Vírgenes en subasta
Vírgenes en subasta. ¿Quién da más? El diario mexicano El Universal denunció que las redes de prostitución infantil y juvenil que operan en el norte de Centroamérica, venden a las niñas vírgenes a precios especiales debido a que son las más apetecidas por los pedófilos.
Se trata de muchachitas de México, Guatemala, El Salvador y Honduras que tras ser mancilladas por su “comprador”, pasan a engrosar los prostíbulos de la nación azteca y la chapina, aunque también hay esclavas laborales.
Estos grupos mafiosos catalogan a las niñas por su edad y belleza física, sin embargo, prevalece la predilección por las impúberes e inmaculadas que luego acaban en tugurios de México y Guatemala.
Alexander Colop, jefe de la Fiscalía contra la Trata de Personas del Ministerio Público de Guatemala, confirmó que, en una reciente operación, se pudo rescatar a tres menores guatemaltecas que relataron que fueron llevadas a la fuerza a un antro de prostitución en Tapachula, Chiapas, por dos guatemaltecas —otra menor y una adulta, ya detenidas— que las reclutaron en su calidad de “enganchadoras”.
Las dos arrestadas tienen nexos con una red de tratantes de personas que se encarga de suministrar menores a los prostíbulos mexicanos y “ya se presentó la acusación”, afirmó Colop citado por el periodista costarricense José Meléndez.
“El delito de trata de personas, es transnacional, y efectivamente existen víctimas que son trasladadas de un país a otro. México, Guatemala, El Salvador y Honduras no escapan a ese traslado de víctimas para ser explotadas sexualmente”, dijo Colop a El Universal.
“El golpe de la trata es general, pero ahora hay más denuncias y sensibilidad de la población. Una o dos personas pueden organizarse para explotar sexualmente a otras”, añadió.
En marzo, la policía de Honduras descubrió el caso de un millonario estadounidense que, aliado a un hondureño y a una hondureña, utilizó diversas tretas —como disfrazarse de sacerdote católico y simular bodas— para reclutar a vírgenes de esa nación y convertirlas en esclavas sexuales, en una red que operó en Tegucigalpa y en zonas rurales de extrema pobreza de esa nación.
El estadounidense, identificado como Christopher Glen, fue detenido en Florida, y sus cómplices en la capital hondureña, y se teme que había complacencia de padres y madres de las menores.
Aunque el aparato de delincuencia quedó desarticulado, unas 20 niñas, víctimas del engaño, sufrieron de pederastia, proxenetismo y pornografía, entre otros abusos, y maltratos físicos en una casa con cuartos de lujo, jacuzzi y cámaras para filmar escenas pornográficas ofrecidas en internet, en un negocio de falsas promesas de estudio y trabajo para salir de la miseria que funcionó por más de tres años.
En un país que, como Honduras, tiene diferentes grados de miseria que golpean al 70% de sus 7.8 millones de habitantes, con un analfabetismo superior al 15% en mayores de 15 años y un desempleo creciente, hay una población vulnerable a los engaños de las organizaciones de trata de personas.