Doña Ana no está aquí…
Se movió como si estuviera en su propia casa y ahora Ana Alliegro, nieta de un colaborador del dictador cubano Fulgencio Batista, se queja de la “Nicaragua sandino-comunista” que la entregó a la justicia norteamericana que la requería por delitos cometidos.
No son pocos los nicaragüenses que se sintieron incómodos con esta señora de fácil sonrisa que entraba y salía de Nicaragua hacia Costa Rica –y viceversa-, pese a su calidad de prófuga. ¿Quién que no esté bajo el manto protector de alguien poderoso puede realizar semejantes “hazañas” migratorias? Que lo digan los compatriotas que buscan mejor vida en la nación del sur.
Instaló negocios en nuestro país y recibió en su cálido hogar granadino al ex congresista David Rivera, a quien se señalaba de ser su cómplice en el affaire político de la estratega republicana que entregó fondos ilícitos a un candidato demócrata.
En Estados Unidos casi secuestró a una persona en 2007 utilizando documentanción falsa de policía y hasta disparó una pistola, presuntamente de manera accidental. Por acuerdos políticos le fue borrado este delito. Después, poco antes de hacer su debut como mafiosa política, robó una pulsera con valor de 500 dólares en una tienda. Dijo que se le había olvidado devolverla y la traviesa mujer salió airosa de su aventura de “ganchera”.
“Voy a dejar que el público juzgue la gravedad de mis errores. Pero voy a compartir con ustedes que fui detenida durante días y sin explicación antes de ser extraditada a petición de mi propio gobierno en –la- Nicaragua sandino comunista, por esbirros de ese gobierno. El temor por mi vida y mi seguridad como mujer fue inimaginable”, señala ahora.
No aparentaba, sin embargo, ningún temor la dama de origen cubano, cuando daba declaraciones con tono airado desde nuestro país en contra de quienes la buscaban para que pagara sus culpas, ligeramente sancionadas por cierto.
Mientras las autoridades nicaragüenses no la solicitaron, Alliegro anduvo por donde quiso y se miró en su casa de la Gran Sultana con quien le dio la gana. ¿No sabía que estaba en peligro su vida en el país comunista que la acogió?
Obviamente, se sintió agraviada por las esposas que le pusieron al trasladarla al Aeropuerto Sandino, de Managua, para entregarla a las autoridades del país que acogió a sus padres cuando huyeron de Cuba. A fin de cuentas, parecen ser tránsfugas por derecho de genoma.
El sistema judicial de Estados Unidos castigó a uno de su establishment con apenas seis meses de arresto domiciliar y dos años de libertad condicional. Feliz de su suerte, Alliegro se declaró culpable de su fraude electoral y ahora lanza denuestos contra el país que –inexplicablemente- la ayudó a eludir durante algún tiempo a las autoridades que la buscaban sin muchas ganas de encontrarla.