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No buscan ningún sueño, huyen de la pesadilla

joven migraLydia Cacho
Cimac

Un niño hondureño de una ciudad perdida mira la televisión de una peluquería, el anuncio advierte que el turismo atrae recursos para la mejora del país, pero el pequeño no cree ser ciudadano de esa patria. Una pequeña de ocho años, proveniente de El Salvador, a quien entrevisté, piensa que la patria no existe, el hogar está sólo en su imaginación. Esos millones de niños y niñas expulsados del mundo, no hablan de sus países con ese masoquismo entusiasta de los adultos. Han madurado a golpes de realidad.

La inocencia de la que hablamos al referimos a la infancia se ha diluido. Después de entrevistar durante una década a niñas, niños y adolescentes que han sido víctimas de violencia, aprendí más sobre el mundo. Es en la voz de esa generación menor de dieciséis años donde encontramos las respuestas sobre la crisis que han generado la violencia patrimonial y económica provocada por las políticas económicas que profundizan la brecha entre quienes tienen todo y quienes no tienen nada. No se puede hablar de migración sin hablar de economía y del Estado Policíaco.

Las últimas investigaciones del Instituto para las Mujeres en la Migración A.C nos dice que miles de niñas, niños y adolescentes de Centroamérica y México huyen de sus países debido a que su integridad y seguridad están en riesgo. En sólo nueve meses la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos ha detenido a 51 mil pequeños migrantes y 12 mil 146 eran de México; la respuesta de Washington ha sido incrementar el número de espacios con características carcelarias para encerrarles. De este lado de la frontera las autoridades mexicanas registraron la expulsión de mil 600 niñas, niños y adolescentes de Centroamérica y de 3 mil 724 mexicanos.

La niñez no acompañada es puesta bajo custodia de Protección de Aduanas Fronteriza (CBP) mientras se les envía a Reasentamientos de Refugiados, donde después se investiga si tienen familiares en E.U.A, a quienes se les entregan en custodia mientras llegan a juicio que posiblemente les deportará. El 65 por ciento será devuelto al lugar del que huyeron. El 40 por ciento es elegible para alguna visa de protección de la niñez o como víctimas de delitos.

Las autoridades mexicanas, dedicadas a la cacería de niñas, niños y adolescentes que quieren cruzar la frontera, les entregan a albergues y asociaciones con acuerdos con el DIF; pero si tienen más de 12 años, les envían a estaciones migratorias donde reciben trato inadecuado como adultas. En ninguno de los dos países se da rápido acceso a asistencia jurídica y psicológica que les permita impugnar la ilegalidad de su detención. Los estudios demuestran que esa migración masiva de la infancia es provocada por el miedo a perder la vida en manos de los cárteles, de pandillas, por violencia intrafamiliar y violencia institucional. No van atrás de un sueño, sólo huyen de la pesadilla.

El tratado de Libre Comercio ha dejado desde 1994 a Centroamérica y México sin posibilidades de crecimiento. El subdesarrollo económico y social de la mano de la incapacidad de los gobiernos para mejorar la Seguridad Humana, ha tocado a la infancia; la esclavitud en la región ha incrementado, lo mismo que la violencia sexual y las y los pequeños lo saben; está documentado.

Estados Unidos y México tienen la obligación de asegurar su integridad desde la perspectiva del interés superior de la niñez. No se les puede refugiar en condiciones carcelarias; deben recibir atención multidisciplinaria especializada de la mano de ACNUR. Esta crisis humanitaria no será solucionada si se niegan a discutir la venta de armas desde los Estados Unidos, así como la demanda de drogas de ese país; las reglas del TLC, las políticas migratorias restrictivas y a seguir negando la importancia de atajar la violencia de género y familiar en cada país y región.

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