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El impacto de la nueva generación de televisores

curveLa continua aparición de nuevas tecnologías induce a un consumo nada responsable del tercer electrodoméstico que más energía gasta en nuestros hogares

La publicidad nos inunda ya con anuncios que proclaman las bondades de la nueva generación de televisores. Tras las esquinas cuadradas, las pantallas planas, el LCD y el plasma, la alta definición y el 3D, llegan los televisores de pantalla curva. Y en millones de hogares se sustituirán aparatos todavía en perfecto estado de funcionamiento por la última moda del sector -por el momento-. El impacto ambiental volverá a ser enorme.

Según el estudio Green gadgets: Designing the future. The path to greener electronics (Dispositivos verdes: Diseñando el futuro. El camino a una electrónica más verde) publicado por Greenpeace en 2014 cada año se venden en el mundo unos 220 millones de televisores -cuando hay novedades, son más- cuyo consumo energético supone la emisión a la atmósfera de unos 200 millones de toneladas de gases de efecto invernadero anuales.

Además, la producción de estos aparatos requiere el consumo de importantes cantidades de materias primas, como metales (cobre, oro, mercurio, plomo, entre otros), la fabricación de plástico y cristal y un gran consumo de energía. Así que su continua sustitución por aparatos de la última gama no hace más que agravar este impacto para el planeta.

Además está el tema de los residuos. A dónde van a parar todos los aparatos reemplazados, en muchos casos lejos de haber agotado su vida útil. Cada año se generan en el mundo más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos, de los cuales sólo el 13% se recicla adecuadamente, según datos de las Naciones Unidas. La mayor parte acaba en vertederos incontrolados de países en desarrollo, como el gigantesco de Agbogbloshie (en Ghana), considerado uno de los lugares más contaminados del planeta.

A dos metros de distancia

Viendo la televisión, actividad sedentaria por antonomasia, nuestro cuerpo no gasta apenas energía. Pero el aparato, sí, y no poca. El informe TV-Off: el futuro del planeta está en tus manos, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés) advierte de que, en los próximos 20 años, las emisiones de dióxido de carbono o equivalentes producidas por el uso de los equipos electrónicos se triplicarán si continúa el ritmo de consumo actual.

El WWF realiza una serie de recomendaciones para un uso más responsable de los televisores. La primera de todas es «si no tienes televisión, analiza bien si te hace falta una». Si ya se tiene, o se ha decidido adquirirla, la organización ecologista aconseja no instalar ninguna en los dormitorios, y tener las menos posibles en casa. También reducir las horas dedicadas a ver la tele, ya no sólo por razones ambientales -menor consumo energético-, sino también para favorecer la salud y la educación, especialmente las de los menores, que no deberían verla más de dos horas al día, y siempre programas educativos. Y, como consecuencia de la anterior propuesta, emplear ese tiempo liberado en actividades que estimulen el cuerpo y la mente sin dañar el entorno natural.

A la hora de comprar el televisor, el informe recomienda fijarse en los certificados de eficiencia energética y tratar de adquirir los de menor consumo (cuya escala máxima es la A+++). Y recuerda que, cuanto mayor es la pantalla, mayor será el consumo de electricidad del aparato. Y que, para una pantalla de 50 pulgadas, la distancia mínima a la que deben situarse los espectadores para no dañar en demasía su vista es de 2,2 metros, algo que no todas las habitaciones permiten.

Las pantallas LCD con retroalimentación LED son preferibles a las que simplemente tienen la pantalla de LCD (cristal líquido) por su mayor eficiencia energética. Y, sea cual sea el modelo que se tenga, hay que apagar y desconectar el aparato cuando se deja de utilizar. La tele es el tercer aparato que más energía consume en el hogar, unos 269 kiloWatios / hora anuales, y el llamado consumo fantasma de los aparatos que se dejan en modo standby, para poder encenderlos con el mando a distancia, supone una media del 11% de la factura eléctrica de muchos países. Si el aparato está conectado a una regleta con varios enchufes, basta con desconectar la misma, aunque ahora también hay regletas inteligentes que cortan la corriente automáticamente al detectar que se apaga el televisor con el mando a distancia.

Reducir el brillo en la pantalla, ver la televisión con las luces de la habitación apagadas en el caso de aparatos con sensor de luz ambiental, agotar la vida útil de la televisión, que es de una media de 10 años, y reciclar adecuadamente la unidad jubilada cuando ya no quede más remedio que sustituirla, son otras recomendaciones para un consumo responsable de uno de los electrodomésticos más extendidos en el planeta desde mediados del pasado siglo.

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