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Niños de Nicaragua en Obras Misionales Pontificias

niñitosAna Minguella
teinteresa.es

* «Yo soy uno de ellos porque he crecido gracias a la ayuda de muchas personas generosas», ha afirmado Marlon, un joven nicaragüense de 23 años, quien tras fallecer su madre y quedarse sin casa, fue acogido por Nuestros Pequeños Hermanos siendo un niño. Hoy estudia ingeniería informática

Las Obras Misionales Pontificias (OMP) han repartido en 2014 unos 16 millones de euros entre la infancia necesitada de los cinco continentes, de los cuales más de dos millones fueron donados por niños españoles.

El dinero ha sido recaudado por el Fondo de Infancia Misionera en 2013 y distribuido en 2014 para financiar 2.868 proyectos pastorales, educativos y de salud, según el Director Nacional de las OMP, Anastasio Gil García.

España se sitúa en tercer lugar en número de donaciones por detrás de Alemania y Australia, según declaraciones de Gil García recogidas por la agencia Zenit. Concretamente, los niños españoles han apoyado 347 proyectos (12,10 por ciento del total) de los que se han beneficiado más de 218.975 menores de 40 países.

Durante la presentación de la Jornada de Infancia Misionera 2015, que se celebrará el próximo 25 de enero bajo el lema «Yo soy uno de ellos», el responsable de las OMP ha señalado que la frase escogida para esta edición tiene por objeto enseñar que los niños de Infancia Misionera forman parte de una misma familia para «acabar con esa idea unidireccional de que los niños ricos ayudan a los niños pobres».

Entre las novedades de este año, las OMP han lanzado la App Infancia Misionera, una aplicación para dispositivos móviles inspirada en el DVD «Yo soy uno de ellos». A través de minijuegos (puzzles, láminas para colorear o concursos de preguntas y respuestas), los más pequeños podrán aprender a construir el corazón de la Iglesia. Además, cabe destacar un concurso de cuentos en torno al lema de la Jornada, cuyo resultado se ha hecho público este miércoles. El ganador ha sido un niño de la diócesis de Ourense.

La principal finalidad de Infancia Misionera es colaborar con los educadores para que los niños vayan descubriendo la universalidad de la fe y, en consecuencia, su dimensión misionera. Para fomentar el espíritu de generosidad, esta Obra Pontificia trabaja a lo largo de todo el año a través de la revista infantil Gesto y de actividades como Sembradores de Estrellas o los Festivales de la Canción Misionera.

Dos historias con final feliz

En el acto han participado también Alberto Cisneros Izquierdo, misionero en Nicaragua, y Marlon Eduardo González, un joven de la Casa Hogar Nuestros Pequeños Hermanos de Nicaragua. Esta organización se dedica al cuidado de niños huérfanos, abandonados, abusados, maltratados o víctimas de la explotación.

«Yo soy uno de ellos porque he crecido gracias a la ayuda de muchas personas generosas», ha afirmado Marlon. Este joven de 23 años, tras fallecer su madre y quedarse sin casa, fue acogido por Nuestros Pequeños Hermanos siendo un niño. Allí encontró a «su familia» y un futuro: le ofrecieron un hogar y una formación. «En estos años me he preparado para la vida. Soy fruto del trabajo de los misioneros», ha asegurado.

En la actualidad, Marlon estudia ingeniería informática y, movido por el agradecimiento, dedica gran parte de su tiempo a ayudar en la Casa Hogar. «A mí me han ayudado, así que yo siento la necesidad de ayudar también», ha indicado.

En esta misma institución «sirve» el padre Cisneros, misionero desde hace 4 años en Nicaragua. Desde que descubrió la fe y su vocación sacerdotal en un campo de verano con los combonianos, siempre sintió el deseo de partir a la misión. Después de una larga espera, el obispo de Osma-Soria, monseñor Gerardo Melgar le permitió empezar esta nueva etapa como responsable de pastoral en la Casa Hogar Nuestros Pequeños Hermanos.

«Yo soy célibe, pero me he convertido en padre de 300 niños», ha explicado el misionero. «Son hijos -ha proseguido- que Dios nos ha prestado para sacarlos adelante». Según ha relatado, se encarga de acercar a los niños al amor de Dios, pero siempre se le puede ver en la cocina, o trabajando en el campo. «Un padre de familia tiene que hacer de todo», ha apuntado.

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