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Los Caballeros Templarios

Rubén Aguilar Valenzuela.

Rubén Aguilar Valenzuela.

Rubén Aguilar Valenzuela

El cártel de Los Caballeros Templarios nace formalmente en marzo del 2011 y tiene su origen en una transformación del cártel de La Familia que dejó de existir para esas fechas. El gobierno del presidente Felipe Calderón anunció el 10 de diciembre del 2010 que su líder indiscutible, Nazario Moreno González, El Chayo, había sido abatido por integrantes de la Marina.

En esa ocasión, la PGR aseguró que con los datos de las huellas dactilares “se concluye positiva la identidad de Nazario Moreno González al 100%”. Las huellas, se dijo, fueron cotejadas con las que éste había registrado para tramitar su credencial electoral y su cartilla del servicio militar.

La población dudó de lo dicho por el gobierno y los grupos de autodefensa, que surgen en febrero del 2013, tienen como uno de sus objetivos terminar con El Chayo. El pasado 10 de marzo, el gobierno federal confirma las dudas y anuncia que en un enfrentamiento éste es abatido y días después presenta pruebas para sostener su dicho.

Las autoridades federales aseguran que a finales del 2013 se da la primera fractura del cártel, cuando se separa el grupo formado por los ocho hermanos Sierra Santana, a los que se conoce como Los Viagra o Los Sierra. Ellos operan en la zona de la Tierra Caliente de Michoacán y Guerrero.

El cártel, después de la muerte de Moreno González, lo encabezan: Servando Gómez Martínez, La Tuta; Enrique Plancarte, El Kike, y Mario Ramos Rodríguez, El Tucán. En un segundo nivel, se señala a Fernando Cruz Mendoza, El Tena; Rodrigo Díaz Soto; José González y Ramón Moreno, El Junior. Están identificados por lo menos otros 12 dirigentes que operan en las distintas zonas de Michoacán.

La actividad de Los Caballeros Templarios abarca la producción y trasiego de drogas hacia Estados Unidos, la extorsión de los grandes, medianos y pequeños comerciantes y agricultores, e incluso de los jornaleros. La extorsión se extiende a la minería y ellos mismos administran minas.

El conjunto de estas actividades se ve obstaculizado e incluso frenado por la acción de las autodefensas, que ahora están presentes en una veintena de municipios michoacanos. Los integrantes del cártel se ven obligados a bajar el nivel de su actividad y a esconderse en ciudades medianas y grandes.

En enero pasado, el presidente Enrique Peña Nieto decide intervenir el estado de Michoacán y nombra a un comisionado federal, Alfredo Castillo, que tiene como tarea central restablecer el orden y la seguridad en el estado, que implica arrebatar el control que el cártel ejerce en regiones del mismo.

El estado de la correlación de fuerzas entre los integrantes del cártel y las fuerzas federales estatales y municipales todavía no está definido. Es evidente que existe un repliegue de los primeros y un avance de los segundos, pero hay preguntas en el aire: ¿se ha roto la estructura de dirección del cártel?, ¿cómo impedir que el cártel recupere el terreno perdido?, ¿qué pasa si se salen las fuerzas federales?

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