Volcán Masaya exhibe su peligroso encanto
Si las condiciones del volcán Masaya el 2 de julio de 1537, es decir, hace 478 años, hubieran sido similares a las actuales, el fraile dominico Bias del Castillo la habría pensado más de dos veces para emprender su osado descenso al cráter de este Popogatepe o “montaña que arde”, a como le decían en chorotega los indígenas de Nindirí, Nandasmo y tribus aledañas.
Y es que Castillo, aunque no hubiera contado con la advertencia del Ineter, habría visto a simple vista la forma en que el magma de este volcán se aproxima inexorablemente a la superficie.
Castillo fue uno de los tantos españoles que creyeron que las entrañas hirvientes del volcán eran ni más ni menos que oro líquido derretido. Tras él, muchos otros se aventuraron en busca del dorado metal que coronaría sus más caras ambiciones.
Pues bien, el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), confirmó el viernes por la noche, que la lava incandescente del Masaya continúa subiendo a través del cráter.
En una impresionante fotografía de la cámara web de vigilancia instalada por el Ineter y publicada por el portal El 19, se aprecia el magma en el cráter.
De acuerdo al Gobierno Sandinista, que anunció vigilarán el volcán, esta actividad no representa mayor peligro para la población.
Si es así, debe ser un espectáculo magnífico observar de noche la gran caldera ardiente, a la que actualmente es fácil llegar, siempre que las autoridades no dispongan cerrar el paso a turistas, aunque el viernes hubo quienes accionaron sus cámaras frente al inquietante magma y después las subieron a las redes sociales.
Cuando el ambicioso fraile Bias del Castillo se dio cuenta de que no todo lo que brilla es oro, el acceso al Popogatepe era complicado. Crónicas remotas señalan que había que seguir el camino de la cordillera Sur hasta Masatepe, después Nandasmo y desde allí con dirección al Norte, se llegaba al extremo Sur de la Laguna de Masaya, para subir la ladera meridional del volcán.
Por lo intrincado y largo del camino, había que realizarlo a caballo. Hoy, desde el portón del Parque Nacional que lo alberga, es cuestión de minutos para arrimar en vehículo hasta la orilla de esta misteriosa “puerta del infierno”, habitado durante siglos por una poderosa bruja, según relatos de la época colonial.