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El perturbado mundo de los flecheros “mata perros”

Dra. Cajina caso flechazos a perritos* Prestigiada psiquiatra analiza la matanza y señala que es un rasgo de conducta que debe ser examinado junto a las familias de involucrados. Si el individuo es adolescente, será diagnosticado como disocial, si es adulto, sufre de “trastorno de personalidad antisocial”, una condición mental incurable.

Oscar Merlo

¿Son delincuentes los jóvenes que andan matando perros con ballestas? ¿Merecen ir a la cárcel? ¿Qué deben hacer con ellos las autoridades cuando finalmente se decidan a revelar los nombres de los culpables?

Desde Nueva York, donde se encuentra en gira de trabajo, la Dra. Gioconda Cajina, prestigiada psiquiatra nicaragüense, dijo a El Cronista Digital que matar animales por placer se trata de un peligroso rasgo de conducta que debe ser examinado junto a toda la familia del victimario.

“Si son adolescentes, no van a ser diagnosticados como antisociales, sino como disociales, personas que si no se les somete a tratamiento psicosocial van a seguir matando, violando la ley, y ya adulto, mayor de 18, puede ir a la cárcel.

“Para saber si estos flecheros son antisociales hay que examinarlos, y no se hace individualmente, se hace colectivamente, es la familia la que tiene que asistir a la revisión.

“Entrevistar solo a un supuesto antisocial es perder el tiempo, van a quedarse callados o a justificarse con todo tipo de argumentos, en cambio, cuando vienen en familia, todos tienen una queja contra el antisocial, pero también el antisocial se defiende e involucra a todos en su malestar, ya que él no se hizo solito”, señala la médico.

La Dra. Cajina indica que los actos irresponsables que estos jóvenes han estado cometiendo, son contra la ley, y ellos lo saben, pero se sienten protegidos por las autoridades y esto indica que lo hicieron con el consentimiento de sus padres.

Y cabe todavía una posibilidad más perturbadora. “El que los padres fueron participes directos, ya sea porque aprobaron la compra de estas armas, o porque practican con el hijo este deporte, o lo que es peor, que los padres también mataron perros, y que al ser descubiertos ponen a sus hijos menores al frente, para evadir su responsabilidad”.

Matar perros con ballestas es una conducta antisocial, insiste nuestra entrevistada, porque es violatorio a la ley, aunque para determinar si los criminales tienen una personalidad patológica hay que examinarlos bajo varios parámetros.

“Los antisociales tienen conductas muy reconocidas en todos los ámbitos sociales donde se desenvuelven, son irresponsables y tienen irrespeto marcado por las normas sociales, burlan la ley repetidamente y van acumulando récords de faltas, son impulsivos o pueden pensar bien sus actos , los más inteligentes o mejor entrenados en la delincuencia difícilmente los capturan, y la condición socioeconómica cuenta, porque si son pobres van a la cárcel, si son influyentes en el ámbito de la justicia, no conocen la cárcel”, asegura.

Agrega que las personas que sufren de trastorno de la personalidad antisocial, son identificables por la falta de remordimientos cuando se hace daño a alguien, y cuando provocan sufrimiento a los demás no muestran síntomas afectivos normales; sin empatía, no se conmueven por el dolor ajeno. Pueden pensar que ellos son más valiosos e importantes que los demás, y que se merecen todo tipo de atenciones, que los demás estamos para servirles, como reyezuelos.

“Esta forma de pensamiento es una construcción social que se aprende en la familia, son personas narcisistas que forman en los hijos actitudes discriminadoras hacia los demás e intolerantes a diferencias de culturas y creencias de los otros.

“El tratamiento a un sujeto con personalidad antisocial es difícil, porque no son capaces de reconocer sus errores, estas conductas hay que prevenirlas, verlas tempranamente, porque cuando ya están formados en su narcicismo megalómano, no cambian”, sostiene.

La psiquiatra revela –sin brindar nombres-, un caso que le tocó atender tiempo atrás. “En una ocasión, un padre de familia me trajo a su hijo antisocial, le hice diagnóstico: ‘Trastorno de personalidad antisocial’, él ya lo sabía, no se inmutó, no mostró en ningún momento de las dos consultas que tuvimos ninguna expresión afectiva, totalmente aplanado, su padre, un ex funcionario de la Seguridad del Estado, asumió, llorando, que él tenía gran responsabilidad en la educación delincuencial de su hijo, y por otra parte la madre, en otro momento vino con él a consulta para pedirle perdón a su hijo, le confesó que ella lo abandonó muy niño, que ella era alcohólica y que no deseaba tener hijos, que era joven y mujer alegre.

“Él la escuchó con atención, pero sin mostrar ninguna señal de conmoverse, y era conmovedor ver llorar a esta madre y decirle al hijo que iba a hacer todo lo posible por salvarlo. Yo por mi parte les dije que no he visto a un antisocial que se recupere, pero que viendo el amor de estos padres, puede ser que ocurra el milagro.

“Quiero, con esta historia, explicar lo difícil que es culpar a un hijo cuando no hemos actuado como padres responsables, y cuando se hable de tratamiento, no es individual, es familiar, todos tienen que ser honestos y reconocer sus psicopatías”, precisa.

Nuestra entrevistada dice que actualmente se reconoce, que en la formación de conductas antisociales, también influyen los medios de comunicación, video juegos, películas, series de violencia, toda exposición a presenciar imágenes de personas que están siendo torturadas, la nota roja, incluida (noticias salvajemente expuestas), que nos acostumbramos a ver sin emoción, sin empatía, y después con morbosidad y placer.

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