Rushdie cuenta cómo se “enamoró” de Gabo
* «Cuando finalmente viajé por primera vez a Latinoamérica, a Nicaragua primero y luego a México, Colombia y Argentina, pensé: ‘Estos sitios son tan locos como sus escritores me contaron que serían’”. «Conduciendo por Managua me dije: ‘Conozco este sitio’. Y eso fue por García Márquez».
En 1975, un ejemplar en inglés de «Cien años de soledad» cayó en las manos de un joven Salman Rushdie, que acababa de publicar su primer libro, «Grimus». Fue entonces cuando descubrió al colombiano Gabriel García Márquez, del que se enamoró, aunque nunca lo llegó a conocer.
«Cuando publiqué mi primera novela, un amigo que la leyó me llamó y me dijo que, obviamente, yo estaba muy influenciado por García Márquez. Era 1975, yo tenía 27 años y nunca había oído ese nombre. ¿Quién es ese García Márquez?, respondí. Es el autor de un libro que vas a empezar a leer ahora. Solo ve y consíguelo».
Rushdie contó el jueves esta anécdota a la viuda del nobel, Mercedes Barcha, y a sus hijos, Rodrigo y Gonzalo García, durante la conferencia de apertura del simposio «Gabriel García Márquez: su vida y legado», que la Universidad de Texas en Austin (EE.UU.) organiza con motivo de la apertura de su archivo personal en esa institución.
«Fui a la librería, abrí el libro, y por primera vez vi y escuché estas palabras: ‘Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo’. Lo que me pasó ese día fue lo mismo que le ha pasado a miles de personas, me enamoré de él, hasta el día de hoy», confesó Rushdie.
«Conocí los coroneles y generales de García Márquez, o al menos sus contrapartes indias y paquistaníes; sus obispos son mis mulás, sus mercados mis bazares. Su mundo era el mío, traducido al español», afirmó el escritor angloindio reproduciendo las palabras de un artículo que publicó en «The New York Times» poco después de la muerte del nobel colombiano en abril de 2014.
En los dos mundos, dijo, «hay conflicto entre lo urbano y lo rural, entre ricos y pobres. Los dos tienen historias coloniales y en los dos la religión -y lamentablemente sus devotos-, tienen mucho peso».
Rushdie reconoció que, con «Cien años de soledad», se adentró en la literatura latinoamericana, «de la que no sabía nada hasta entonces».
«Cuando finalmente viajé por primera vez a Latinoamérica, a Nicaragua primero y luego a México, Colombia y Argentina, pensé: ‘Estos sitios son tan locos como sus escritores me contaron que serían. Y son tan locos como los míos'», dijo el autor de «Hijos de la medianoche» y «Los versos satánicos».
«Conduciendo por Managua me dije: ‘Conozco este sitio’. Y eso fue por García Márquez», agregó.
Rushdie dijo que para muchos no latinoamericanos las novelas de García Márquez son «un mundo de fantasía». No para él: «En Macondo hay más realidad que fantasía, la imaginación se utiliza para agrandar la magia, no para crearla», dijo.
«García Márquez siempre decía que él no inventaba nada, que todo lo que escribía estaba ahí. Una vez me dijeron que en el Caribe todo el mundo tiene buenas historias, y que Gabo solo era un buen mecanógrafo», agregó, bromeando, el angloindio.
Una vez, en Ciudad de México, Rushdie coincidió con Carlos Fuentes: «Me dijo que Gabo estaba en Cuba visitando a su amigo Fidel (Castro). Dijo que era ridículo que no nos conociéramos. Se fue y al rato volvió con un teléfono con Gabo al otro lado».
«Él me dijo que no hablaba inglés, aunque no era verdad. Yo no sabía hablar español, así que hablamos en francés. Recuerdo conversar sobre la influencia familiar en nuestra obra, hablamos de las diferencias entre nosotros. ¡Le interesaban más mis opiniones acerca de sus trabajos periodísticos que literarios!», dijo Rushdie acerca del contacto más cercano que tuvo con el Nobel.
«Nunca lo conocí, y me arrepiento mucho».