Gigantes españoles anuncian fiestas navideñas
Las gigantonas han tomado las calles de la ciudad de León, al noroeste de Nicaragua, acompañadas de Los Gigantes de Llacuna, España, y los mascarados de Costa Rica, en la temporada de apertura de las festividades de fin de año.
Las 40 gigantonas y los enanos cabezones recorren a diario las calles de León, a unos 90 kilómetros al noroeste de Managua, creando un ambiente festivo que anuncia la celebración católica de La Purísima y la Navidad, dijo a Notimex, el organizador Jacinto Salinas.
La temporada folclórica es una tradición propia de León, que busca promoverse como “la capital del turismo cultural” por sus museos de arte, de leyendas y las rutas de los indígenas sutiabas, de los volcanes, dijo el coordinador de la Asociación Viva León Jodido.
Este año, las muñeconas que miden de 2.5 a 3.0 metros de altura, bailaron el miércoles y jueves acompañadas de Los Gigantes de Llacuna, de España, los mascarados Los Chapetones y Barva Heredida, de Costa Rica, en un espectáculos callejero que atrae al turismo.
A las 17:00 hora local, el espectáculo cobra vida con grupos filarmónicos, llamados popularmente “Chicheros”, copleros, bailadores de las “damas” de la calle y los enanos cabezones que toman la ciudad por unas cinco horas, deleitando a los pobladores.
Con faroles y al ritmo de tambores, las gigantonas se anuncian por la ciudad y los copleros complacen a todos quienes lo deseen. El ambiente festivo anuncia las proximidades de la celebración a la virgen Concepción de María, “La Purísima” a finales del mes y la Navidad, expresó Salinas.
“La Florentina”, del barrio El Laborío y cuyo propietario era Hernán López, uno de los fundadores de la tradición, salía en los años 60 bellamente ataviada con collares, pulseras y su vestido multicolor.
Cada gigantona tiene su historia y su fama ha llegado a las páginas de un cuento del escritor Sergio Ramírez en “La herencia del bohemio”.
“Ancha de hombros, frondosa de pechos y estrecha de caderas, la briosa titanta va vestida de larga falda de colorines y blusa estampada como una gitana muy señora de la calle”, la describe Ramírez.
“… Los labios encendidos de rojo carmesí y pestañas de trazos de carbón rodeados de ojos que parecen sorprendidos”… La llaman bajo otros diversos nombres: “dama soberana de mis amores, dama dueña de mi noble empeño, mi damita gentil y galante, mi muy gallarda damisela…”, añade.