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No cazan, depredan

cazaDr. Enrique Rimbaud*

Los diversos y variados miembros de la tan mentada casta de cazadores de Nicaragua están gravemente enojados con nosotros, nos tildan de ignorantes, de tergiversadores, de atentar contra una tradición cultural tan vieja como la humanidad misma.

Antes que nada, queremos enfatizar que en ningún momento estamos contra la cultura y las tradiciones culturales, solamente es que somos conscientes de que el mundo ha cambiado, y que las tradiciones culturales que hoy se disfrutan no pueden ser las mismas que las del siglo pasado y así, el mundo cambia y se transforma momento a momento y hay que respetar las nuevas concepciones, conocimientos y leyes de este mundo moderno.

Se entiende por cultura a los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo.

Y también, se entiende por evolución cultural la transformación a lo largo del tiempo de elementos culturales de una sociedad (o una parte de esa). La evidencia muestra que la cultura se puede definir como desarrollo de los usos, costumbres, religiones, valores, organización social, tecnología, leyes, lenguajes, artefactos, herramientas, transportes-, se desarrolla por la acumulación y transmisión de conocimientos para la mejor adaptación al medio ambiente.

Si nos aferramos a rajatabla a mantener las tradiciones culturales propias del país, recordemos que nuestros ancestros, los indígenas Chorotegas, Dirianes, Nagrandanos, Nicaraos, Nahoas y Niquiranos practicaban la esclavitud, los sacrificios humanos y el canibalismo, sobre todo sacrificios humanos a su dios Quiateot, o dios de la lluvia, y a Mazet, dios de la caza.

Eso eran la cultura y tradiciones culturales de la Nicaragua precolombina, las verdaderas tradiciones culturales nicaragüenses, porque las otras, la cacería, las peleas de gallos, las corridas de toros, son todas tradiciones culturales “importadas” mediante la migración y colonización de los países latinoamericanos por los europeos.

Según el filósofo español José Ortega y Gasset, «La caza es todo lo que se hace antes y después de la muerte del animal. La muerte es imprescindible para que exista la cacería».

Si en España se están prohibiendo las corridas de toros, si en los países como Inglaterra, Francia, España e Italia se han prohibido las riñas de gallos, si la cacería deportiva se ha prohibido o regulado a condiciones extremas en todos los países desarrollados, ¿por qué nos aferramos a tradiciones atávicas, en las que en una desambiguación extrema queremos justificar con la muerte de animales inocentes nuestras propias carencias personales e impotencias de todo tipo?

Señores, el mundo ha cambiado, hoy tenemos la clara percepción de que las especies están desapareciendo, que con su desaparición vienen graves problemas de desequilibrios en la naturaleza, que los animales tienen sentimientos y derechos, y por lo tanto, hay leyes que los protegen, que la muerte de un animal en Nicaragua sin motivo ni necesidad es un biocidio, es decir, un crimen contra la vida.

Créanme, modernamente, cultura y tradición cultural son otra cosa, cultura son el palo de mayo y la marimba, los agüizotes, las carretas penitentes de Popoyuapa, el nacatamal del fin de semana, el gallo pinto, el perrerreque, las güirilas, el tiste, el posol, el pinolillo, y la Palomita Guasiruca, por solo nombrar dos o tres cosas.

Si tanta necesidad sienten de oler pólvora o volar tiros de un arma para excitarse, hay polígonos de tiro, y hay canchas de paintball.

Cazar es matar, y en los volúmenes que lo hacen, es depredar.

¡No a la cacería en Nicaragua!!!

¡Porque los animales nos importan!

* erimbaud@gmail.com
Cel. Claro: 88521488

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