Terremotos en Nicaragua: Temores y desafíos
El Paseo Xolotlán, a orillas del lago de Managua, recuerda la capital de antes de 1972, cuando fue destruida por uno de los sismos más devastadores en la historia de Nicaragua, marcada por constantes movimientos telúricos.
Decenas de maquetas de construcciones representativas de la ciudad despiertan la nostalgia de los más viejos y asombran a quienes no la conocieron antes del terremoto de 6,2 grados de magnitud en la escala de Richter, que causó la muerte de más de 10 mil personas.
Con capacidad para unos ocho mil visitantes, el Paseo permite recorrer la Managua de antaño y muestra parte de lo que la naturaleza le ha quitado a esta nación centroamericana.
Nicaragua, ubicada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, área de más de 40 mil kilómetros que concentra la mayoría de los volcanes activos del planeta y donde existe una intensa actividad sísmica, está expuesta constantemente a esos fenómenos, algunos de los cuales sobresalen por los daños causados.
Hace más de cuatro siglos, en 1610, el hoy conocido como León Viejo, uno de los primeros asentamientos fundados en este país por el conquistador español Francisco Hernández de Córdoba, fue abandonado por sus habitantes debido a una serie de fuertes terremotos.
Los pobladores se establecieron a 30 kilómetros de su localización original (a orillas del lago Xolotlán y a poco más de una legua -cinco mil 572,7 metros- del volcán Momotombo) y las ruinas que quedaron tras continuas expulsiones de ceniza fueron declaradas Patrimonio Histórico Cultural de la Nación en 1993.
De acuerdo con registros del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), en 1663, León, nombre que conservó la nueva ciudad, sufrió graves afectaciones por otro sismo, que también sacudió Granada, en la ribera noroccidental del lago de Nicaragua.
Movimientos telúricos ocurridos en esa época provocaron cambios en el cauce del río San Juan, lo cual obstaculizó la comunicación entre el lago y el océano Atlántico y afectó el desarrollo comercial de Granada.
Violentas sacudidas en 1885 y 1898 causaron serios daños en León, Managua y Chinandega, entre ellos la pérdida de vidas humanas y derrumbes en los hogares de miles de personas.
En marzo de 1931, un sismo de alrededor de 6,0 grados destruyó la capital nicaragüense, causó más de mil muertos, dos mil heridos y daños valorados en millones de dólares.
Alrededor de cuatro décadas más tarde, Managua sería devastada nuevamente por el terremoto con epicentro en el lago Xolotlán, registrado en 1972, el cual, junto a las fuertes réplicas e incendios que lo siguieron, arrasó con el centro de la ciudad.
En septiembre de 1992, un movimiento telúrico de 7,3 grados originado en el Pacífico provocó un tsunami que dejó 170 muertos, en su mayoría niños.
Según un informe del Ineter, en aquella ocasión no existía la red sísmica nacional ni un sistema de alerta ante esos fenómenos, por lo cual no hubo ningún aviso sobre la ola de entre cuatro y 10 metros de altura que cubrió parte de las comunidades costeras, 45 minutos después del terremoto.
Entre enero y octubre de 2014, dos sismos han destacado por su magnitud y no por el número de víctimas como en el pasado, gracias en gran parte a la preparación del pueblo y las medidas de prevención y protección promovidas por el Gobierno.
El 10 de abril último, a las 17:27 hora local, un temblor de 6,2 grados, con epicentro cerca del volcán Momotombo, en el departamento de León y a 10 kilómetros de profundidad, sacudió la capital y otras ciudades de la región del Pacífico nicaragüense.
Según los especialistas, dicho evento tuvo más de mil réplicas durante las 24 horas siguientes, debido a lo cual las autoridades declararon la alerta roja.
Como resultado, una persona falleció, 266 resultaron heridas y más de dos mil 354 viviendas fueron dañadas parcial o totalmente.
A 41 años de una de las tragedias más dolorosas para el pueblo nicaragüense, los temores regresaron ante la posibilidad de la activación de fallas locales como en 1972 y 1931.
De acuerdo con Dionisio Rodríguez, del Instituto de Geología y Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, la capital se ubica «en una gran estructura de fosa tectónica fallada y hundida, rellena de material volcánico explosivo y sedimentos».
Expertos nicaragüenses indican que el terreno donde está la ciudad es el resultado de una separación de la cadena volcánica del país, que se produjo por una potente subducción de la placa Coco debajo de la Caribe.
Ante las amenazas de sucesos como los registrados en el pasado, el Gobierno instó al pueblo a extremar las medidas de seguridad.
No se trata de crear pánico ni de perder la calma, sino de tener conciencia y prepararse, señaló en aquella ocasión la coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo, a través de la televisión local.
Seis meses después, el lunes 13 de octubre, un terremoto de 7,3 grados con epicentro frente al golfo de Fonseca, a unos 85 kilómetros al oeste de Boca del Padre Ramos, en el noroccidental departamento de Chinandega, hizo temblar este país y otros de Centroamérica.
Alrededor de 700 ciudadanos fueron afectados, 68 viviendas dañadas y 100 mil personas de 74 comunidades evacuadas ante la alerta de tsunami emitida en el primer momento.
El Ineter advirtió sobre la posibilidad de que un movimiento telúrico tan fuerte, pudiera causar nuevamente una activación de fallas a distancia.
Puede ser en la cadena volcánica, o incluso en Managua, dijo el asesor de esa institución Wilfried Strauch.
«Las fallas locales están más cerca de nuestras casas, en las ciudades, y aquí un sismo pequeño puede causar mucho daño. Tenemos que cuidarnos más de ese peligro que de las réplicas en el océano», afirmó.
Pese a la gravedad de la situación, los daños reportados este año no se comparan con los de épocas anteriores.
El pueblo conoce y respalda iniciativas promovidas por la dirección del país para evitar afectaciones mayores, entre ellas la preparación constante de familias e instituciones, la realización de simulacros y el entrenamiento de brigadas de rescate y actuación ante situaciones de emergencia.
El Gobierno trabaja hoy en la reconstrucción de las viviendas dañadas y continúa apoyando a los damnificados, al tiempo que el país supera este desafío de la naturaleza.
*Corresponsal de Prensa Latina en Nicaragua