Trocha fronteriza atascada entre planos, lodo e incertidumbre
Cuatro años después de iniciado el proyecto de la trocha fronteriza a orillas de nuestro río San Juan, el gobierno de Costa Rica no sabe qué hacer con ella; espera desde 2014 unos diseños que nunca se hicieron y teme empezar la rehabilitación porque desconoce cuál será el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ante los reclamos de Nicaragua.
La también denominada “Ruta 1856”, fue un súbito invento de la ex presidenta Laura Chinchilla, a fin de prescindir del río San Juan, vía de agua que al final resultó dañada por el sedimento vaciado en su cauce durante la construcción de la hasta ahora frustrada vereda.
El diario La Nación publicó una nota en la que señala que la trocha fronteriza es actualmente un camino
A cuatro de años de haberse anunciado el proyecto para construir la ruta 1856 –conocida como la trocha fronteriza–, en la zona lo que existe es un camino enfangado y difícil de transitar, “además de mucha incertidumbre”.
El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) continúa sin saber qué se necesita, cuánto costará y cuándo dará inicio la obra y lleva 16 meses esperando los diseños, encargados desde enero del 2014 a las empresas consultoras Cacisa e Imnsa por 1.610 millones de colones. La omisión de esos bosquejos fue una de las grandes fallas en el gobierno de Chinchilla.
Mauricio Salom, director ejecutivo del Conavi, explicó que los bocetos debieron estar listos en marzo, pero la entrega se ha postergado.
“Hay que analizar las propuestas de ellos y ver cuánto cuesta, tenemos aproximados, pero hay que ver de cuánto es la inversión”, explicó Salom.
Además, las autoridades ven conveniente esperar el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) al reclamo de Nicaragua por presuntos daños ambientales ocasionados con las obras para la carretera.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Corte podría pronunciarse sobre el asunto hacia finales de este año o inicios del 2016.
Aparte de la inexistencia de diseños, la trocha fue construida bajo mecanismos de contratación plagados de corrupción, mismos que continúan siendo investigados por la Fiscalía. En el caso figuran 42 implicados.
Las irregularidades le costaron el puesto, en el 2012, al entonces ministro de Obras Públicas y Transportes, Francisco Jiménez.
Así, el ambicioso proyecto de seguridad quedó reducido a obras pequeñas.
Según el MOPT, este Gobierno ha gastado ¢6.130 millones en mantenimiento del camino. Se han colocado cinco puentes bailey y contratado la construcción de otros cuatro sobre los ríos Tamborcito, Colpachí, El Cedro y La Ceiba.
También se instaló un paso peatonal, que beneficia sobre todo a escolares en el sector de Quebrada Chorreras.
La Nación realizó un recorrido por las cinco secciones de la vía y verificó que ninguna de ellas es completamente transitable.
Los factores son diversos, entre ellos, puentes de vigas de madera y pasos de alcantarilla que se derrumbaron, además de taludes colapsados, lodazales y grietas en la superficie de rodamiento, son parte de los obstáculos en el camino.
La etapa entre Medio Queso y Las Delicias, en el cantón de Los Chiles, tiene lagunas de barro y cortes causados por aguas que no fueron canalizadas.
La ausencia de un puente sobre el río Pocosol no permite pasar de Los Chiles a San Carlos.
Tampoco se puede viajar de El Campo a Tiricias de Cutris. La etapa entre Tiricias y río Infiernillo es la que está mejor. Sin embargo, la falta de un puente impide pasar a Crucitas, Chorreras y Boca San Carlos.
En Boca San Carlos se corta el paso porque no hay un puente que permita continuar hasta Boca Sarapiquí y a Delta Costa Rica, donde finaliza la ruta 1856.