Liberan a tortugas rescatadas de parques y plazas

Dr. Enrique Rimbaud

Son mil ojos que guiñan y parpadean desesperados, mil ojos que llenan sus retinas con nuevas luces y sombras, mil narinas que se llenan y vacían de aire compartiendo olores, olores nuevos, viejos, que se mezclan y afloran los recuerdos…

Los colores y olores se mezclan y entremezclan provocando sabores, gustos, recuerdos de hace semanas, meses, años, quien sabe, la paja rancia y digerida por las aguas, la vegetación que se pudre en los humedales y la que nace en los humedales, algas entre algas, el limo suave que se abre bajo la presión del pie enturbiando el ambiente, peces rápidos como flechas que huyen, renacuajos que permanecen temblando sin saber que serán cena o almuerzo de las que regresan…

¡Los humedales del Cosigüina abren su vientre a los que retornan a su seno!

Pido silencio… que nadie se mueva… para capturar el tiempo, para sentir el arrastrar de más de quinientos caparazones, el chapotear de dos mil patitas embarradas, el sumergirse desde la nada y revivir viejos tiempos, el batir de 500 corazones que no pueden creer ser nuevamente libres.

Cuando veo todo esto, siento que valió la pena, que valió la pena todo el esfuerzo, el desvelo, el trabajo de muchachos ansiosos y ganosos pero sin experiencia, tantos fueron mordidos, pero aguantaron con una gran sonrisa, satisfechos de la tarea emprendida y realizada, tanta gente que se pone a opinar sin saber o conocer, tantos y tantas cosas, definitivamente, valió la pena, y seguiremos en nuestra tarea siempre, porque los animales nos importan.