tercera subraya que “aunque distante a poco menos de 5.000 kilómetros de Santiago, los vaivenes de la política en Caracas han comenzado a generar grietas en la Nueva Mayoría, donde se agudizan las visiones antagónicas frente a la administración venezolana”.
Así pues, la polarización en Venezuela salpica a toda la región que vuelve a mostrarse desunida en torno a lo que ocurre en Caracas y el resto del país.
Como señala Insulza, “si no condenan de plano al gobierno, son “cobardes” o “cómplices”. Si se atreven a deslizar alguna crítica, son “injerencistas” o “aliados del imperialismo”. La actitud de ambas partes no es conducente a una acción benéfica de la comunidad internacional para buscar el acercamiento y la conciliación. Las iniciativas que se nos proponen intentan, más bien, sumarnos a la división”.