La vuelta al mundo en bicicleta: Nicaragua
Pablo García
Km 130.415
Entramos a Nicaragua por la frontera de Guasaule – Somotillo y enseguida el paisaje cambió. La ruta es casi perfecta, de asfalto nuevo y buen acotamiento. El país no parece tan pobre como su vecino Honduras. Hay cultivos, ganado, más negocios, mejores viviendas, la gente circula más, se acerca y sonríe.
En nuestra segunda noche, buscando un lugar para acampar llegamos a la finca de Edmundo, un ex guerrillero del ejército sandinista, que entregó parte de su vida, por el sueño de ver liberada a su nación de la larga dictadura de la familia Somoza. Aquella noche Edmundo nos habilitó un viejo galpón para refugiarnos y luego nos acompaño en la cena. “Yo he rodado bastante en la vida y pasé unas condiciones bien difíciles, paupérrimas. He vivido en el monte, aguantado el hambre y el frío, he sufrido. La guerrilla fue dura para mí, porque yo no tenía una nación, un país, no tenía una casa, y tenía que ir a luchar con la esperanza de ser alguien mañana. Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, tienen historias y procesos similares. Todos ellos tuvieron dictaduras por un largo periodo como si fuesen dinastías. Todos eran militares que gobernaron su nación como si fuese patrimonio familiar. Sus posturas ideológicas eran las de ser anticomunistas, apoyados por el gobierno de EE.UU. al que se identificó como el defensor de los ricos opresores en contra de los pobres”.
“Hasta el derrocamiento del régimen de Somoza, Nicaragua gozaba de una reducida clase alta, generalmente de raza blanca, poseedora de la mayor parte de las tierras y bienes del país. La guerra civil de la década del 70 se cobró más de 50.000 vidas y destrozó la economía del país. Con el Frente Sandinista de la Liberación Nacional en el poder, se llevó a cabo la reforma agraria, que consistía en el reparto de la tierra que provenían de las propiedades nacionalizadas a los Somoza y sus partidarios.
“También se facilitaron créditos, herramientas e insumos a pequeños productores. Se pusieron en funcionamiento numerosos hospitales y se produjo una fuerte alza de los niveles de escolarización infantil y alfabetización. Ese es el deber de todos los gobiernos, llámese capitalista, llámese comunista o como lo quiera llamar el diablo. En mi tiempo era bien difícil poder ir a una escuela. Yo no estoy de acuerdo que solamente los que se auto llaman sangre azul o los de alta alcurnia tengan derecho a estudiar, sino que todos. Porque de ahí depende el respeto a una nación”.
Edmundo era un hombre aferrado a sus convicciones, hablaba con pasión. El tipo había entrenado en Cuba y seguramente llegó a ser una de esas personas que contagian de coraje a quienes lo rodean. Juan, Fran y yo nos mirábamos de forma cómplices. Sin duda estábamos frente a un líder, pero también frente a un personaje. Edmundo estuvo toda la noche con su pistola semiautomática en la cintura, alegando que por ser sus huéspedes él nos protegería. En un momento agregó: “la suerte que corren ustedes la corro yo, así de sencillo, aquí nadie puede salir con vida, o todos salimos caminando o todos morimos”
Nuestra siguiente parada fue Granada, la ciudad turística por excelencia en Nicaragua. Fundada en los inicios del siglo XVI fue una de las primeras ciudades europeas en territorio continental americano. También es la ciudad donde creció y se educó Carlos Martínez Rivas, un renombrado poeta nicaragüense.
A los pocos días Fran partió para encontrarse con su chica que voló desde Argentina para visitarlo durante 5 meses. El rasta, al que yo tanto admiro por viajar tan libre y ligero ha sido atrapado por los placeres del amor. Ella no lleva su bicicleta pero viaja de bus y lo espera en lugares turísticos donde se detienen por varias semanas.
Lleguen a buen puerto o no, los amores del camino suelen ser de las historias mas bonitas del viaje.
Aprovechando la llegada de Semana Santa, Juan y yo gestionamos una licencia para trabajar en la vía pública. La ciudad de Granada no es Patrimonio Cultural de la Humanidad, sino patrimonio histórico y cultural de Nicaragua. A diferencia de Antigua, Guatemala, y con la aprobación de los artesanos locales, conseguimos un permiso para viajeros y pudimos exponer y vender nuestros trabajos en la principal calle de la ciudad por un par de semanas.
Pero no vendimos como esperábamos, porque en aquellos días hubo varios sismos en los alrededores de la capital y de Granada, que llegaron a tener una magnitud de hasta 6.6 MW, Según el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales, a lo largo de tres semanas se registraron más de 600 réplicas, por lo que se decretó alerta roja, en principio para varios municipios y posteriormente a todo el territorio nacional. Preventivamente, el país entero se quedó sin suministro de energía eléctrica, se suspendieron las clases en colegios y universidades y las actividades laborales en edificios de construcciones previas al terremoto de 1972.
Según Jerry, un artesano local que nos recibió en su pequeño hostal, el terremoto de 2014 tuvo la misma magnitud que el devastador terremoto de diciembre de 1972, que destruyó Managua, causando más de 10.000 muertos, 20.000 heridos y 250.000 damnificados. Afortunadamente esta vez, la desgracia solo se cobraría daños materiales.
Sobre el final de mi estadía en Nicaragua comencé a sentirme mal del estómago. Son incontables las veces que me ha sucedido. Al menos dos o tres veces al año, seguramente el doble en África, Medio Oriente y algunos países de Asia como India o Pakistán. Como resultado bajo de peso, me siento débil, me dan retorcijones abdominales y diarrea.
A veces me toma semanas darme cuenta que realmente estoy mal, porque la diarrea puede manifestarse por uno o dos días. Luego vuelve a la semana, y se repite a la otra y otra vez en la siguiente. Al mes soy conciente que no estoy bien, es cuando comienzo a sentir que tengo un pelotón de bichos que se amotinan en el estómago a toda hora.
Pero no es lo mismo tener parásitos protozoos que gusanos, o ser portador de Helicobacter pylori, porque cada uno de ellos requiere un tratamiento diferente. Con bastante experiencia en el tema opté por ir a un laboratorio donde me hice algunos análisis. Tras unos días supe que soy portador de dos tipos de parásitos protozoos, el Blastocystis hominis y el Endolimax nana, pero afortunadamente no tenía la bacteria del Helicobacter pylori, que tuve en varias ocasiones y que requiere un tratamiento de triple terapia dejando a uno de cama.
Con el resultado en mano recurrí a las recetas que cargo conmigo del Hospital Muñiz, que se especializa en enfermedades infecciosas y que visité en Buenos Aires antes de iniciar el viaje. Sales de rehidratación y antidiarreicos para una simple diarrea, Ciprofloxacina para diarrea aguda, menor a 72 hs y Metronidazol o Albendazol, según el tipo de parásito, para diarrea crónica, superior a 2 o 3 semanas. En este caso me tocó Metronidazol 500 mg por 10 días.
San Juan del Sur fue el lugar donde hice un break. No me sentía bien, sino como cada una de las tantas veces que tuve infección intestinal a lo largo del viaje: demasiado delgado y débil.