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San Andrés a puertas de un gran cambio: ya o ya

san andrés 1Cristina Bendek

* «En el 2012 perdimos el mar, sí, irrecuperable. Pero ganamos la oportunidad de desenterrar el pasado, el entierro oculto que nos tiene divididos. El país entero está obligado a recordarlo, y también, a superarlo todo».

Los grandes cambios se logran cuando se puede ver la realidad propia con perspectiva. San Andrés está uno de esos momentos clave de la Historia. Por un lado, los desaciertos en el enfoque de la política exterior colombiana, la atención internacional por el proceso de paz y el posconflicto, y el caso en La Haya.

De otro lado, la tensión mundial por el cambio climático, la escalada de disturbios por la escasez de agua en la isla, junto con unas fracturas sociales que se agudizan; y todo en el marco de la era del poder digital de las redes sociales. Los factores coinciden generando la coyuntura ideal para cambios estructurales. La pregunta es, ¿estamos listos para aprovechar la oportunidad?

Voy a ser lo más concreta que pueda para unir las piezas del rompecabezas. Me inspiraron dos nombramientos de jóvenes isleños que han construido carreras coherentes con el cargo que les ha sido confiado. El abogado constitucionalista de la Universidad Nacional, Fady Ortíz Roca, que fue designado Consejero de Relaciones Exteriores en la embajada de Holanda. Su experiencia en asuntos de derechos territoriales del pueblo raizal, y de derechos humanos, lo hacen más que idóneo para la labor. El externadista isleño Paulo Rodríguez, profesional en Gobierno y relaciones internacionales, y mejor aún, diplomático de carrera, que fue escogido cónsul en Tegucigalpa, Honduras.

Los nombramientos ocurren en un contexto de presión para Colombia. El proceso de paz ha atraído intereses de toda clase a nivel mundial. Colombia tiene el conflicto armado interno de más larga duración en el Mundo.

Encima, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) se declaró competente y el Estado hará lo posible para evitar otro fracaso diplomático en la defensa de su territorio, factor que podría amenazar más su estabilidad institucional.

En la Corte se está sentando jurisprudencia, fuente de Derecho Internacional. Para la CIJ es una oportunidad enorme estudiar la nueva demanda en un momento en el que los Estados se están retirando del Pacto de Bogotá, y restan importancia y competencia a los organismos internacionales. Los nuevos argumentos de la defensa colombiana son los recursos naturales y los derechos humanos de una población en situación de vulnerabilidad, dos temas que son prioritarios en la agenda global y que la corte tendrá que considerar con cirujano cuidado.

Los isleños en el cuerpo diplomático tienen el reto y la oportunidad de mantenerse conectados con el nivel local, y hacer carrera a los intereses de lo que representan, como nunca antes, debido al activismo digital creciente en las islas. Entonces hablemos de lo local.

Desórdenes como los del Lynval y el Back Road escalarán en los próximos años si no se pone en marcha una alternativa sostenible dentro de este enredo. Sin importar el origen, paña, raizal, champe (rechazo el odio cargado con el que va esa palabra siempre), y el largo etcétera posible de las absurdas etiquetas, la realidad es que no hay agua por más Proactiva que se quiera señalar, la energía eléctrica es absurdamente cara, no hay qué hacer con los residuos sólidos, cada vez hay menos peces en el mar, menos playa, etcétera, etcétera… y los remedios parecen venir en burro y administrarse a cuentagotas.

Ahora, lo local y lo global. La política exterior colombiana se replegó durante casi un siglo por el trauma de la pérdida de Panamá, y la decisión fue asimilar culturalmente San Andrés a Colombia, a las malas, con la perspectiva que tenía el gobierno nacional en 1912.

Esto es una política de Estado, la evidencia abunda, hace tiempo que no es un secreto, y ni siquiera debería ser polémico mencionarlo. No es culpa de nadie que hoy viva en el territorio. La historia y el contexto de San Andrés se excluyeron de los currículos educativos, los hijos de los hijos nunca supimos lo que pasó aquí, ni a qué Caribe pertenecíamos.

En el 2012 perdimos el mar, sí, irrecuperable. Pero ganamos la oportunidad de desenterrar el pasado, el entierro oculto que nos tiene divididos. El país entero está obligado a recordarlo, y también, a superarlo todo. Dentro del proceso de reconstrucción de tejido social, de verdad justicia y reparación que viene con una fase de desmovilización y de todo el contexto del posconflicto, San Andrés tiene que estar presente.

Es una semana que deja profundas reflexiones. Tenemos más ojos encima ahora que nunca. Es tiempo de coincidir y mirarnos en lo que nos une, y la crisis por recursos, por las buenas o por la mala, tendrá que hacernos coincidir.

El llamado es a abrirnos al debate y a validar las visiones de pasado, presente y futuro que tenemos todos. El panorama no se aclarará sin la perspectiva integral, think outside the box, please. Es una oportunidad para convertirnos con acciones creativas, en un ejemplo a nivel mundial.

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