Rss Feed Tweeter button Facebook button Youtube button
|

La figura de monseñor Romero

SALVADORAN ARCHBISHOP OSCAR ROMERORubén Aguilar Valenzuela

Monseñor Romero ”concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados, solicitando al Presidente de EEUU dejara de apoyar militarmente al Gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares».

El pasado 23 de mayo tuvo lugar en San Salvador la beatificación de monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez (15 de agosto de 1917, Ciudad Barrios – 24 de marzo de 1980, San Salvador), a la que asistieron 300,000 personas. El jesuita mexicano Rafael Moreno Villa (72) que trabajó con el arzobispo de San Salvador, asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa, describe la manera en que Romero, el arzobispo mártir, ejercía su tarea.

De acuerdo al jesuita, “monseñor, siendo arzobispo de San Salvador, supo estar siempre atento a los acontecimientos nacionales e internacionales, aprendió a iluminarlos e interpretarlos desde la luz de la revelación; fue un excelente y valiente predicador interesado en explicar la Sagrada Escritura de una manera sencilla y práctica; fue un místico con un firme y efectivo compromiso con los pobres que lo llevó a exigir proféticamente el cumplimiento de la justicia evangélica; fue una persona muy humana que supo vivir la parábola del buen pastor conociendo, conviviendo, defendiendo, dando la vida por sus ovejas y dejándose impactar por ellas, creando condiciones para que éstas confiaran y se dejaran guiar por él”.

Y añade que monseñor Romero, “durante los tres años como Arzobispo de San Salvador, en varias ocasiones visitó pastoralmente todas las comunidades de su arquidiócesis, aun las más pequeñas y remotas; aprovechó sus visitas y la comunicación epistolar para estar bien informado de las necesidades y violaciones a los derechos humanos que padecía la población salvadoreña; tomó siempre en consideración y se solidarizó con estas necesidades y denuncias. Para ello encargó a dos religiosas que le subrayaran los aspectos más importantes de los cientos de cartas que recibía y contestaran cada una de ellas de manera personalizada, en base a las breves indicaciones que él mismo anotaba en el margen de dichas cartas y le pidió a la oficina del Socorro Jurídico que le fundamentaran las denuncias y dieran apoyo a las víctimas”.

Para el jesuita, monseñor Romero ”concibió el ministerio episcopal como un servicio no como un privilegio; aprovechó su autoridad moral no para beneficio propio sino en bien de los más necesitados, solicitando al Presidente de EEUU dejara de apoyar militarmente al Gobierno salvadoreño, dialogando con los partidos políticos y las organizaciones populares, mediando en conflictos laborales, sociales y políticos, denunciando a nivel nacional e internacional las violaciones y los abusos cometidos en contra de la población por parte de autoridades gubernamentales, fuerzas armadas y de seguridad, terratenientes y empresarios.

Se preocupó por motivar cariñosa y razonablemente a todos ellos para que fueran sensibles ante las necesidades de la mayoría de la población y dejaran de abusar de ella. Todo esto lo hizo tratando de mantener una comunicación con su clero y demás agentes de pastoral y siendo respetuoso con los pastores de otras religiones con quienes frecuentemente concelebró, se reunió y desarrolló actividades conjuntas. Congruente con su opción, tuvo un nivel de vida austero y un modo de ser sencillo y alegre. Fue capaz de reconocer sus limitaciones y pedir perdón a los que pudo haber ofendido”.

Archives

Recently Commented