“No puedo más”, dijo, y cayó muerto
El cadáver de Wilfredo, un joven nicaragüense de 20 años, fue reconocido porque en el bolsillo llevaba el teléfono de su hermano, apuntado en un papel.
La Guardia de Texas encontró el cuerpo tendido en la arena, como a unos 20 metros de distancia del Lago Salado, ubicado al este del Aeropuerto del condado de Brooks, entre Corpus Christi y Laredo, en el sector este de la frontera con México.
Wilfredo, en una peligrosa aventura que repiten miles de emigrantes, sobre todo centroamericanos, intentaba llegar sin un permiso legal a Wisconsin para trabajar en la industria de los lácteos.
Con el fin de reunirse con su hermano, Wilfredo recorrió miles de kilómetros desde Nicaragua hasta la frontera de Tamaulipas, México.
Guiado por un «coyote», caminó durante 24 horas junto a un grupo de indocumentados por los áridos terrenos del Condado de Brooks y justo en la última etapa del trayecto, al cruzar el lago, Wilfredo se rindió al agotamiento.
Su cadáver fue encontrado en febrero, un mes después de que su hermano reportara su desaparición.
«Wilfredo se cansó en la arena, llegando a la costa del lago, donde tienen que subir como 10 metros para irse rumbo a la ciudad grande, que es Houston. Ahí quedó, como una lomita que hay debajo del lago. Dijo que ya no podía y que ya no podía», relata a Efe Eduardo Canales, director ejecutivo del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas.
El Condado de Brooks se ubica unos 110 kilómetros al norte de Reynosa (Tamaulipas) y McAllen (Texas), las ciudades que comparten paso fronterizo en el sector este de la división fronteriza entre México y Estados Unidos.
Canales, quien fue determinante para la localización del cuerpo, menciona que recibió una llamada del hermano de Wilfredo, en la que le reportó su desaparición y le pidió su ayuda para ubicarlo.
En conversaciones telefónicas con otras personas que habían estado en la misma travesía por la frontera en la que Wilfredo perdió la vida, Eduardo Canales pudo obtener una mejor descripción del área en la que se había quedado rezagado el nicaragüense.
«Cuando llamó el hermano de Wilfredo yo supe dónde podía estar. Pude determinar dónde pudo haber quedado y dirigir a la Patrulla Fronteriza, porque sé dónde queda ese lago, pero no hallaron nada», afirma el activista humanitario.
El propio Canales, además de alertar a la Patrulla Fronteriza, informó del caso a la Oficina del Sheriff del condado de Brooks, que transmitió la alerta a la Guardia estatal de Texas.
En la búsqueda se empleó un helicóptero, pero no se encontró rastro del joven nicaragüense, aunque durante el proceso las autoridades encontraron los restos de otras tres personas en el mismo sector. Osamentas sin reclamar de personas no identificadas.
Finalmente, guiados por Canales al lugar donde creía que podía estar el cadáver del joven nicaragüense, la Guardia estatal texana dio con sus restos cerca de la orilla del Lago Salado.
También pudieron determinar que había otros tres desaparecidos del grupo de inmigrantes en el que iba Wilfredo.
«En el curso de las conversaciones con respecto a la ubicación de Wilfredo se dio a conocer que otros tres que cruzaban la frontera con el grupo de Wilfredo se habían quedado atrás, tal vez 40 minutos a pie hacia el norte. Aún no se han encontrado esos restos. Se encontraron otros huesos, una cabeza, y dos estaban bien juntos, pero uno no sabe a quién pertenecen esos restos», dice Canales.
De acuerdo con los registros del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, con las de Wilfredo fueron cuatro las osamentas encontradas en febrero y en los dos primeros meses del año sumaron 18.
Eduardo Canales aseguró a Efe que, entre 2009 y 2015, se han localizado 441 cadáveres de inmigrantes en el Condado de Brooks, pero se calcula que hay al menos 200 más sin localizar.
«No es un evento singular, es una crisis humana. Es un desastre masivo. Son mil millas cuadradas (2.590 kilómetros cuadrados)», agrega.
Según sus datos, la situación se agrava para los indocumentados durante los meses de elevadas temperaturas del verano y, entre junio y septiembre de 2012, la situación fue especialmente grave, con el hallazgo de cerca de 90 restos humanos.
Para el activista, es urgente que el Congreso estadounidense acuerde un modelo que permita a los trabajadores inmigrantes laborar legalmente en el país.
Según un comunicado de la Patrulla Fronteriza del sector del Valle del Río Grande, entre los ranchos de la zona, en los páramos en los que ha aumentado el flujo de inmigrantes, se han instalado anuncios y equipos de vigilancia para evitar estas muertes.