Trasciende cacería de mujeres en Nicaragua
El feminicidio es la cara más visible del machismo en América Latina, pero no la única. La violencia de género es un mal endémico, enraizado en la sociedad latina y, sobre todo, en la educación y en las familias. Las cifras son abrumadoras. Por ejemplo, en un país como Nicaragua el 40% de los delitos denunciados tiene que ver con la violencia machista, según señaló esta semana la presidenta de la Corte Suprema de Justicia nicaragüense, Alba Luz Ramos.
Además, los expertos critican que algunos gobiernos latinoamericanos no ayudan a terminar con la lacra del maltrato. Rashida Manjoo, relatora especial de Naciones Unidas para la Violencia de Género, denunció recientemente que ha intentado en varias ocasiones ponerse en contacto con el Gobierno de El Salvador para hablar sobre maltrato, sin obtener respuesta.
Para la ONU, la clave está en educar en las escuelas en igualdad
La estadística no da tregua en ningún país latinoamericano. La Red de Mujeres contra la Violencia de Nicaragua ha contabilizado este año la muerte de 51 mujeres a manos de sus parejas o exparejas, 19 más que en el mismo periodo del año anterior. En todo 2010 murieron 89 mujeres. En Guatemala, la impunidad alcanza al 96% de los homicidios por violencia de género, según la Comisión Internacional contra la Impunidad de dicho país y México, el país de la región con la tasa más alta de violencia machista, fue el primer estado en ser condenado por feminicidio por la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) en una sentencia de abril de 2009.
A las cifras no es difícil ponerle rostro. Maura Centeno, de 41 años, es una profesora nicaragüense que ha sufrido maltrato por parte de sus dos parejas. Es una mujer lista, trabajadora, echada para adelante, pero durante años se enredó en un calvario del que le costó salir y del que recuerda que «estaba muy enamorada, como ciega».
Sin seguimiento
«La jueza aplica sanciones, pero no hay vigilancia policial, no hay un seguimiento del caso», se queja esta mujer, que a pesar de que su última pareja tiene una orden de alejamiento aún puede verle merodeando por el colegio. La ONG Intervida, que tiene en el país un programa contra la violencia de género, ayudó a Maura en el proceso de recuperación y de puesta de la denuncia. «El sistema judicial adolece, no protege a las víctimas, y con ellas hay que hacer un enorme trabajo para que recuperen la autoestima», señala Margarita Gutiérrez, delegada de la organización en Nicaragua.
El Instituto de Medicina Legal de Nicaragua atiende al año a unas 25.000 víctimas de violencia intrafamiliar, pero luego apenas hay recursos para ellas. En Managua, por ejemplo, sólo hay una casa de acogida con apenas 20 plazas. «Pero sí que empieza a haber cierta conciencia de que hay un problema social y de que tenemos que atajarlo, sobre todo a través de la educación de los más pequeños», agrega Gutiérrez.
Precisamente esta semana se ha puesto en marcha la campaña «Acceso de las mujeres a la justicia en materia de familia y violencia» en la que colabora, entre otros, la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (Aecid).
Asistencia psicológica
Alyson Herrera trabaja en la comisaría del distrito VI de Mujer y de Niñez de Managua, un lugar específico donde las mujeres pueden ir a presentar denuncia por maltrato. «Aquí les tomamos declaración, y luego remitimos el expediente al Ministerio Público; buscamos al maltratador y a ella le damos asistencia psicológica», afirma Herrera. «El goteo de mujeres que acuden a esta comisaría a poner denuncias es continuo», agrega Mabel Moreil, una de las policías encargadas de las investigaciones de los casos. La mayoría de los hombres argumentan en su defensa que habían bebido, señala esta agente, que incide en otro componente muy común: la mayoría de las mujeres soporta el maltrato porque no puede independizarse económicamente de su pareja.
Los expertos señalan que educar a los más pequeños en igualdad es fundamental. «Educación, educación y educación. Esa es la clave. Pero no sólo en los colegios, sino a través de las familias, los medios de comunicación o, para el que tenga creencias, el ámbito religioso», señaló en una reciente entrevista con este diario Rashida Manjoo, la relatora especial de Naciones Unidas para la Violencia de Género.
«Muchos hombres, si ven que ella es la que triunfa, la que estudia, a la que le salen las cosas bien, crecen en ese grado de frustración de que ella es mucho mejor que él. Y es entonces cuando tienen que hacer uso del poder para afianzarse», concluye Gutiérrez.
SUSANA HIDALGO
MADRID publico.es